"Ferran Monegal es uno de los críticos de televisión más populares
del ‘telehipódromo’ nacional. Fue el director y presentador de un
espacio mítico en BTV, Telemonegal, que rompió las fronteras de una
televisión local para ser referencia de los profesionales de este medio
en toda España. Tras unos años sin cámara ha vuelto a la pequeña
pantalla, a La Sexta.
Telemonegal está siguiendo la moda de miles de empresas y al
final también ha cambiado la sede social de Barcelona a Madrid. ¿Por
qué?
No ha quedado más remedio. Aquí, televisivamente hablando, no me daban
ni agua. Los periodistas somos como los equilibristas del circo:
necesitamos pista, que un empresario privado o un medio de comunicación
público monte la carpa, te contrate, y te permita trabajar con cierto
grado de libertad.
Tuve que cerrar Telemonegal en BTV en el 2013 y casi
cinco años después se ha abierto la puerta de La Sexta. Eso sí, he
tenido la suerte de mantener, desde hace veinticinco años, mi columna en
mi muy querido El Periódico, y también mis intervenciones en la radio
en el programa de mi también muy querida Julia Otero en Onda Cero.
Pero
en el panorama televisivo de Catalunya, por ser considerado
equidistante, y reconozco que me considero un apátrida, no de la gente
pero sí de la política, me quedé sin ‘pista’ televisiva. Estoy en esa
especie de lista negra, ya bastante abultada, de los que no comulgan.
¿Y qué ha pasado en el mundo audiovisual catalán para que un profesional tan reconocido como usted esté en la lista negra?
El mundo audiovisual catalán tiene muy poca energía, sobre todo tras
el intento fallido de crear una alternativa privada a TV3 desde 8TV. Yo
esperaba que se consolidara, más que nada por la buena salud mental del
país, para aumentar la pluralidad.
Pero no va por ese camino, y por eso
el panorama televisivo del país está prácticamente dominado por la
Corporación Catalana de Radio y Televisión, es decir TV3, Canal 33 y el
resto de cadenas de la Generalitat.
Y lo que debía ser la televisión
nacional de Cataluña se ha convertido en la televisión de una parte de
los catalanes. Han abrazado la misa, la fe y la eucaristía de una
parroquia ideológica determinada. Y los que no formamos parte de esta
religión, porque no creemos en ninguna y porque somos ateos,
sencillamente no existimos.
¿Cuál es el estado de salud de TV3?
El estado de salud de TV3, en lo económico, ahora es delicado. Con la
aplicación del artículo 155 las cuentas de la Generalitat están
intervenidas. Eso complica enormemente la aportación de partidas extras
de dinero público. Antes las inyecciones monetarias fluían que daba
gusto: los amos, o sea, el Govern, engrasaba su correa de transmisión,
particularmente TV-3, con mucha alegría. (...)
Hace unos días explicó en su columna en El Periódico el caso
de Rosa Maria Sardà. Esta actriz fue a Al rojo vivo, habló sobre la
situación política en Cataluña, y el sector nacionalista le linchó en
las redes sociales. Y luego el programa de TV3 Polònia se apuntó a la
fiesta e hizo un gag muy poco elegante parodiando a Sardà. ¿Ha perdido
este programa satírico cualquier clase de equidistancia?
Lamentablemente es así. Yo era un gran fan de Polònia, y lo sigo
siendo, pero me entristece que se hayan sumergido en la trinchera.
Antes, y no hace mucho de esto, mantenía ese equilibrio en el momento de
repartir los bastonazos. El arte de la sátira es saber repartír la
mordida.
¿Qué ha pasado?
La situación en Cataluña se ha polarizado y TV3 trabaja como una
máquina solamente al servicio de una idea concreta. Vive en una burbuja
enquistada en una idea, y Polònia también ha sucumbido y vemos que temas
que los podría tocar de manera hilarante, cómo todo lo que ha pasado en
Bruselas, los tocan con el tamiz de víctimas. Van a la ópera, pasan
fines de semanas en chalets extraordinarios, pero en la burbuja de Sant
Joan Despí son tratados como víctimas.
