Carmen Gisasola, fotografiada el pasado viernes en San Sebastián. / javier hernandez juantegui
"CARMEN Guisasola es una persona famosa. En nuestros días. Porque
durante mucho tiempo vivió en el extremo contrario, en la clandestinidad
hermética y forzosa. Desde que el año pasado salió de la cárcel aparece
con relativa frecuencia en los periódicos. Ayer la entrevistaba el
diario El País.
Lo hacía, naturalmente, con la retórica que se emplea
con las personas famosas, incluido el posado falso casual sobre un
paisaje de muros húmedos y desconchados, abertzale, que habrá costado
encontrar en la ya muy limpita y burguesa San Sebastián.
No discutiré la
oportunidad de la entrevista. Ni, mucho menos, la fama de la señora
Guisasola. Todo lo contrario: lo que creo es que sus apariciones en los
medios no hacen, precisamente, justicia a su fama. Parece indiscutible
que si ayer ocupaba de arriba abajo la portada del diario más difundido
de España se debe a su carácter de arrepentida. Bien está.
Pero eso
supone, siendo generoso, el 50% de su fama. El otro 50% debería provenir
del objeto de su arrepentimiento, que son sus crímenes, entre ellos
cuatro asesinatos por los que fue condenada a 24 años de cárcel, y de
los que se da escueta mención en media línea.
Así pues no tengo más remedio que dar una rápida instrucción
odontológica para este género de los arrepentidos que se está
imponiendo. Se funda en un respeto elemental al orden cronológico de los
hechos e incluso a la retórica elemental de la confesión.
Primero la muerte –descrita como no está– y luego el yo pecador —descrito como está—. Primeras cinco preguntas, por lo tanto: qué, quién, cómo, cuándo y dónde de la muerte. Si no se le ocurren al periodista, que es muy posible, deberían ocurrírsele al arrepentido. En especial, para que el lector juzgara la calidad de su arrepentimiento.
Instrucción aparte, tengo una sugerencia que facilitaría mucho las cosas a los prohombres de la información. Una lista de ex asesinos. Están de moda las listas y no entiendo cómo no se le ha ocurrido a nadie.
Pero lo cierto es que, interesado por el asunto gracias a la entrevista (¡efectos colaterales!), no tengo dónde buscar fácilmente los crímenes de Carmen Guisasola. Por el contrario, los nombres de sus víctimas están a un tiro de web. Me dice la abogada Carmen Ladrón de Guevara que mi sugerencia es complicada, por la ley de protección de datos. Claro: no hay ex muertos.
La perversa confusión de que la memoria de los muertos sea compatible con el derecho al olvido de los que siguen viviendo." (Arcadi Espada, 03/11/2015)
"CARMEN GISASOLA. Exmiembro de la cúpula de ETA: “Siento no poder reparar lo irreparable”
Primero la muerte –descrita como no está– y luego el yo pecador —descrito como está—. Primeras cinco preguntas, por lo tanto: qué, quién, cómo, cuándo y dónde de la muerte. Si no se le ocurren al periodista, que es muy posible, deberían ocurrírsele al arrepentido. En especial, para que el lector juzgara la calidad de su arrepentimiento.
Instrucción aparte, tengo una sugerencia que facilitaría mucho las cosas a los prohombres de la información. Una lista de ex asesinos. Están de moda las listas y no entiendo cómo no se le ha ocurrido a nadie.
Pero lo cierto es que, interesado por el asunto gracias a la entrevista (¡efectos colaterales!), no tengo dónde buscar fácilmente los crímenes de Carmen Guisasola. Por el contrario, los nombres de sus víctimas están a un tiro de web. Me dice la abogada Carmen Ladrón de Guevara que mi sugerencia es complicada, por la ley de protección de datos. Claro: no hay ex muertos.
La perversa confusión de que la memoria de los muertos sea compatible con el derecho al olvido de los que siguen viviendo." (Arcadi Espada, 03/11/2015)
"CARMEN GISASOLA. Exmiembro de la cúpula de ETA: “Siento no poder reparar lo irreparable”
Carmen Guisasola (Markina, Bizkaia, 1958) entró en ETA
en su juventud, durante la Transición. Pronto pasó a la clandestinidad y
según la policía alcanzó responsabilidades en la dirección de la banda
terrorista. Detenida en Francia en 1990, fue condenada por varios
asesinatos.
