14/4/11

«lo peor» fue el perverso rumor de un supuesto romance entre Iturgaiz y Mari Mar Díaz, la novia de Blanco... propagado, entre otros, por Atutxa

"ETA y el nacionalismo han marcado la trayectoria política y personal de Carlos Iturgaiz, que ayer presentó en Madrid sus memorias en la biografía 'Vivir frente al terror' (...)

Iturgaiz repasa «los años durísimos» que transcurrieron desde 1993 a 2004, cuando ejerció la secretaría general y la presidencia del Partido Popular de Euskadi.

«Yo creo, sin lugar a dudas, que otra gente, en otro país, se hubiera marchado», reflexiona al echar la vista atrás y destacar el comportamiento de «jabatos» de sus compañeros de partido ante la amenaza terrorista. Así lo cuenta.

«En aquel tiempo de terror, las deserciones se contaron con los dedos de la mano y fueron muy comprensibles en todos los casos. Aquí, en el País Vasco, hubo gente a la que echaron del trabajo por ser del PP. Que tuvieron que divorciarse; que perdieron novios o novias; que tuvieron enfrentamientos con sus familias; que se tuvieron que ir del pueblo.

Nos pusieron bombas en los felpudos de casa (...) Nos quemaron todo. De todo ello quedó un reguero de secuelas anímicas. La vida les cambió». También a él y su familia.

Aunque Iturgaiz confiesa que «siempre llevará consigo» a los compañeros de filas que «enterró» -ETA acabó asesinando a seis electos populares en Euskadi, en una macabra secuencia que le llevó a gritar: «¡Nos están matando como a gorriones!»-, el político vizcaíno se detiene en el calvario del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco, a quien había animado personalmente en una cafetería de Bilbao a apuntarse a las listas del PP.

Su secuestro y asesinato supusieron intensas jornadas de llamadas de teléfono, emoción, tensión, llanto y luto. Al llegar casa, «no podía dormir» y en conversaciones con su mujer, Lorena, con la que tiene dos hijos, llegó a la conclusión de que la situación «estaba fatal». Que no era una «bravuconada» de ETA; que iba a matarle.
(...)

La pareja no rehuye un tema que ha sido tabú para ellos durante demasiados años y que Iturgaiz solo se atrevió a encarar públicamente cuando dejó la política vasca para ejercer de eurodiputado: los rumores que apuntaban a un supuesto romance entre Iturgaiz y Mari Mar Díaz, la novia de Blanco.

Por primera vez, Lorena, la esposa del dirigente popular, confiesa con una indisimulada desazón cómo vivió aquella «maledicencia». En el libro, escrito por la periodista Chelo Aparicio, ella asegura que «lo peor» de aquellos años no fue el acoso terrorista que padecían casi a diario a la puerta de su piso de Portugalete, sino ese «perverso rumor que se extendió como la pólvora».

«Quisieron desestabilizarnos. Lo certificaban con cara de convencidos. Esa maldad, ese ataque personal, me hizo polvo (...) Quilsieron romper nuestra intimidad. Los que propagaron tal insidia no se pararon ante la complicada vida que llevábamos. Fue un golpe bajo que no esperábamos». (...)

Pero el «bulo» crecía y los amigos de la pareja les contaban lo que oían en la calle, que «lo sabían de buena tinta». «La cosa alcanzó tal magnitud» que un día, en el Puente Colgante entre Portugalete y Las Arenas, la pareja vivió un episodio «lamentable» en compañía de sus hijos. «Dos señoras» le espetaron: «Mírala, mírala. Ahí, con el marido, soportando cuernos».

Lorena confiesa que no sabe si hubiera aguantado «más años esa situación límite» y que sintió «un alivio» cuando su marido marchó a Bruselas. «Creo que si volviera a la política del País Vasco no lo podría soportar», advierte.

Los «propagadores»

El propio Iturgaiz reconoce que «todavía» le paran por la calle para contarle esa historia: «Fue tremendo; quisieron destruirme. Nadie sabe de dónde salió el rumor, aunque sí quiénes fueron los principales propagadores. En la calle, simpatizantes nacionalistas aseguraban la veracidad de la habladuría».

Según la autora del libro, uno de ellos habría sido Juan María Atutxa, entonces presidente del Parlamento vasco tras dirigir Interior, de quien dice que «sostuvo la veracidad del rumor a micrófono cerrado» tras una entrevista, y que «desgranó incluso detalles», en una especie de «todo vale contra el adversario»." (Fundación para la Libertad, citando a
EL CORREO, 14/4/2011 )

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