"El actual deterioro conceptual y social del independentismo
tiene que ver con factores múltiples y uno de los fundamentales es la
desvinculación de las clases medias.
Otro factor, mayor o menor, es la
insustancialidad intelectual de sus formuladores más visibles, algunos
de los cuales están dando marcha atrás aunque, evidentemente, obvian su
responsabilidad y atribuyen la crisis secesionista a errores políticos
que en el pasado merecieron su adhesión total.
Estas cosas ocurren en
las mejores familias. Al saltar de un tren a otro, el propagandismo
acostumbra a prescindir del pudor. Sin una concepción rigurosa, a golpe
de improvisaciones desde los tiempos de Artur Mas, la argumentación
independentista fue pasando a manos de los freakies o de los
arribistas que daban codazos para estar en la primera fila de lo que
veían a punto de convertirse en realidad.
Ocurrió con la conmemoración
oficialista de 1714 y fue degenerando hasta las tesis de que Cervantes
era catalán, que los catalanes habían descubierto América o que la
inmensa mayoría de los catalanes deseaban vivir en un Cataluña
independiente. (...)
Si la independencia está a dos pasos y con el apoyo de una inmensa
mayoría de catalanes, ¿cómo se explica que Puigdemont quiera crear un
Estado independiente y simultáneamente representar al que ya considera
obsoleto y antidemocrático?
Y mientras tanto, ERC —por un proceso tal
vez explicable pero de mecanismos confusos— sigue atrayendo más votos
por la ambivalencia de un Oriol Junqueras que va buscar pactos
económicos a Madrid y aquí mantiene el silencio de una tumba, a la
espera de atraer a la vez a los votos del pujolismo y de la CUP. " (Valentí Puig, El País, 18/11/16)
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