24/5/18

Nadie que viva en Cataluña puede ignorar, a estas alturas de la película, que la xenofobia, el racismo y el odio contra los españoles son consustanciales al independentismo catalán. Torra ha esgrimido que tiene amigos españoles, como todos los racistas tienen un amigo negro. ¡No falla nunca!

"El nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña ha emulado a aquel director de La Vanguardia Española que se inmortalizó a sí mismo con la frase que encabeza estas líneas. A raíz de la campaña de protesta, capitaneada por Jordi Pujol, a Franco no le quedó más remedio que cesarlo. 

Ahora, en plena democracia, se ha hecho público que Quim Torra había apuntado, entre otras sandeces, "el fascismo de los españoles que viven en Cataluña" y no ha pasado nada. ¿Qué va a pasar? Es lo que tiene la libertad de expresión, sobre todo la que es de color amarillo; la otra... ya se sabe.

No acabo de entender el supuesto escándalo que ha provocado el conocimiento de los tuits y artículos del referido caballerete. Nadie que viva en Cataluña puede ignorar, a estas alturas de la película, que la xenofobia, el racismo y el odio contra los españoles son consustanciales al independentismo catalán de la misma forma que no hay leones vegetarianos. Lo escandaloso han sido las supuestas explicaciones que se han dado al respecto. 

Así, nuestro nuevo Galinsoga ha empezado por "lamentar mucho" como quien se siente irritado por haberle sacado a colación sus exabruptos siguiendo la técnica de culpabilizar a la víctima por haber denunciado la agresión o por ir con la falda muy corta. Acto seguido invoca su "trayectoria personal y profesional".

Es el mismo argumento que esgrimió el señor Salvadó, quien continúa siendo diputado por ERC tras conocerse su criterio de que el tamaño de las tetas era el mérito exigible en una mujer para ser miembro del Gobierno de Cataluña. Un expediente limpio como una patena llevado al traste por un simple desliz. Se invoca, en ambos casos, una esfera privada como Pujol invocaba la defensa de su familia como argumento para que sus hijos pudieran hacer negocios. Atacarles era una forma espuria de atacar a Cataluña. 

Por lo visto hay quien cree que trabajar en una multinacional, aunque sea suiza, concede patente de corso. Hay que minimizar a toda costa lo ocurrido en "seis tuits". ¡Por Dios vaya menudencia! Aparecidos "hace seis años". El pobre Torra se ha visto, según él, sometido a un proceso inquisitorial; todo porque le tenemos ojeriza. 

Obviando que en cualquier régimen democrático quien opta a un cargo público es convenientemente escudriñado; verbigracia las comisiones del Congreso estadounidense para refrendar los nombramientos.

 El cénit de la sinvergüencería se alcanza cuando el actual presidente emite el condicional de que "si alguien se ha sentido molesto". Porque, por lo visto, su intención no era molestar, sino simplemente desearnos los buenos días y preguntarnos qué tiempo hacia. ¿Se puede ser más ruin? Sí, se puede.

 Acto seguido pide disculpas porque, por lo visto, un mal siglo lo puede tener cualquiera, ¿no? Incluso ha esgrimido que tiene amigos españoles, como todos los racistas tienen un amigo negro. ¡No falla nunca! La guinda del pastel fue cuando Mònica Terribas quiso hacerse la periodista que fue y le preguntó además por los artículos que había publicado.

 La respuesta fue antológica. Ya se sabe, "los excesos" del periodismo, nos vino a decir; como si cuantos nos dedicamos a ello fuéramos pasados de gintónics a la hora de escribir o fuéramos un atajo de descerebrados."               (Manuel Trallero, Crónica global, 18/05/18)

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