"(...) Cuanto antes asumamos que a medio plazo no hay solución al conflicto y
nos pongamos a buscar una salida -que no es lo mismo- antes
comenzaremos a emerger del lodazal.
No hay solución por la vía
del acuerdo. A la propuesta de referéndum consultivo pactado, en los
términos defendidos por Rubio Llorente, se le ha pasado el arroz. Por
mucho que ahora, demasiado tarde, el independentismo que la despreció
como pantalla pasada intente resucitarla. Lo mismo le sucede a la
reforma federal de la Constitución, una propuesta que nunca salió de los
cenáculos federalistas. Hoy estamos mucho más lejos de una solución que
en setiembre del 2017.
Durante años han sido muchos los que han
menospreciado la profundidad del conflicto y la gravedad de sus
consecuencias, ninguneado al adversario, creyéndose sus propios engaños e
ignorando la realidad.
El independentismo, emborrachado por el
éxito de sus movilizaciones, se llegó a creer la ficción con la que
alimentaron la ilusión de su gente y la mantuvieron contra todas las
evidencias.
Menospreciaron a la mitad de la ciudadanía de Catalunya,
ignoraron la fuerza del Estado y generaron la ficción de una DUI exprés y
low cost con reconocimiento internacional. Leído ahora suena a
broma de mal gusto, pero en los momentos de éxtasis recordar estas
evidencias comportaba ser lapidado en el foro público de las redes
sociales.
El PP alimentó y vivió políticamente del conflicto con
el independentismo, negó reiteradamente su fuerza apostándolo todo a la
inminente bajada del “soufle”. Y cuando se vio desbordado delegó sus
responsabilidades políticas en los Tribunales de Justicia.
Si lo
recuerdo no es para echar la vista atrás, sino porque estos
comportamientos pesan como una losa y aún hoy condicionan la actuación
de sus protagonistas.
El independentismo, que aún no ha sido
capaz de asumir públicamente la inviabilidad de su proyecto ni sus
graves errores, está desnortado, solo cohesionado y a medias por la
solidaridad con los presos.
Continúan instalados en el mandato del 1 de
octubre, ignorando que no existe tal mandato democrático ya que se
sustenta en unas leyes, las del 6 y 7 de setiembre, claramente
inconstitucionales e ilegítimas al haberse aprobado pisoteando los
derechos de la mitad de la ciudadanía de Catalunya. Quizás por eso en su
relato pasan de puntitas sobre esos días, como si nunca hubieran
existido.
Además, sectores importantes del movimiento
independentista mantienen la llama del unilateralismo que, en su nuevo
relato ficción, espera el momentum para prender de nuevo.
Enfrente,
la santísima trinidad de las derechas que, para derrotar al
independentismo, apuesta por una sentencia ejemplar que en ocasiones
aparece, en sus palabras, más venganza que Justicia. Al mismo tiempo que
continúa sin presentar ninguna propuesta política y boicotea todas las
que presentan otros actores.
En este escenario, en el que no hay
solución, urge encontrar una salida, sino queremos que el conflicto se
cronifique y aumente la degradación social y política. (...)
Para encontrar una salida lo primero es invertir la tendencia, pasar
de la escalada a la desescalada del conflicto, un proceso que aunque no
lo parezca ya ha comenzado. En el mundo independentista continúan las
declaraciones grandilocuentes, pero en el terreno de los hechos los
actos de desobediencia son cosa del pasado y en su lugar hay asunción
del marco constitucional.
Al otro lado, tenemos un Gobierno de
Pedro Sánchez que, con el apoyo de Unidos Podemos y el PNV, ha generado
una fuerte discontinuidad en relación al ejecutivo de Rajoy y ha asumido
el riesgo político de buscar una salida.
Parece evidente que ello no es posible antes del verano. Serán determinantes los resultados de las urnas (...) Y será también muy importante la sentencia que dicte el Tribunal
Supremo que, entre la absolución y el delito de rebelión, tiene mucho
margen jurídico.
Ahora no es posible, pero cómo lleguemos a las
elecciones y cómo salgamos de las urnas, resultará decisivo para dar
continuidad a estos esfuerzos o para abortarlos por mucho tiempo. (...)
Ante la imposibilidad de una solución acordada, ha llegado el momento de buscar una salida, pactando el desacuerdo.
¿Qué
es eso de pactar el desacuerdo? Es lo que hacemos todos los días,
aunque no seamos conscientes de ello, en nuestras relaciones personales y
profesionales. Es muy habitual en política y un ejemplo son esas
farragosas declaraciones de las cumbres europeas, cuando no son capaces
de alcanzar un acuerdo. En la negociación colectiva es frecuente cerrar
un conflicto en el que es imposible el acuerdo, pactando el desacuerdo
para dejar abierta la vía al diálogo. (...)
Pactar el desacuerdo pasa por enfriar el clima, orillando el
conflicto de fondo, acotando y no exagerando el campo de las
desavenencias, buscando un espacio compartido en las reglas de juego
democrático que nos hemos dado entre todos. Se trata de evitar la caída
descontrolada por el tobogán de la degradación, de ganar tiempo, de
manera que si la solución no es viable ahora no se cierre para siempre
la puerta del dialogo.
Les advierto a los puristas, entre otros a
los que alzaron su voz contra la figura del “relator”, que pactar el
desacuerdo tiene un problema. Sus resultados son siempre técnicamente
imperfectos y políticamente feos, pero tienen la belleza de los retos
imposibles y las apuestas útiles.
Pactar el desacuerdo no es una
tarea que pueda recaer solo sobre las espaldas de políticos osados,
salvo que queramos llenar el cementerio de la política de políticos
valientes.
Es imprescindible la implicación de la mayoría. De la
ciudadanía que, con su voto, decidirá el camino a seguir en las próximas
elecciones, sea cuando sea que se celebren. Y de los medios de
comunicación, profesionales, analistas y tertulianos varios. Si
continuamos alimentando lo que Jordi Évole, en una brillante definición,
llamó el fast food de las polémicas, pactar el desacuerdo para buscar una salida será misión imposible. (...)
Los dirigentes independentistas afrontan el complejo reto de encontrar
el equilibrio entre la ética de sus convicciones y la ética de sus
responsabilidades. Las dos legítimas, por supuesto, pero de la dosis que
de cada una utilicen en su decisión se desprenderán consecuencias muy
importantes, entre ellas mantener la puerta abierta para buscar una
salida o que ésta se cierre por mucho tiempo." (Coscubiela, eldiario.es, 11/02/19)
No hay comentarios:
Publicar un comentario