"A casi nadie se le escapa que el “proces” se ha llevado buena parte de
la izquierda política social y sindical catalana y amenaza con hacerlo
con el conjunto de la izquierda española.
En Cataluña los conflictos
sociales se soterran, se obvian o se olvidan, se deterioran los
servicios públicos, se consolidan los recortes y se retrocede en
bienestar sin importar al Governni a ninguno de sus Consellers.
Esto mismo se va extendiendo a otros sitios de España, donde cuesta
hablar de los problemas de la gente, de cómo resolverlos, ya que el
conflicto catalán lo ocupa todo, entre el hartazgo de la gente y la
impotencia de ver sus demandas postergadas. Las elecciones andaluzas han
sido un claro ejemplo de ello. (...)
La sociedad democrática no necesita reconocerse la
identidad de forma exclusiva ni excluyente. La secesión nada tiene que
ver con la emancipación del trabajo, excepción hecha de pueblos
dependientes, ocupados violentamente e imposibilitados de desarrollarse
democráticamente.
Comparar esas situaciones con algunas identidades en
nuestro país es un insulto a pueblos como el kurdo, saharauis o
palestinos.
El éxito de algún proceso nacionalista en España no se
debe al nacionalismo ideológico de sus gentes, sino a la torticera
habilidad en plantear que teniendo su propio Estado y sólo por éso,
mejoraría la vida de la gente.
Y ésa es precisamente la estafa política.
Más claro: un gobierno catalán de derechas es preferible a un gobierno
español de izquierdas. Si se acepta eso, puede uno presumir de “indepe”. (...)
Se busca y se necesita que la izquierda defienda un Estado plural y
solidario, garante de libertades y de igualdad de hombres y mujeres,
proveedor de protección social y comprometido con un desarrollo
económico sostenible medio ambientalmente y políticas públicas que
consigan el Bienestar Social como objetivo prioritario. (...)
No nos convencen los cantos de sirena con los que el
nacionalismo pretende atraernos a los federalistas. Sabemos que el
federalismo no está en la hoja de ruta del derecho a decidir la
independencia ni en ningún referéndum de autodeterminación.
Nuestro
federalismo es unitario, solidario y bilingüe, en armonía y convivencia,
sin inmersión lingüística de ninguna de las lenguas cooficiales.
Sea como fuere, el mejor antídoto contra el
independentismo es una izquierda que ponga en primer plano la agenda
social de defensa de los servicios públicos esenciales: educación,
sanidad, bienestar social, dependencia y pensiones públicas, pero
también que reivindique que este país es nuestro también y no se lo
vamos a regalar a nadie."
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