“La Diada y el día después” es el título de un artículo en defensa del
DDD [derecho a dividir-decidir] publicado por la alcaldesa de Barcelona
en el global-imperial del pasado sábado 10 de setiembre [1]. (...) unos breves
comentarios:
1. Seguimos sin saber la posición de Colau y Barcelona en comú
respecto al tema-monotema más allá de la apelación a “que el pueblo
decida”. Supongamos que hablamos de cualquier otro tema, de la educación
por ejemplo.
En .Cat, como en el resto de España, hay grupos sociales
partidarios de la privada-privada (Aula, la opción familiar de Artur Mas
por ejemplo); otros de la privada concertada (no cito nombres) y otros,
finalmente, de la pública. El contenido de clase e ideológico es
manifiesto en la opción.
¿Pueden imaginarse una fuerza de izquierda que
no manifestara su opinión sobre este asunto y dijera que la ciudadanía
ya decidirá en su momento qué opción le parece la mejor o la más
necesitada de apoyo? Si lo apuntado parece (porque es) un disparate, ¿a
qué viene ocultar -o decir sí para mañana decir no o no exactamente así -
la opción defendida en el asunto que nos tiene entre manos? ¿O no hay
opción porque se intenta encontrar apoyos y electores en todas las
opciones?
1.1.En ocasiones, parece que Colau y los comunes
apuestan por una República confederada con el resto de España (o con
otras Repúblicas confederadas). Si hay un sistema político
intrínsecamente inestable, ese sistema es una confederación. Estados
Unidos empezó siendo una confederación y ahora es una República Federal.
Lo más parecido a una confederación es la Unión Europea. (...)
En el fondo de lo escrito: Cataluña es una nación y, por tanto, se
puede hablar tranquilamente de Cataluña y lo otro, sin precisar nunca,
es una cosa muy rara a la que, como “siempre” hemos hecho, seguimos
llamando “Estado español” porque España es palabra de fachas y afines.
Vamos, lo de TV3: llueve en Granollers y nieva en el Estado español para
informar que nieva en Jaca.
3. La ausencia de críticas a la
derecha catalana y sistemas políticos afines. Lean el artículo. Vean
como deja Colau a la derecha española y vea también la total ausencia de
referencias críticas a la derecha catalana que, según las últimas
investigaciones empírico-científicas, son gente de otra pasta, más
humanistas, más generosos, más modernos, ángeles sociales. Otra clase
social. Un Millet, por ejemplo, poco tiene que ver con un Pérez o con un
Rato. Es català i viu i treballa a Catalunya! (...)
5. Pueblo-ciudadanía como un todo uniforme. No es un caso singular el de
Colau por supuesto. Pero la permanente consideración de la población
catalana en términos de pueblo o de ciudadanía diluye, por arte de magia
lingüística, la existencia de clases sociales y promueve la
construcción social, como dicen ahora algunos, de un pueblo catalán del
que todos formaríamos parte, un sólo pueblo, un sólo país: Pujol, Mas,
Millet, Fainé, trabajadores en precario, trabajadores en paro forzado,
mujeres en la economía sumergida, estudiantes en búsqueda de contratos
temporales de 10 horas y 15 minutos,la multinacional Barça-Qatar,… Todos
a una, todos somos un único pueblo que aspira a una Cataluña perfecta.
Así, pues, adelante, a por ellos, a por quien sea. (...)
No es que uno pretenda ser un defensor de la derecha española pero
afirmar lo que se afirma sobre ella en los últimos 150 años parece
olvidar las diferencias entre la estructura del Estado español en la
segunda mitad del XIX, pongamos por caso, y la del Estado autonómico de
2016, que sin ser ninguna maravilla político-social no es, desde luego,
el estado más centralista del mundo-mundial.
c) Por lo demás, la
permanente mirada homogeneizadora de la derecha española es más que
discutible; en cambio, no lo es tanto la permanente mirada
homogeneizadora de la derecha catalana y grupos próximos sobre la
población o el pueblo catalán, pensándolo o aparentándolo, como un
pueblo idéntico a lo largo de los siglos, un pueblo con una especie de
unidad singular de destino en lo universal. (...)
Sin ocultar responsabilidades, la actual desafección catalana tiene uno
de sus detonantes principales en las fuerzas secesionistas catalanas que
-desde hace muchas décadas- aprovechan cualquier ocasión, la que sea,
para liarla y probar-demostrar (falsamente) que España es un país de
brutos y zafios y Cataluña es la modernidad ilustrada.
Luego, por tanto,
fuera, lejos de aquí, a crear un Estado propio (lo que Colau votó el
9N). Con los españoles, no podemos entendernos. Tienen memes de cabreros
y conquistadores, son otra cosa (un historiador famoso y supuestamente
de izquierda afirmó algo parecido). (...)
Muchas líneas para reivindicar el derecho de autodeterminación que no
cuadra en absoluto con la situación de Cataluña en el actual marco
español aunque se fuercen una y mil veces las cosas. La última
observación sobre este nudo, la de la delegada de la ANC en Madrid que
declaró el pasado 10 de setiembre que -tomen nota, va en serio-
“Cataluña era la última colonia que le quedaba a España”. ¡Colonia (no
en sentido de perfume), la última!
Ya lo saben: los catalanes estamos
colonizados por el Imperio español. ANC dixit y punto. Carme Forcadell
ya nos advirtió de ello hace unos meses: ¡somos esclavos de los
españoles, de los ñoles”. Por lo demás, esos grandes dotes de escucha y
diálogo a los que se hace referencia casan muy mal con las urgencias de
los planes secesionistas y con la participación en sus actos políticos. (...)
En síntesis: primero dividimos España en cuatro o cinco naciones. Luego,
ejercemos el derecho de autodeterminación en cada una de ellas. Y
luego, si es el caso, nos juntamos o nos separamos o hacemos los que no
vengan en gana en función de nuestros deseos más o menos mayoritarios.
Si la cosa se hace como se viene haciendo desde el 27S (perdieron su
referéndum pero siguen con el “proceso”), ya podemos imaginar en que
lodazal nos van a ubicar. Un lodazal, como se sabe, de imposible
reparación. No es como votar equivocadamente a Barcelona en comú, mi
caso, pensando que eran algo que ya no son o que no han sido nunca.
(...) ¿a qué viene esa reivindicación cansina de la España plurinacional?
España es un país de países, dicen, en España coexisten varias naciones.
Vale. ¿Y qué pasa? ¿Qué hacemos? ¿Nos damos tortazos entre nosotros o
intentamos convivir?
¿No ha pensado Colau que esa heterogeneidad de la
que habla también se da en el interior de las naciones que componen el
país en conjunto? ¿Reconoce Cataluña su propia plurinacional o en este
caso ya no vale y somos “un sólo pueblo, queramos o no queremos”? ¿Pero
no se está criticando el uniformismo? (...)" (Salvador López Arnal
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