"(...) Ooootra vez de Cataluña. Oooootra vez de los independentistas.
Pero esta vez, ya, como pasillo de comedias; nada de dramas, nada de
desgarros, nada de alarmas sociales, nada de momentos finiseculares.
Semana trágica convertida en semana cómica.
La semana de futuro estudio
en las escuelas de la Arcadia Feliz se ha convertido en semana de
bochorno para las personas medianamente sensatas e, incluso, para los
sandios dedicados a los proyectos de laboratorio del doctor bacterio.
Algún día habrá que repasar los libros de texto y ver cómo se cuentan
aquellos vertiginosos días en los que una pandilla de ridículos actores
hicieron de su épica un chiste de teatro portátil. (...)
Entiendo perfectamente el desconcierto. No hemos hecho la guerra para
esto, decían los antiguos; no hemos iniciado la revolución para este
chiste, dicen los modernos. Lees a sus articulistas de cabecera y
entiendes que haya algunos dispuestos a tirarse al Llobregat –que casi
no lleva agua– con un fajo de periódicos atados al cuello.
Ves sus
programas de televisión, esos que tantas vidas han perdonado, y
comprendes el rictus de desencanto de los que ayer mismo parecían
soldados de la Tierra Media a punto de conquistar la Tierra Baja. O la
Alta, que no tengo ni puñetera idea de Tolkien y no sé por qué me meto a
hacer metáforas innecesarias.
Entiendo, digo, a los perplejos. ¿Para esto hemos salido en
procesión, Diada tras Diada, tantos millones de criaturas a reclamar lo
que sólo es nuestro y nada más que nuestro? ¿Hemos dedicado un día de
fiesta a manifestarnos como si no hubiese mañana para que todo dependa
de unos desarrapados con aspecto de batasunos demodés?
Entiendo que el
chiste sea malajón, que no tenga gracia, que se pregunten cómo hemos
podido llegar hasta esto, que crean que del ridículo no se vuelve nunca,
pero ¿qué se creían que era eso de chulear y desafiar a un Estado?
¿Creían de verdad que era decir «aixó s’acabat» y que con eso todo
quedaba disuelto? ¿Creían que todo era juntar un puñado de votos
heterogéneos y salir del edificio entre vítores de la familia del
administrador?
Eugenio, aquél gran creador del estereotipo del catalán sin gracia
que tenía, precisamente por eso, toda la gracia, lo definía en una frase
que resume bien todo comienzo de «acudit»: «El saben aquel que diu?».
Creo que Mas debería empezar así su próximo intento de investidura.
Igual ablanda a los arapajoes de la CUP." (CARLOS HERRERA – ABC – 13/11/15, en Caffe Reggio)
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