Han perdido la equidad.
En cambio todo lo demás es el 155. Los no comulgantes son equiparados
al 155, los que somos ‘ateos’ y no seguimos la senda que un determinado
sector ideológico marca nos señalan como si fueramos una especie de
‘malos catalanes’.
Y, lamentablemente, personas como Joan Manel Serrat o
la misma Rosa Maria Sardà, que han expresado una idea distinta a la que
interesa imponer, han sido llamados de todo. A ella la han dicho en las
redes sociales “borracha”, “botiflera”, “momia” y un rosario de
insultos sin justificación. Triste, muy triste.
¿Cómo fue lo de Polònia?
En un gag le entregan a Soraya Saenz de Santamaría la cruz de Sant
Jordi que devolvió Rosa Maria Sardà por no estar de acuerdo con el rumbo
de la Generalitat actual, y que tenía su nombre grabado. Y una de las
actrices de Polònia le dice a Soraya “Es que Rosa Maria Sardà es un
anagrama de Soraya Sáez de Santamaría”.
Es una manera de asimilar a Rosa
Maria Sardà con los “malos” que han venido con el 155. Si en los
próximos años las facultades de periodismo quieren hacer una labor
interesante invito a que se analicen cómo todo el aparato de TV3 se ha
transformado en una fabulosa máquina de agitación y propaganda. Y
alguien deberá analizar el grado de influencia que han tenido los
tamborileros de Sant Joan Despí en todo el procés.
En cómo una idea
política, una idea determinada de país, tan respetable como otras, ha
sido transformada en credo, en la religión verdadera y única. Todo el
‘apparat’ que conforma los medios de comunicación de la Generalitat ha
funcionado como una gran empresa o agencia de publicidad al servicio, e
impulso, de una determinada ideología. TV-3 ha perdido, conscientemente,
la transversalidad. Se dirige solo a una parte del país.
¿Hay algún programa en TV3 que sea un oasis dentro de tanto ‘pastoreo’?
No hay oasis en las guerras. Hay trincheras. Los espectadores, la
audiencia, vivimos emparedados por las dos grandes cadenas públicas: TVE
y TV-3. En La Sexta Noche, en ‘Monegal sin filtros’, suelo hacer el
ejercicio –que ya hacía en Telemonegal—de comparar informativos.
Los
Telediarios (TVE-1) con los Telenotícies (TV-3). Mismo día, misma hora,
misma noticia, y resulta que la noticia no parece la misma. Ves y
escuchas cómo te la cuentan en el Telediario de las 21 horas, y en el
Telenotícies vespre, y si no tomas precauciones puedes acabar ingresado
en una clínica. Las interpretaciones no es que sean variadas, son
totalmente divergentes. No coinciden ni en los datos.
En todo el
telehipódromo la única cadena que se ha transformado en referente
informativo es La Sexta. Lo han conseguido en un tiempo récord. No son
perfectos. Cabe la crítica. Pero hay un hecho incuestionable que
reflejan los audímetros: ante un suceso relevante, sobre todo político,
una notable parte de la audiencia sintoniza esta cadena para informarse. (...)
No solo La Sexta ha aumentado la audiencia, también TV3…
Naturalmente. La parte de Catalunya a la que TV-3 ahora sirve es muy
fiel a la cadena de Sant Joan Despí. Supongo que cuando baje la tensión
informativa las audiencias volverán a la normalidad. Antes la normalidad
era que TV-3 ganaba por dos décimas a Tele 5. Incluso hubo meses en que
fue Tele 5 la que ganó por dos décimas a TV-3.
Pero el procés ha
dotado a TV-3 de una bolsa de audiencia fiel de más de un millón, quizá
dos. Y los fieles tienen eso, que son “fieles”, por eso cuando llegan a
casa le dan al botón de TV3 y no al de otras cadenas que la polarización
político-religiosa ha conseguido que se consideren “extranjeras”. Así
está el patio televisivo." (Sergio Fidalgo, El Catalán.es, 13/01/18)
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