"DICE Sostres sobre José Manuel Lara, que murió el sábado: «Su otro gran
tormento era que su padre hubiera sido un capitán de las tropas
nacionales que entraron en Barcelona». Es creíble. Que sufriera el
tormento. Otra cosa distinta es la justificación y la naturaleza del
tormento (...)
Al hijo del capitán le daba vergüenza que su padre hubiera
conquistado la Barcelona republicana. Pero es una vergüenza que yo nunca
he visto, por ejemplo, en la familia Cambó. Y la tomo de ejemplo porque
de Cambó abajo ninguno. Cambó fue dos cosas principales en esta vida:
padre del catalanismo moderno y financiero de la rebelión franquista.
Su
enjuta figura desmiente, es decir, niega con pruebas, la hipótesis de
que la Guerra Civil fuera una guerra de conquista. Hay una timidez
racional que consiste en decir que la Guerra Civil no fue una guerra
contra Cataluña. Por supuesto. Pero es que ni siquiera fue una guerra
contra el catalanismo.
El catalanismo pagó las facturas del Alzamiento,
sin metáfora. Franquismo y catalanismo nuncafueron términos
irreconciliables. A Cambó lo celebró el establishment de ayer (solo hay
que leer las necrologías de La Vanguardia Española) y lo celebra el de
hoy (calles, monumentos, honores).
O sea que el tormento de José Manuel Lara no venía por el lugar de su
padre en la guerra civil, sino por una cuestión algo más compleja. El
caso de Cambó prueba que en los prietos códigos del nacionalismo catalán
se podía ser franquista, siempre que se fuese catalanista. Pero lo que
no se podía esser franquista a secas.
Es decir, franquista de El
Pedroso, que es lo que fue el padre Lara. No solo pasaba eso con los
franquistas. También con laizquierda. Hay una línea muy fina y siniestra
que dividía a los anarquistas en chusma criminal o idealistas según se
tratara de anarquistas de aquí o que hubiesen venido de allí. En el
catalanismo siempre han cabido todos los catalanes.
Así pues lo que el hijo Lara tuvo que hacerse perdonar fue entrar en
Cataluña. El verbo. Nada que tuviera que ver con el uniforme de su
padre." (Arcadi Espada, El Mundo, 02/02/2015)
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