"(...) Una de las señas del
nacionalismo catalán ha sido su oposición a distribuir la riqueza entre
los distintos territorios del Estado. ¿Por qué sus reivindicaciones
siguen asociándose a la izquierda?
La confusión de una buena parte de la izquierda es
trágica. El nacionalismo es lo contrario a la izquierda. Pero durante
años ha funcionado esa forma de intimidar que es llamar facha a todo
aquel que no comulgue con ruedas de molino. Por suerte, muchos estamos
perdiendo el miedo a eso.
A mí me da igual que me llamen facha si lo
hacen porque sostengo que quien paga los impuestos son los ciudadanos,
no los territorios, o que el español es un bien común, o que la
seguridad social debe ser única para toda España.
Y me da igual, porque
sé que más fachas son los que sostienen lo contrario. Fíjese, he dicho
“España” y no me ha salido urticaria. Hay una parte de la izquierda que
es consciente de esto. Pero otra sigue acomplejada.
La columnista Aurora
Nacarino-Brabo ha recordado que Quim Torra es autor de los “comentarios
más xenófobos acreditados por un dirigente político en Europa”. ¿Cómo es
posible que alguien de estas características gobierne hoy Cataluña?
Ilustra el deterioro de Cataluña. Mire, en Madrid
hemos tenido a un expresidente en la cárcel, por corrupción. Y nadie le
ha defendido, nadie ha atacado a los jueces, y nadie se ha puesto un
lacito. Nos ha parecido bien: si ha cometido un delito, que lo pague. Lo
de Quim Torra es lamentable, y peligroso.
Y que la gente le vote,
también. Y, por cierto, Torra resulta patético, como esos dirigentes
nazis bajitos, feos y morenos que hablaban de la raza aria. Que ese
señor hable de superioridad genética… No hay por dónde cogerlo. (...)" (Entrevista a Martín Casariego, escritor, Oscar Benítez, El Catalán, 16/10/18)
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