"–¿Qué ha querido decir con este libro?
– Mi libro es una descarga memorial, autobiográfica pero también coral. Trata de reflejar y analizar las circunstancias, los estados de ánimo por los que hemos pasado muchos de los nacidos tras la guerra.
Entusiasmo en los 60,
exaltación en los 70, pisar el suelo en los 80, hartazgo, náusea ante
nuestra propia violencia en los 80-90, el terrible comienzo de siglo… He
querido contar cómo vimos nosotros, desde el profundo yo, estas
décadas. Cómo nos vieron los otros, también: la gran masa sociológica
que no era ni franquista ni antifranquista.
Durante la dictadura, ya en
los 60, la vida podía ser tranquila y agradable sin libertades, sin
‘meterse’ en nada. Tratar de calibrar cómo nos vieron en el resto de
España –el ‘Estado español’ lleva quinientos años llamándose España–, en
Europa, incluso en América un poco. (...)
...nos creímos argelinos, cubanos, negros americanos o vietnamitas. En
1968 dejé de ser una chica antifranquista para subirme al vagón del
nuevo nacionalismo, el que nada-tenía-que-vercon-el-de-los-viejos y los
rechazaba por pusilánimes, agotados, por ‘burgueses’.
Peor aún, presos
de crasa ignorancia, comenzamos a mirar por encima del hombro al resto
de españoles, a identificarlos con la sumisión o la complacencia,
incluidos los catalanes, a los que veíamos timoratos, demasiado para
estar tan pagados de sí mismos. Pero ¿qué sabíamos entonces de la España
vencida? ¿Y de la vencedora que ayudó a los vencidos? Nada.
– En el libro habla sobre las cifras de la guerra de 1936. – La
narrativa sobre ‘lo nuestro’ era patética: solo héroes derrotados. Nos
creímos que la guerra, las fosas comunes, la represión, los ‘topos’, la
dictadura habían sido solo para los vascos, cuando la represión fue
tremenda en el Levante, en Extremadura, Castilla, Alicante, Madrid,
Barcelona….
Incluso ahora, hay quienes no quieren enterarse más que de
lo ocurrido aquí…Y sólo en uno de los bandos. Navarra, con sus 3.000
muertos, Vasconia entera con sus cerca de 5.000, se pierden en los
recuentos de esa catástrofe colectiva. ¿Resistencia antifranquista? ETA
nace cuando son aplastados los últimos maquis en España. Esto no se
dice.
– Comenta en el libro que le molesta el victimismo vasco. – Sí,
claro, me abochorna como persona y como historiadora. Soy hija de
exiliados. En Chile yo era chilena, no exiliada. Hace poco ha fallecido
Karmele Rotaetxe, de Euskaltzaindia, nacida en Bilbao en 1932. Una gran
persona.
Se ha llegado a escribir, sin pestañeo, que se exilió en
Francia a causa de la guerra. ¡Pero si tenía cinco años! Aun más
divertido: un venezolano nacido el 67, vástago de una ilustre familia
navarra, figura en su currículo como nacido en el exilio. Será el de sus
padres o abuelos ¿no? A no ser que se trate de una licencia poética, a
lo Vintila Horia.
– ¿Hemos sido siempre victimistas?
– Lope de Aguirre puede. Pero el resto no, bien integraditos en una corona que les abría las grandes puertas de América. El victimismo viene con el declive del imperio español. Puede que la peor herejía que nos infligió el franquismo haya sido la actitud dogmático-religiosa que tuvimos que fabricar para combatirlo.
Mitxelena lo vio claro, se dieron parecidas circunstancias
que en la última carlistada: sacralización de la violencia, cosa que no
puede entenderse sin conocer la impronta que ejerció la Iglesia sobre el
varón joven de Vasconia. También hubo una frontera acogedora –el
santuario–, una insuficiente intelectualidad laica y otras cosas.
Nuestros errores –arrogancia, dogmatismo, la absolutización religiosa de
lo identitario– no deben de volver a repetirse, nunca, nunca más.
– ¿Piensa que la declaración de cese de ETA de 2011, al aflojar la
tensión, permite reflexionar sobre ‘cómo pudo pasarnos esto’?
–Por fortuna, el hartazgo de nuestra generación, y las más jóvenes, parece haber alcanzado al final a la misma ETA. Desde esa fecha se tiene la sensación de estar recuperando la libertad, la dignidad, muy poco a poco, como cuando se sale de una larga enfermedad.
Ya no hay tanto miedo
a hablar, a escribir. Pero, aún así, yo lo vivo como una situación de
libertad provisional, puede que me equivoque. Es el escarmiento.-"
(EL CORREO 03/06/13, ENTREVISTA IDOIA ESTORNÉS, autora del libro de memorias: ‘Cómo pudo pasarnos esto’, en Fundación para la Libertad)
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