Fue expulsada de ETA en 1998, estando en la cárcel, por
cuestionar la actividad terrorista. Fue pionera de la vía Nanclares de
reinserción en 2008. Salió de prisión en 2014, tras cumplir 24 años
entre rejas.
Guisasola narra a EL PAÍS su evolución, desde su militancia
a la disidencia en ETA. Y pide a la izquierda abertzale que asuma responsabilidades políticas por su complicidad en la actividad de ETA.
Pregunta. ¿Cómo una persona como usted entró en ETA durante la Transición?
Respuesta. En mi juventud, en el ambiente en que yo vivía era bastante normal meterse en ETA.
P. ¿Por qué?
R. Tras la Guerra Civil el
franquismo metió un miedo tremendo. ETA era la nueva resistencia y un
reclamo para la juventud. Se nos decía que íbamos a alcanzar la
independencia y el socialismo. Nos movíamos en un esquema simple,
pensando que la revolución estaba a nuestro alcance.
P. Sí. Pero de ahí a matar.
R. A escala mundial había un
movimiento revolucionario, guerrillero. Funcionaba el lema “el pueblo
armado, jamás será aplastado”. No estaba mal vista la lucha armada para
la liberación de los pueblos. Hoy en día el respeto a los derechos
humanos y el derecho a la vida son incuestionables. Ha habido un enorme
cambio cultural.
P. ¿Cuándo se desmarcó de ETA?
R. Me expulsaron en 1998 por
escribir una carta pública con otros compañeros en una cárcel de
Francia. Eran los tiempos del Pacto de Lizarra y las negociaciones con
el Gobierno de Aznar.
P. ¿Qué decía la carta?
R. Que ETA no se había sentado a
dialogar con una reflexión seria como en Irlanda, de dejar la lucha
armada y pasar a la política. Es más. La kale borroka
reapareció con más fuerza. Se la enviamos a la dirección y no nos
respondió. La hicimos pública y nos expulsaron por indisciplina.
P. ¿Cómo llegó a ser crítica con ETA? ¿Cuál fue su evolución?
R. Fue un proceso lento. Empecé con
la crítica política y luego llegué a la crítica ética. Empecé dudando
de la validez de la lucha armada. Vi que la democracia se asentaba en el
Estado español y que no había sitio para ella. Antes de pasar a la
clandestinidad, ya me había dado cuenta de que gente significativa que
animaba la lucha armada, no se comprometía con ella.
P. ¿Cómo vivió ETA en la clandestinidad?
R. Conocí ETA por dentro y el mito
se esfumó. La gente pensaba que ETA era algo grande y era todo lo
contrario. El Estado era mucho más fuerte. El fracaso de las
conversaciones de Argel en 1989 fue un punto de inflexión. Gente que
votaba izquierda abertzale, nos empezó a cerrar puertas y nos hacia más vulnerables para la policía. Hasta que me detuvieron.
P. ¿En qué medida la cárcel influyó en su alejamiento de ETA?
R. Cuando me detuvieron en Francia
me encontré en la cárcel con una militante del IRA, que me transmitió
que ya cuestionaban la vía violenta Con otra de las Brigadas Rojas
italianas confirmé lo que vi en ETA, que la disciplina era el valor
absoluto. Las opiniones no cuentan. Allí seguí la catástrofe de la
estrategia de la socialización del sufrimiento de ETA, a mediados de los
noventa. Se abrieron brechas enormes en la sociedad. Y pronto empezaron
las ilegalizaciones.
P. Usted dice que tras la reflexión política vino la ética.
R. Cuando hacíamos los atentados
éramos conscientes de que hacíamos daño. Por eso los hacíamos. Yo no
quería pensar en las consecuencias. Pero hubo un atentado que me afectó
especialmente.
P. ¿Cuál?
R. El atentado contra Irene Villa.
Estaba en la cárcel y una amiga madrileña me dijo que no entendía que se
hubiera hecho aquella barbaridad en una niña de la edad que su hijo. Me
afectó. En esa época leí a Malraux, combatiente por la República
española, que decía que ninguna idea valía más que la vida de una
persona. Comprendí que gente de primera no se tomaba a la ligera el
sufrimiento ajeno.
