"(...) No estamos frente a hechos menores o irrelevantes, ya que en algún grado
pueden tener consecuencias en la participación y, por tanto, en los
resultados electorales. Como el propio Mas se encargó de recordarnos, la
fecha elegida no es inocente. (...)
Pero no solo es la elección del 27-S, resulta que el pistoletazo de
salida para pedir el voto se iniciará el mismísimo 11 de septiembre.
¡Qué gran casualidad! Es una coincidencia que al nacionalismo le va como
anillo al dedo. (...)
Casual o no, lo cierto es que unas elecciones convocadas con vocación
plebiscitaria, a la que los catalanes son llamados para dirimir, según
Mas, si quieren dar un paso firme hacia la independencia, se van a
desarrollar en medio de fiestas y puentes. Primero la Diada, que cae en
viernes.
Y luego la fiesta patronal de la Mercè, el día 24 de
septiembre, que es el último jueves antes de la votación, lo que
posibilita un puente de cuatro días no solo en Barcelona capital sino
también en otros municipios metropolitanos, como Cornellà, Santa Coloma o
L’Hospitalet, la segunda ciudad de Cataluña.
Esa festividad afecta a
cerca del 30% de los más de cinco millones de electores llamados a las
urnas. No parece que algo así no haya podido ser tenido en cuenta, sino
que más bien se ha decidido con “alevosía”, como ha declarado a Economía Digital
el catedrático de Ciencia Política de la UAB Joan Botella: “El
soberanismo lleva meses intentando una división entre territorios y
pretende fomentar la abstención en las zonas urbanas”. (...)
La convocatoria del 27-S es probablemente inapelable, pero en
términos democráticos es censurable. Rompe la neutralidad exigida al
jugar con el fetichismo de la Diada, que en los últimos años ha servido
para legitimar desde la calle la pulsión secesionista, y también con el
reclamo del aniversario de la firma del decreto que puso los cimientos
del 9 de noviembre.
Ambas fechas establecen un principio y un final
emocionalmente propicio para alentar una mayor participación del
soberanismo, a costa seguramente de una menor movilización en el área
metropolitana por el puente de la Mercè. No es tampoco casual que sea
esta la zona donde el nacionalismo haya obtenido siempre menos apoyos.
Es cierto que el carácter plebiscitario de las elecciones catalanas se ha ido desdibujando con el paso de las semanas. (...)
Aunque ocho meses son demasiados para predecir qué puede suceder, no hay
duda de que estamos ante una convocatoria inaudita en Europa por la
anticipación en el anuncio, cuya única explicación es la de mantener
vivo el relato sobre el proceso soberanista hasta las elecciones
municipales.
Es insólita también por la deliberada falta de neutralidad
en la elección de la fecha y del marco simbólico que la acompaña. Pero
lo peor de todo es que resulta fácil sospechar que se busca un descenso
de la participación en el área metropolitana que permita un trágala
político. Se trata, pues, de una convocatoria con trampa que quiere
maximizar la movilización soberanista y retraer a la mayoría social
catalana, que sigue sin ser secesionista." (
Joaquim Coll
, El País, 21 ENE 2015)
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