"Acabo de ver, como quien dice, las dos horas de comparecencia de Jordi
Pujol ante el juez. Un cierto aturdimiento. Pujol fue presidente de la
Generalidad durante 23 años. Y durante 23 años compatibilizó esta
dedicación con la evasión fiscal.
Contrariamente a lo que dicen sus
apolojetas de todas las esquinas ha sido, a mi juicio, un enemigo del
Estado, al que trató siempre con deslealtad —eso sí, calculada. Es el
principal responsable de la decadencia de Cataluña, y su obra de
gobierno, lastrada por la propaganda y la construcción de la nación, no
logró mantener a Cataluña en la vanguardia española ni en lo económico
ni en lo cultural ni en lo social, aunque sí en lo puramente televisivo.
El interés de su pensamiento político apenas sobrepasa el de un
populista, chapado con lecturas juveniles de los comunitaristas
cristianos, y el conocimiento, insólito en su generación, de los cuatro
principales idiomas europeos. Por lo demás es vecino y como quiso decir
Sartre el infierno son los vecinos. (...)
En junio de 1990 sustituyó en la secretaría general de la presidencia
al mítico Lluís Prenafeta. Pujol i Figa era lo que ha dado en llamarse,
con un desdén por el color que no acabo de comprender, un hombre gris.
Era también primo del imputado. Y la gran novedad, descubierta después
de la declaración judicial: fue el último testaferro del legado que
Florenci Pujol dejó a su hijo, antes de que los nietos se ocuparan de su
administración.
Ni en su confesión manuscrita ni en su declaración
parlamentaria Pujol había desvelado este nombre, ni el del primer
testaferro, Delfí Mateu. ¡Es lo que diferencia la responsabilidad penal
de la responsabilidad política! Debes meditar: Pujol nombró para un alto
cargo de la Generalidad a un hombre que administraba ilegalmente parte
de su fortuna, depositada en paraísos fiscales.
Este hecho, puramente
inconcebible, explica con una nitidez durísima qué fue el pujolismo, qué
habitación cerrada y rancia, qué confusión entre los intereses
personales y colectivos, qué impunidad soberbia. No solo tuvo dinero en
el extranjero y evadió impuestos durante las dos décadas largas de su
presidencia.
Es que metió a su mismísimo testaferro en la
Administración, y quién podría negar ahora que lo hiciera como premio a
su discreción, fidelidad y buen hacer en el manejo de los fondos
reptilianos. Y como depositario, al fin y al cabo, del secreto máximo
(¡al menos por lo sabido hasta ahora!) de la máxima autoridad catalana.
Es fama etimológica que secretario viene de secreto.
Lo más impactante del vídeo es la facilidad con que Pujol dio ante el
juez el nombre de su primo y testaferro. Esa facilidad hay que verla.
No basta con su transcripción metódica. Y es ahí donde vacilan mis
convicciones ante la difusión de las filminas. La vieja tensión
periodística entre moral y hechos.
Sí. Es preciso ver con qué
indiferencia encara El Impune el nombramiento de Pujol i Figa, primo y
cómplice. Podría haber evitado su nombre sin mayor problema. Pero mi
sospecha es que, incluso delante del juez, el fiscal, y toda la
solemnidad jurídica, Jordi Pujol i Soley seguía creyéndose impune. Es
decir, al margen de la vergüenza política y ética que supone responder a
esta pregunta que nadie le hizo: ¿Le pareció normal, señor Pujol, darle
un alto cargo político a su testaferro? (...)" (ARCADI ESPADA, EL MUNDO – 31/01/15, en Fundación para la Libertad)
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