6/7/18

Director de e-notícies: se mire como se mire el traslado de los presos a Catalunya es la última humillación del proceso. El Estado ha encargado a la Generalitat su custodia. ¡Los exconsejeros que proclamaron la República han acabado vigilados por los propios Mossos!. Es una paradoja cruel. Rufián ya no podrá decir que los "presos políticos" están "secuestrados". Para semejante viaje no hacían falta estas alforjas. Ha tenido un coste tremendo. Político, social, económico, institucional e incluso emocional. Tardará muchos años en superarse. No tiene arreglo fácil...

"Me sabe mal por Grabriel Rufián porque ahora ya no podrá ir por el mundo diciendo que los "presos políticos" están "secuestrados". Con lo bien que quedaba decirlo desde la tribuna del Congreso -o desde el escaño, da igual-, un plató de televisión o en un consejo nacional de Esquerra.

¡Ahora resulta que los presos són "rehenes" de la propia Generalitat!. Por supuesto, me alegro mucho por ellos. Y sobre todo por sus familias. Más vale estar en cárceles catalans que a 600 kilómetros de casa.

Pero a ver quién es el valiente que los libera. Porque se mire como se mire el traslado de los presos a Catalunya es la última humillación del proceso: ¿No queríais caldo? Pues dos tazas. El Estado ha encargado a la Generalitat su custodia. ¡Los exconsejeros que proclamaron la República han acabado vigilados por los propios Mossos!. Es una paradoja cruel. Ciertamente, el mundo da muchas vueltas.

Con el agravante que el objetivo del independentismo ya no es la República o la DUI sino la libertad de los políticos encarcelados o como mínimo su acercamiento. Y aunque lo pidan saben que la salida en libertad provisional no depende del Gobierno de turno sino del juez. O es desconocimiento o es mala fe. No sé que es peor.  Además, con siete fugados parece difícil que atienda las peticiones de la defensa.

En la fachada de la Generalitat han colgado precisamente una pancarta que dice eso: “Libertad presos políticos y exiliados”. Mientras que el presidente del Parlament, Roger Torrent, ha acabado su declaración este miércoles con la frase “Libertad y justicia”. Ni siquiera el tradicional “Visca Catalunya lliure”.

 En el acto en Sant Vicenç dels Horts en homenaje a Oriol Junqueras tampoco se atrevió.

Todo ello confirma lo que siempre he dicho: hemos hecho el negocio de las cabras. Para semejante viaje no hacían falta estas alforjas. Ha tenido un coste tremendo. Político, social, económico, institucional e incluso emocional. Tardará muchos años en superarse. Las heridas permanecen abiertas. No tiene arreglo fácil.

Hemos tirado por la borda no sólo la República de los ocho segundos -y la posibilidad de una Catalunya independiente a corto o medio plazo- sino también 40 años de autogobierno. Poco o mucho algo era. El Estado tendrá ahora siempre un ojo avizor. No va a tolerar más tentativas. Ya sabe también que la aplicación del 155 fue una balsa de aceite.

Hemos vuelto a los inicios de la Transición. Cuando se pedía la recuperación de las instituciones, la salida de los presos, el retorno de los exiliados. Los auténticos, no los de ahora. Casi aquel lema de la Assemblea de Catalunya: “Llibertat, Amnistia i Estatut d’Autonomia!”.

Al independentismo ya sólo le queda ahora quejarse, llorar e intentar curar las heridas. También buscar nuevos enemigos -el Rey ha sustituido a Rajoy- y confiar en Pedro Sánchez en la medida de lo posible. La desilusión llegará pronto porque Sánchez, como Rajoy, es presidente del Gobierno español. Lo que no ofrecerá serán milagros o la autodeterminación.

Catalunya no avanzará hasta que los mismos que nos han llevado hasta aquí admitan que, con el 47% de los votos, no es suficiente para declarar la independencia. Y, sobre todo, que dejen de intentarlo durante un largo período de tiempo. No se puede someter a los catalanes, de uno u otro lado, a una prueba de estrés continua. El país no lo aguantará.

Recuerdo un tuit de Jordi Sánchez, durante las declaraciones ante el TSJC, en el que se quejaba que el tribunal había prohibido a la presidenta del Parlament y al resto de miembros de la Mesa acceder al edificio como muestra de apoyo a Joan Josep Nuet, que declaraba en esa ocasión.

Se quejaba pero obedecieron. ¡Ni siquiera se atrevieron a subir los peldaños!. Felizmente ya se vio ese día que el independentismo no desobedecía. Ni pensaban ni podían desbordar al Estado. Podían habérselo pensado antes de tanto estropicio."                 (Xavier Rius, director de e-notícies, 04/07/18)

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