27/10/16

La concepción fascista de la 'mayoría' nacionalista', aunque no sea mayoría...

"El miércoles 3 de agosto coincidí en la tertulia de El Món a Rac1 con Marta Pascal, flamante coordinadora del Partit Demòcrata Català (PDC). 

Mantuve con ella un intercambio de impresiones que creo que vale la pena reproducir tal cual, pues pone de manifiesto hasta qué punto los independentistas tienen interiorizada la ominosa doctrina decisionista de Carl Schmitt, que supone la destrucción de la Constitución y del Estado de Derecho y la sustitución de la institucionalidad deliberativa por la democracia aclamativa de las muchedumbres en plazas y calles.

A cuento de la polémica sobre el fallido intento del PDC de obtener grupo propio en el Congreso, Pascal traía a colación unas supuestas palabras del diputado del PP Pablo Casado, que habría exigido a los nacionalistas que se retractasen de su voto en el Parlament a favor de la desconexión unilateral con la legalidad española. Pascal acusaba a Casado y, de paso, al Tribunal Constitucional (TC) de tratar de impedir el debate en el Parlament y en la calle, a lo que yo repuse:

-Lo que se está intentando impedir por el TC es que ustedes tomen decisiones más allá de las competencias que tiene el Parlament, que vulneren la legalidad, no solo la Constitución sino también el Estatuto de Autonomía, y que tomen decisiones como si tuvieran la mayoría que no tienen para tirar adelante su proyecto político.

-Nosotros estamos situados en un clamor (sic), que nos dice la gente: “Escuchad, dad salida política a un nuevo Estado para Cataluña”, y nosotros a través del Parlament y de las instituciones y haciendo caso absoluto a la voluntad de la gente -con el 47,8% de los votos, conviene recordarlo- le estamos dando viabilidad. 
Y yo no quiero formar parte de un Estado que a sus parlamentarios no les deja hacer el debate ni les deja tomar decisiones en base a una mayoría parlamentaria que existe, porque la mayoría parlamentaria de 72 diputados sale de la gente el 27 de septiembre (2015).

-Esa mayoría que no les permite ni siquiera hacer una ley electoral catalana -la mayoría cualificada que establece el Estatut para la toma de decisiones de especial trascendencia es de 90 diputados-, ¿me está diciendo que les permite tirar adelante un proceso de desconexión con la legalidad española e internacional? No me parece demasiado coherente.

-Usted, que conoce los sistemas parlamentarios, sabe que si tienes la mayoría absoluta puedes tirar adelante determinadas leyes… ¿Estamos de acuerdo o no?

-Determinadas leyes, según sus competencias. Exactamente.

-Pues están las leyes de mayoría cualificada, por ejemplo, vale, el caso de la ley electoral…

-¡Ah, la independencia no necesita una mayoría cualificada…! Yo pensaba que era una decisión de especial trascendencia.

-La independencia lo que necesita es que la mayoría esté situada en las calles y las plazas (sic), y lo que usted me demuestra es que se pasea poco por las calles y plazas de este país.

Escuchando de nuevo la tertulia, me doy cuenta de que tienen razón quienes me acusan de hablar demasiado. Está claro que debería hablar menos y dejar que los políticos y tertulianos independentistas con los que coincido diariamente se despachen a gusto, pues su discurso de un tirón, sin interrupciones, resulta demoledor para su propia causa. 

El discurso de Pascal, por ejemplo, es fiel trasunto del deterioro que de un tiempo a esta parte viene sufriendo el debate público en Cataluña. Le digo que no tienen mayoría suficiente para hacer lo que están haciendo y ella me recrimina que pasee poco. Alucinante. 

 Si no fuera porque es dramático, resultaría hasta divertido. En todo caso, señora Pascal, le aseguro que pasearía hasta la extenuación siempre que nuestros gobernantes se comprometieran, a cambio, a respetar la Constitución, el Estatuto de Autonomía y las resoluciones del TC, que son las bases de nuestro Estado democrático de Derecho y la garantía de nuestros derechos y libertades fundamentales como ciudadanos.

 Por cierto, en la misma tertulia el periodista Vicent Sanchís me recriminó mi propensión a defender la Constitución en los debates en los que participo, tildándome de “pesado” por decir “siempre lo mismo”. 

En otras muchas ocasiones me he encontrado en debates con políticos y comentaristas reconviniéndome ora con paternalismo, ora con indignación por mi defensa de la Constitución como si, en lugar de defender el cumplimiento de la ley, estuviera defendiendo el tráfico de drogas, la trata de blancas o, en cualquier caso, algo muy grave.

 ¿Acaso alguien se imagina ese tipo de reprimendas en algún otro país civilizado, Estados Unidos por ejemplo? Come on, look at you. You are always defending the Constitution, for God’s sake! Please stop it! Quizá algún día Donald Trump… Hasta ese punto de degradación pública hemos llegado en Cataluña al calor del proceso."            (Nacho Martín, 10/10/16 . Artículo publicado en catalán el pasado 21 de agosto en la edición digital de El País)

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