4/10/18

Josep María Pou: 'Lo que sí sucede y da pena es que, para evitar el conflicto con alguien que sabes que es más o menos exaltado, evitas la conversación. Hay una autocensura con temas que, desde hace dos años, es mejor no hablar. Y eso me jode mucho y condiciona la vida personal'

"(...)¿Cómo ha afectado el 'procés' a la cultura catalana?
Hay un parón evidente. Y lo más grave es que ese descenso de actividad se ha traducido también en un descenso de la asistencia del público. El primer trimestre de la temporada pasada, que coincidió con aquellas fechas del 1-O, sólo los cuatro teatros de Focus en la ciudad perdieron 24.000 espectadores. Si le sumas el resto... Es dramático. 
El público dejó de ir al teatro radicalmente, pendientes únicamente de la vida política del país. En Cataluña se vive un estado de angustia, incertidumbre e inquietud que no anima nada a ir al teatro, a cenar o a lo que sea. La cultura en Barcelona está pagando un peaje muy elevado por el procés
Le han ido a nombrar 'Catalán del año' en el año más complicado de la historia reciente de Cataluña...
Qué me vas a contar... Pensé que estaba en la lista para rellenar, nunca en mi vida he estado tan seguro de que no iba a ganar un premio, por eso me emocioné como pocas veces. Y lo agradezco especialmente porque ha sido un año en el que me han hecho sentir que soy un mal catalán porque no estaba de acuerdo con cómo se estaba llevando el procés ni con muchas de las cosas que se han hecho en su nombre. 
No quiere decir que no esté de acuerdo con el afán de replantear algunas cosas de la relación con España, pues todos los pueblos tienen derecho a revisar sus relaciones, pero evidentemente no estoy de acuerdo con actuar fuera de la ley.
 
¿Está tan dividida la sociedad catalana como a menudo parece desde fuera?
En los dos últimos años se han creado un clima de confrontación y dos equipos: ellos y los malos. Y eso afecta a cualquier familia o grupo, pero en la calle no existe ese clima. Veo canales de televisión en los que parece que en Cataluña nos estamos dando de hostias desde que vamos a comprar el pan por la mañana hasta la hora de la cena, y no es verdad. Desde fuera se exagera con eso, la vida diaria no ha cambiado tanto. 
El problema es que Cataluña vive ahora en el terreno de las emociones en lugar de en el de la razón, y eso es malo. Lo que sí sucede y da pena es que, para evitar el conflicto con alguien que sabes que es más o menos exaltado, evitas la conversación. Hay una autocensura con temas que, desde hace dos años, es mejor no hablar. Y eso me jode mucho y condiciona la vida personal.
 
En sus columnas de opinión en 'El Periódico' no se ha escondido...
Me insultan mucho en internet, de hijo de puta y traidor para arriba, en cuanto hago la más mínima referencia a mi disgusto con cómo se está llevando el asunto, pero es lo que hay. De todos modos, ahora soy algo más optimista, noto un cierto cambio en las formas y los procedimientos. 
 Me parece que los líderes independentistas están bajando a la realidad después de unos años viviendo en las nubes, desde dónde han engañado y mentido a muchos ciudadanos. Cosa que ahora reconocen hablando, como el señor Puigdemont, de plazos de 20 años. Ay, cuán largo me lo fiáis... En todo caso, me alegra que bajen a tierra.
 
¿Ve factible una solución negociada y próxima?
Tengo enormes esperanzas en que se va a encontrar un punto de confluencia a través de la mejor arma que tiene el pueblo: la política bien ejercida, que es el arte de la buena relación. En cuanto se aplique la política inteligente y no la de votos, se va a solucionar y creo que será en un plazo razonablemente corto. 
El clima tenso está mejorando. Este Gobierno es más sensible y el independentismo va asumiendo que no se va a independizar de esta. Empieza a entender que ha actuado como en una subida de fiebre de 40 grados, en la que parecía que todo era muy fácil... y no lo es."         (Entrevista a Josep María Pou, Iñako Díaz, El Mundo, 27/09/18)

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