28/5/19

Gregorio Morán: “El conde de Godó no sabe hablar ni una sola palabra de catalán”

" Gregorio Morán presentó el pasado martes en Madrid su último libro, Memoria personal de Cataluña, en la que analiza las servidumbres de la sociedad catalana hacia el poder, cuyo gran 'preboste' ha sido en las últimas décadas Jordi Pujol. (...)

Pregunta: Ha dicho usted en varias entrevistas que no tiene sitio para escribir en Cataluña. La cuestión se podría plantear a la inversa: ¿qué llevó al conde de Godó a dejarle durante tantos años?

Respuesta: Porque no había la misma crispación que hay ahora. El país tenía antes diferentes gamas de opiniones y eso formaba parte del trantrán de La Vanguardia. Los sábados mi artículo podía causar cabreo, pero se asumía. El problema vino cuando la cosa se puso un poco crispada. Entonces, la atmósfera comenzó a estar dominada por una presión insólita; y no sólo venía desde arriba, sino también desde la propia redacción, absolutamente subsumida en posiciones independentistas.

P: ¿Tanta era la presión entre las mesas?

R: Desde ahí se pidió que se me censuraran los artículos.

P: Compruebo que no sólo tuvo problemas con el artículo que motivó su despido…

R: No, hubo un par de incidentes anteriores, como cuento en el libro. Uno, sobre Israel. Pero bueno, fueron dos en treinta años. Creo que eso es bastante asumible, me puedo sentir un privilegiado.

P: Dicen las malas lenguas que La Vanguardia ha vuelto a dar un giro para adaptarse al nuevo oficialismo…

R: Ahora se han dado cuenta de que han sido ‘sanchistas’ de toda la vida. No olvides que esto está en la tradición de La Vanguardia. Primero, defendió la dictadura de Primo de Rivera; luego, la República; luego, en la guerra, fue un periódico radical porque lo confiscaron. Posteriormente, con Franco, fue ‘La Vanguardia española’ y tuvo como directores a ‘fenómenos’ del periodismo, como Manuel Aznar y Zubigaray, abuelo del presidente (José María Aznar). En la Transición mejoró y llegó un momento, que cito en el libro, en el que fue el periódico más vendido de España, antes de que saliera El País.

P: Luego se achicó…

R: Hay que tener en cuenta el espíritu de La Vanguardia, dado que es un periódico que siempre será de Barcelona para Cataluña, eso es marca de la casa, por más que intentaran abrirse a Madrid. De hecho, cuando lanzaron la edición en Madrid, que fue un fracaso. Muchos catalanes dijeron que para leer lo de Cataluña en Madrid, preferían un periódico de Cataluña.

P: En 2011, en pleno procés, se crea la edición en catalán, subvencionada, con el lema de ‘ja era hora’. ¿Fue un repliegue simbólico?

R: Lo que llama la atención es que el conde no sabe hablar ni una sola palabra de catalán. No sabe decir ni ‘bon dia’, pero en esa voluntad de adaptarse al ‘oficialismo’, desde donde llegaban las subvenciones.

P: ¿Cómo era su relación con Javier Godó?

R: Nunca he cruzado una sola palabra con él. En 30 años, yo nunca le he visto. Fue una especie de consenso mutuo: ni yo tenía un especial interés en verle, ni parece ser que él me quería ver a mí. Una vez me mandó una carta diciendo que admiraba mis artículos. Me consta que los ojeaba, pero rápidamente iba a la sección de necrológicas, que es la que daba dinero.

P: En uno de sus últimos artículos, en Vozpópuli, hablaba de la rendición del diario al ‘pujolismo’ y citaba a Enric Juliana…

R: Le llamaba “tonto solemne”. De La Vanguardia surge el famoso editorial colectivo en defensa del Estatut, que firman todos los periódicos de Cataluña. La idea brota del tonto solemne de Enric Juliana y de José Antich.

P: La Vanguardia toma la iniciativa y el resto le siguen…

R: Mira, en el libro hago una referencia a que en Cataluña hay tres cosas inamovibles: el Barça, La Caixa y La Vanguardia. (...)"                                       (Entrevista a Gregorio Morán, Rubén Arranz, Vox Populi, 20/05/19)

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