"(...) Afirma que frente a lo que dicen los artífices del procés de que la base es el entusiasmo popular, hasta que el gobernó no se puso al frente no «cuajó»esta causa. ¿Los ciudadanos estaban realmente interesados?
Hay dos principios fundamentales en la explicación de los procesos
sociales: primero, no hay inmaculadas concepciones; segundo, son poco
frecuentes los supuestos de una paternidad monocausal. Cuando se cocina
el tema de la reforma del Estatut, el asunto no interesaba a casi nadie.
La respuesta social no puede entenderse sin un poderoso programa de
ingeniería social, coadyuvado por el contexto de oportunidad de la
crisis económica.
Refiere usted un baile de fechas considerable por parte de
los propios políticos independentistas sobre en cuál de ellas se puede
dar por iniciado el deseo de soberanía. ¿Entra esta discordancia en la
misma línea de «ilusiones»que señalaba al principio?
Es otra variante del tema de la racionalidad: no hay forma de tratar el asunto con herramientas empíricas.
Se ha instalado la tesis de una figura célebre por su habilidad con los pies de que «todo empezó con el Constitucional».
Lo que claramente choca con la evidencia de que las Diadas de 2010 y
2011 no se distinguieron de las anteriores; mientras que sí lo hizo la
de 2012 tras el congreso de CDC y la creación de ANC.
Hay una parte de la discordancia que es aceptable, como en otros
supuestos; y otra parte que no lo es porque es el resultado de una
dirección política que busca establecer una especie de teleología
inversa: las cosas tuvieron que pasar de esa manera para que llegáramos
al desenlace esperado, a la solución mágica.
La causalidad se construye al revés, de atrás hacia adelante, siguiendo el diagnóstico del historiador Lewis Namier:
los nacionalistas acaban por invertir los procesos cognitivos
recordando el futuro e imaginando el pasado. La genealogía secesionista
del procés es un caso de manual.
Señala usted «el qué» del procés,
que indica, es el ‘derecho a decidir’. ¿También en el ámbito de lo
ilusorio? ¿Cómo consiguió este concepto sustituir el concepto de lo
social por el de lo identitario?
Aquí tenemos que abrir otro registro, pero no muy lejano. Uno de los
rasgos de estos materiales cognitivos, la contrapartida epistémica del
populismo, es el oportunismo, siguiendo la máxima de que todo vale para
la causa.
Imaginemos que las averías ferroviarias que ha sufrido Extremadura
esta Navidad hubieran ocurrido en Cataluña: tendríamos un venero más
para el capital de los agravios. A la hora de buscar materiales para dar
verosimilitud al delirio, el nacionalismo catalán ha aprovechado la
figura del ‘derecho a decidir’ producto de diseño en el Euskadi de los
tiempos de Ibarretxe, en particular como subproducto del frente
nacionalista representado en el Pacto de Estella-Lizarra (Ibarretxe
sirve de aval al profeta catalán del ‘derecho a decidir’, Jaume López).
Una figura que se invoca precisamente para evitar los escollos del
derecho de autodeterminación y que resulta ser un endemismo politólogico
vasco catalán.
La conexión eusko catalanista, en la que han jugado un papel
fundamental sectores religiosos, es un elemento poco explorado y se
inscribe dentro de otra parcela oscura de la historia española reciente:
la nacionalización del antifranquismo que lavó las complicidades de las
burguesías respectivas y hurtó a la izquierda buena parte de su capital
de resistencia
El cambio de foco de lo social a lo identitario, que es lo que hace
el editorial conjunto, es un ejercicio socialmente bien conocido.
El proceso fagocita las energías de los indignados catalanes y su
neutralización es precisamente uno de los objetivos, como reconoció
explícitamente Santi Vila.
Este rubro tiene un corolario, la pregunta de ¿cómo una parte de la
izquierda, que no tiene con razón ninguna duda sobre el carácter del
nacionalismo español, ha asumido como propias las tesis etnicistas de
este catalanismo de ricos y reaccionario, bien representado por Torra o
por aquel historiador de Sabadell (ANC) que propuso excluir a Machado
del callejero por franquista?
La combinación de corrupción, privatización y recortes, incluidos los muy agresivos en la sanidad llevados a cabo por Boi Ruiz, ha sido neutralizada en el narcótico de la estelada. (...)"
(Entrevista a Martín Alonso Zarza, doctor en Ciencias
Políticas, licenciado en Sociología, Filosofía y Psicología, formó
parte del grupo de expertos de la Escuela de Paz de Bakeaz (Bilbao), Adelaida del Campo, ConfiLegal, 13/01/19)
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