"Manuel Cruz, catedrático de Filosofía Contemporánea
en la Universidad de Barcelona y presidente de Federalistes d'Esquerres,
en un artículo publicado este sábado en El País:
"[...] Se conoce que incluso mi anómala aparición en ese programa
(nunca antes había participado en él) a algunos les debió parecer
excesiva, o simplemente les resultó insoportable escuchar en su propia
casa aquello que en la calle está en boca de todos (el flagrante
sectarismo de los informativos de TV3), y decidieron que había que
volver a la carga, pero esta vez, en un alarde de coraje político, sin
el invitado presente.
Y es aquí donde entra en escena la mencionada
humorista, presta siempre con sus chanzas para salir al cruce de quienes
osen cuestionar el menor aspecto del proceso soberanista, con la
conductora del programa haciéndole entre risas la segunda voz.
Constituiría un empeño imposible intentar
contra-argumentar sus afirmaciones, por la sencilla razón de que ni
siquiera alcanzaban el estatuto de argumentos. Mejor que eso será
intentar un simple ejercicio de distanciamiento para calibrar la medida
de lo que en Cataluña hemos terminado por considerar normal.
¿Qué
hubiera ocurrido si en un programa equivalente, en la misma franja
horaria pero en otra cadena pública, alguien se hubiera comportado de
manera parecida? ¿Se imaginan la escandalera que se hubiera armado entre
nosotros si, verbigracia, en Los desayunos de TVE un pensador
catalán crítico con el supuesto partidismo de RTVE hubiera sido objeto
de escarnio por parte de un colaborador fijo del programa que lo había
invitado? (...)
Por lo que se refiere a los programas de debate, para los soberanistas
en el poder el pluralismo consiste en permitir la aparición de un
discrepante una vez cada quince días, en debates o tertulias en las que
la relación es seis contra uno, cinco contra uno o, en el mejor de los
casos, cuatro contra uno, mientras que, en lo tocante a los
informativos, el supuesto indiscutido es que tanto el pluralismo como la
objetividad vienen garantizadas por la supuesta profesionalidad de
quienes trabajan en ellos, argumento corporativista donde los haya y
que, llevado a sus últimas consecuencias, impediría formular reproche
alguno a las reiteradas manipulaciones de Telemadrid, Canal 9 o el TDT
Party. (...)
Recuerdan con su alegría aquel monólogo de Gila, en el que un paleto
contaba que en su pueblo eran muy bromistas: le pusieron un cartucho de
dinamita a un mozo en el oído, y le volaron la cabeza. El comentario
final del paleto parecía pensado para describir lo que hoy sucede en el
espacio público catalán: 'Y va la madre, la tía asquerosa, y se cabrea;
es lo que le dijimos: si no sabe aguantar una broma, márchese del
pueblo'.
Algún responsable político de este país debería darse cuenta de
que estamos bordeando peligrosamente el matonismo. O tal vez sea peor, y
los hay que llevan rato acampados en él. Eso sí: de buen rollito". (Crónica Global, 21/04/2014)
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