28/1/15

Una parte inmensa del electorado que identifica el castellano como su lengua se siente huérfano políticamente en Cataluña

"El perfil del electorado en Cataluña (sobre todo para las elecciones autonómicas) no es exactamente lo mismo que el perfil de la población en general - como ocurre en todas partes.

 La población abstencionista suele tener un perfil propio. Existe una amplia literatura, por ejemplo, sobre el hecho que los ricos voten en mayor proporción que los pobres, y que esto puede generar un sesgo anti-redistributivo en las políticas públicas.

Concretamente, en Cataluña se puede detectar una brecha de participación electoral no solo en términos de clase pero también en función de la lengua de identificación.[1] Se puede comprobar que existe más abstención entre las personas que dicen que su lengua es el castellano que entre las personas que dicen que su lengua es el catalán. 

Y es destacable que el mínimo en la serie se produce tras el 25-N; es decir, según este indicador, las personas que dicen que su lengua es el catalán nunca ha estado tan movilizadas.  (...)

En todo caso, se puede hablar de una movilización asimétrica dentro de la política catalana. El efecto es menor para las elecciones generales, pero también se puede comprobar.  (...)

Es notable que sobre todo tras la Diada del 2012, una parte inmensa del electorado que identifica el castellano como su lengua se siente huérfano políticamente. No se identifican con cualquier partido. La mitad dice que no votará, o que votará nulo en blanco, o que no sabe a quien votar. Es un dato brutal. Entre esta franja de la población se decantará gran parte de la composición del futuro parlamento autonómico. 

Una de las estrategias electorales de Angela Merkel ha sido nombrado la “desmovilización asimétrica”. Merkel trata de evitar que se genere polémica entorno a temas posiblemente conflictivos; intenta que el debate público sea aburrido y que no hayan grandes diferencias en sus políticas y las de los demás. Esto dificulta a sus opositores la tarea de movilizar a sus votantes.

A cambio, Artur Mas está haciendo exactamente lo contrario con su hoja de ruta soberanista. Al tensionar la situación al máximo, incentiva la participación electoral de las personas que son contrarias a su proyecto soberanista. Ha situado la relación con España en el centro de la agenda política catalana, y ha convocado unas elecciones en un contexto pre-electoral en España.

Al teorizar las elecciones como plebiscitarias, Mas logra que todos los votos no-soberanistas sumen en contra, sin que los partidos no-soberanistas tengan que hacer campaña conjuntamente, y hasta sin que acepten la premisa de que las elecciones sean plebiscitarias.

Parece ser más bien una formula para instrumentalizar las energías soberanistas para su beneficio propio, que no un esquema para producir una mayoría independentista en las urnas."                 (David Lizoaín)

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