20/6/18

Aceptar que Cataluña es una nación (cultural) y que, por tanto, tiene derecho a constituirse en Estado (nación política) es contrario a los intereses de las clases trabajadoras de Cataluña y de toda España

"(...) Entremos en el tema de frente. ¿Es España una nación de naciones? Seguramente, podríamos dar muchas vueltas sobre el concepto nación y hasta podríamos encontrar una definición que permitiera esa afirmación.

 ¿Podríamos?

España es una nación política y se configura como tal a partir de la Constitución de Cádiz, donde los derechos forales se superan, con sus aciertos y con su sufrida historia durante el siglo XIX. 

Cuando Marx habla en sus artículos para el New York Daily Tribune de La España Revolucionaria, y sitúa la primera revolución del siglo XIX entre el 1808 y 1814, no parece dar a entender que existieran identidades oprimidas desde 1714. Tal vez se lo pasó por alto.

Yo, particularmente, diría que España es una nación de nociones, que cada uno es libre de sentirla a su manera: es decir, España no es patrimonio de nadie, no necesita nacionalistas, ni nacionalismo españolista, y, como dice Guerra –a la vejez viruelas, ahora despierta siendo, como es, corresponsable de la deriva del nacionalismo- el concepto de “patria es la igualdad entre todos los españoles”. Y yo añadiría que el único patriotismo posible es el patriotismo constitucional.

Esa izquierda, al alimentar la defensa de la plurinacionalidad de España con la consabida mochila del derecho de autodeterminación, y, ahora, una vez pasado por maquillaje, el dret a decidir, lo único que hace es alimentar a los nacionalismos de corte identitario o herderiano, xenófobo, por si no se entiende.

Aceptar que Cataluña es una nación (cultural) y que, por tanto, tiene derecho a constituirse en Estado (nación política) es contrario a los intereses de las clases trabajadoras de Cataluña y de toda España. 

El nacionalismo catalán –que sí que existe, son los nacionalistas los que crean la nación identitaria– no es un problema de hace cinco años, es un problema viejo, que hay que resolver. Pero la solución nunca será concederle una tras otra todas las reivindicaciones insolidarias que reclame.

Es hora de la existencia de una izquierda que diga, alto y claro, que España es diversa y plural, pero que, a la par, diga que no, que no es plurinacional, que queremos un Estado integral, como definía la Segunda República Española, y que se necesita una reforma constitucional que cierre el sistema autonómico -declarando la autonomías existentes, delimitando las competencias de las tres administraciones (estatal, autonómica y municipal), que implante un sistema fiscal igualitario, compensado y solidario para todas las autonomías, eliminando conciertos y cupos-, eliminando también, entre otras, la disposición transitoria cuarta.

Y ahí seguimos, pero como no creemos en milagros, sabemos que Garzón no sufrirá una cura de su ceguera consuetudinaria ante el nacionalismo, la misma que muchos progres. No caerá del caballo ni se le aparecerá Lenin, no. ¡Deberemos espabilar! (...)"           (Vicente Serrano. Presidente de Alternativa Ciudadana Progresista, Crónica Popular, 25/05/18)

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