P. ¿Qué le diría a una víctima de ETA?
R. Que lamento no poder volver
atrás para que no hubiera sucedido. Siento no poder reparar lo
irreparable. Pero a las generaciones jóvenes tenemos que decirles que
los autores de auténticas burradas no éramos monstruos sino gente normal
que estábamos en una vorágine loca y abducidos por la idea de que la
revolución dependía de nosotros.
P. Usted fue pionera de la vía Nanclares en 2008.
R. Tras el fracaso de las
conversaciones de Loiola en 2006 y al conocer que ETA continuaba con la
violencia, el Gobierno socialista nos ofreció una salida condicionada al
abandono de la lucha armada, al reconocimiento del daño causado y a la
deslegitimación de la violencia para lograr objetivos políticos Sabíamos
que no iba a haber otra oportunidad.
P. ¿Para qué sirvió la vía Nanclares?
R. Me cuesta valorarla porque ha
sido una pena que este Gobierno no la siga. Pero fue positiva. Quiero
resaltar la reflexión crítica que hicimos y los pasos dados en pro de la
convivencia por el grupo denominado Presos Comprometidos con el
Irreversible Proceso de Paz.
P. Usted ha pasado 24 años en la cárcel. Salió hace un año ¿Qué cambios ha percibido?
R. La sociedad ha pasado página y
tiene otros problemas. Para los jóvenes de hoy, ETA representa lo que
para mí la Guerra Civil. La juventud rechaza totalmente el uso de la
violencia para alcanzar fines políticos. Es un fenómeno mundial. Existe
mayor sensibilidad hacia los derechos humanos.
P. ¿Se ha adaptado a la vida normal?
R. No tengo problemas para estar
con la gente. Mi vida ha ido a salto de mata, empezando de cero. No es
fácil. Pero es lo que quiero y me siento fuerte.
P. ¿Cómo le han acogido en su pueblo?
R. Bien. Los principales problemas
los tuve, estando en la cárcel, cuando rompí con el colectivo de presos
de ETA. Me hicieron pintadas en mi pueblo.
P. Hace más de un año que el
colectivo de presos de ETA anunció que asumía la legalidad
penitenciaria. Pero no se ha hecho nada. ¿De quién es la
responsabilidad?
R. Los presos están a la espera de
las directrices de fuera. Es difícil interiorizar que tu salida va a ser
por la vía legal cuando te han dicho que ibas a salir por una
negociación. La izquierda abertzale tiene que coger las riendas
por la responsabilidad política que le corresponde. Ellos aceptaron la
legalidad en sus estatutos para volver a las instituciones. Los presos
también tienen que asumir la legalidad y la izquierda abertzale se tiene que comprometer.
P. ¿Cree que la izquierda abertzale reconocerá su complicidad con el daño causado por ETA?
R. El sufrimiento que hemos
generado está reconocido. Tenemos que admitir que fue injusto. Está
pendiente en la izquierda abertzale y ETA. La izquierda abertzale debe
asumir responsabilidades políticas. No todo acaba con los autores
materiales. Hubo gente que teorizó sobre la lucha armada, pero
escudándose en no practicarla, hoy está sentada en puestos relevantes
¿Resulta que ahora no va a ser responsable? ¿Tampoco el que pasó
información? ¿Van a abandonar a los presos a su suerte?
P. ¿Qué consecuencias tendría que no asumieran responsabilidades?
R. Las víctimas van a quedar
decepcionadas porque van a ver cómo salen los presos y son bien acogidos
en sus pueblos. Y los familiares de los presos que siguen en la cárcel
responsabilizarán a las víctimas de la situación de sus familiares.
P. ¿No cree que ETA tiene más responsabilidad que la violencia parapolicial por el apoyo político que tuvo?
R. La violación de los derechos
humanos es la misma, sea ETA o GAL. Pero ETA ha creado mucho sufrimiento
al tener mucho apoyo político. Por eso extiendo la responsabilidad a la
izquierda abertzale. Pero el PSOE tampoco tiene las manos limpias con
lo del GAL. Hoy ETA ya no representa nada. Pediría su desaparición.
Favorecería a los presos.
P. ¿Cómo se ve usted?
R. Miro hacia atrás y reconozco que
lo que hice estuvo mal. Esa mirada no la tuve entonces.
Desgraciadamente, pasó y no se puede cambiar lo que pasó. Dentro de unos
años todos pensaremos, menos algún rezagado, que nunca debió existir
violencia en Euskadi." (Luis R. Aizpeolea
, El País, Madrid
2 NOV 2015)
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