"(...) Ángel usó una metáfora para situar el catalán en su contexto
histórico: los catalanohablantes fueron mordidos por una serpiente.
Cuando a alguien le ha mordido una serpiente, cualquier cosa alargada y
delgada que se mueva en la penumbra puede ser otra serpiente.
El temor a
repetir una situación dolorosa es algo muy humano y no lo cambiaremos.
Lo que tenemos que hacer es trabajar con ello. Porque esto es
exactamente lo que han hecho los nacionalistas.
Sabiendo muy bien del
dolor que causó la serpiente en los catalanohablantes, se han pasado 40
años diciendo que seguimos estando rodeados de serpientes al acecho. Han
inventado todos los mordiscos y todos los venenos habidos y por haber y
repiten incesantemente que esto está sucediendo ahora.
La meta es
reproducir incesantemente en el imaginario colectivo nacionalista que la
lengua catalana sigue igual de asediada por parte de España y los
españoles que durante el franquismo. Y todos aquellos que lo creen de
buena fe es porque el relato de la serpiente acechante es lo único que
oyen desde hace cuatro décadas y están atenazados por el miedo.
Así pues, la manipulación lingüística de los nacionalistas no se da
sobre un vacío. Ha habido un 'dolor de lengua' real que todo el que lo
ha sufrido está inclinado a pensar que puede repetirse. Y aquí es donde
entra la manipulación nacionalista, sobre este temor.
Al español, efectivamente, se le excluye pero al catalán se lo
manipula. En mi opinión, deberíamos realizar un giro y focalizar
nuestros esfuerzos primero en abordar la manipulación del catalán y su
realidad actual, muy distinta del relato de la serpiente.
La clave para empezar a desenredar la madeja lingüística puede muy
bien encontrarse en el catalán, no en el español. Deberíamos plantearnos
el tener como primera meta desmontar su argumento principal: la
serpiente --el Estado, España, los españoles-- siguen mordiéndonos; nos
defendemos porque la lengua está siendo tan atacada y sus hablantes tan
humillados como entonces.
Es en base a esta idea que se edifica toda la
política lingüística. Por ello, porque son los cimientos, creo que es
este imaginario el que tiene que poder ser deconstruido en primer lugar
aunque ello signifique poner el español a un lado, no hablar de él,
hasta el momento adecuado, el cual sería una vez hayamos logrado matar
la serpiente.
Matar la serpiente significa conseguir que una mayoría de la opinión
pública catalana se convenza de que España ha dado muerte al réptil y
que nadie va a dañar más al catalán y sus hablantes. Para ello, debe
hacerse algo más que decir que no existe ninguna serpiente, incluso
demostrarlo con datos porque esto ya se ha hecho y resulta insuficiente.
De lo que se trata, en mi opinión, es de demostrar de forma activa,
con hechos, palabras y gestos simbólicos por parte del Estado que la
vigencia de la temible serpiente es una manipulación nacionalista para
privar a la sociedad catalana de su secular bilingüismo y catalanizarla
de forma excluyente. Para ello, es necesario un plan global para las
lenguas de España, que posibilite un cambio de estrategia a los partidos
pro-bilingüismo.
Como he desarrollado en otros artículos, mi propuesta para ello es la
Ley de Lenguas, la cual tiene como primera meta centrarse en el catalán
para lograr matar la serpiente. Ello posibilitaría, en una segunda
etapa, legislar también a favor de los derechos lingüísticos de los
castellanohablantes en Cataluña.
Una ley de derechos lingüísticos en
España sería de tal calado que, para poder aplicarse, necesita una
mayoría de ciudadanos catalanes convencidos de que la mortífera
serpiente ya no existe. Y esto lo lograremos si los ciudadanos catalanes
ven y escuchan un Gobierno central interesado activamente por las
lenguas de España.
Desde mi punto de vista, debe haber dos etapas: solo
matando la serpiente primero allanaremos el camino después para poder
instaurar de forma efectiva los derechos lingüísticos de los ciudadanos
castellanohablantes. (...)" (Mercè Vilarrubias , Crónica global, 17/12/15)
No hay comentarios:
Publicar un comentario