«HARÉIS y diréis cosas que nos helarán la sangre». Palabras dirigidas
por Pilar Ruiz, madre de Joseba Pagaza, a Patxi López tras el asesinato
de su hijo y a la vista de las primeras traiciones del socialismo vasco
a la memoria de las víctimas.
Confieso que me resulta tremendamente doloroso analizar el contenido
del acuerdo de gobierno alcanzado entre el Partido Socialista de Euskadi
y el Partido Nacionalista Vasco. No porque no resultara previsible que
el deterioro del socialismo en España pudiera caer tan bajo, sino porque
una nunca está preparada para aceptar que no haya servido para nada
todo el dolor, toda la lucha lucha, todo el sufrimiento de tanta
buenísima gente que defendió desde Euskadi la España plural y
democrática.
Estoy desolada desde que leí los papeles del acuerdo. Y siento una
enorme impotencia pues temo que no hay nada que yo pueda hacer para
corregir el rumbo de una avalancha que arrastra y embadurna de lodo la
gesta de los mejores vascos, de todos los que lucharon contra el brutal
terrorismo para defender la democracia y los derechos de ciudadanía que
acabábamos de recuperar tras la larga dictadura.
Pero no me resigno y vuelvo a utilizar este espacio en el que puedo
poner negro sobre blanco lo que siento y lo que pienso de este innoble
acuerdo en el que los socialistas vascos han renunciado a defender la
justicia y la igualdad optando por blanquear la historia del terrorismo,
a la vez que asumían el modelo histórico del nacionalismo que aspira a
mantener y reforzar los privilegios de los vascos frente a los derechos
del resto de españoles.
Sé que remo contra corriente porque los más ya han decidido que el
contenido de esas 70 páginas es un «buen acuerdo para España». Incluso
aquellos que lo critican ferozmente en privado han optado por decir en
público que es mejor un acuerdo del PNV con el PSE que uno con Bildu o
con Podemos… Como si eso fuera lo que estamos juzgando…
O como si
alguien puede creer a estas alturas que el PSE se ha sentido obligado a
sumarse a las tesis nacionalistas del PNV para «salvarle» de sí mismo;
o, como ha declarado Idoia Mendia «para frenar a los que sólo quieren
humillar a los nacionalistas».
Creo que la verdad es otra: el PSE ha
sido salvado por el PNV de la debacle electoral y del invierno en el que
iba a vivir desde la oposición marginal a la que le condenaron sus
electores: nueve diputados, el peor resultado de su historia, y empatado
a escaños con el PP.
Por otra parte, no llego a comprender por qué es mejor para los
españoles, vascos incluidos, que el PSE blanquee el discurso y los
objetivos políticos –que ahora son comunes con el PNV–
prostituyendo el
lenguaje para engañar a la gente llamando a las cosas por los nombres
que no son. ¿Qué significa que el acuerdo proclame el derecho a decidir o
el reconocimiento de que Euskadi es una nación? Los socialistas dicen
que sólo han acordado que hablarán de ello en la ponencia…
Pero el PNV
ya ha explicado que no han renunciado a la consulta habilitante y la
defenderán en la ponencia en cuanto se constituya; y que el resto de
propuestas serán presentadas por ambos partidos. Urkullu también ha
querido ayudar: «Exigiremos mecanismos de bilateralidad efectiva con el
Estado que garanticen el cumplimiento de lo pactado». Está claro, ¿no?
También se han comprometido a «profundizar» el autogobierno para
blindar los ancestrales privilegios del «pueblo vasco». Pero, para
tranquilizarnos, nos dicen que todo será dentro de la ley, «no como en
Cataluña…».
Luego hemos de entender que los socialistas van a proponer
una reforma de la Constitución que legalice la desigualdad de derechos
entre ciudadanos y reconozca que una parte de ellos puede pronunciarse
en solitario sobre algo que compete y afecta a todos los españoles. Pues
qué quieren que les diga: esto no me tranquiliza nada. (...)
En fin, que el panorama no puede ser más desolador. Porque, con todo, lo
peor no son las concesiones del Partido Socialista al Partido
Nacionalista Vasco. El verdadero problema es que la izquierda no tiene
una propuesta seria de España.
Por eso triunfan las tesis de los
nacionalistas y populistas en general ,mientras se nos va por el desagüe
la incipiente ciudadanía española que veníamos construyendo desde la
Transición. Pero esta última reflexión, que aborda el origen del
problema, requiere otro artículo.
Cierro éste con una reiterada llamada
de atención: Ojo, el pacto entre socialistas y nacionalistas vascos
proclama la desigualdad de derechos y maquilla la historia de ETA. Eso
no es bueno para España. Ni decente." (Rosa Díez, El Mundo, 25/11/16)
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