"(...) De las aproximadamente 2.300.000 de papeletas emitidas, y teniendo en
cuenta la proyección del actual recuento, el resultado sería: unos
500.000 votos en contra del Sí-Sí y 1.800.000 votos del Sí-Sí. Y casi 4 millones de posibles votantes no acudieron ¿Cómo interpretar estas cifras? Es relativamente sencillo votantes de CiU e ICV han votado el Sí-No y otros el Sí-Sí.
Por tanto, el secesionismo radical ha cuajado en una parte del electorado de CiU e ICV.
Pero esta cantidad no es suficiente para afirmar que se ha producido un
vuelco espectacular. Simplemente se está consagrada una tendencia,
lenta pero imparable del nacionalismo hacia el secesionismo.
La sorpresa es traspasar a porcentaje la 1.800.000 papeletas del
Sí-Sí, en función del censo ampliado. Ello dejaría al independentismo
separatista en un 28,9%. Redondeemos un 30%. Esto ya lo sabíamos por los
sondeos mínimamente serios que todas las instituciones y centros
demoscópicos barajaban. Por tanto, para averiguar esto no hacía falta
tanto paripé.
Si tuviéramos en cuenta el efecto elecciones generales, donde
“emerge” siempre una Cataluña no nacionalista en forma de votos que no
aparecen en las autonómicas, la lectura política podría quedar más
matizada aún. Por ejemplo, en las Generales de 2011, con un censo de
5.252.479, la suma de votos a los partidos antes incluidos en el bloque
soberanista fue de 1.500.000, esto es un 28%.
Sorprendentemente las cifras –a priori un poco complejas en la
exposición- acaban siendo muy fáciles de interpretar. El voto
nacionalista no se ha movido excesivamente en valores absolutos, pero sí
que se está produciendo una radicalización en su seno hacia el
separatismo radical.
Aunque esta radicalización es mucho más pausado de
la muchos desearían. A este análisis se le puede reprochar no incluir la
dinámica del votante del PSC. Ello es hartamente difícil, pero creemos que queda compensada con actitudes semejantes en ICV. (...)" (Somatemps, 10/11/2014)
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