13/1/11

"Hemos de obligar a los inmigrantes a sentirse catalanes"


"El alcalde de Vic: "aquellos que no quieran sentirse de aquí, no tendrán cabida"

"El alcalde de Vic, Josep Maria Vila d'Abadal, afirmó, según informa la ACN, que "no se puede pedir a los inmigrantes que se sientan de aquí, sino que se les debe obligar". Vila d'Abadal ha señalado la inmigración como un reto y aunque afirmó que la solución "sencilla" sería rechazarlos, hay que intentar que estos recién llegados "se conviertan catalanes".

Ha calificado este reto de "muy difícil" pero añadió que "no hay otra solución y se les debe obligar". "Si Vic debe ser Vic, y Cataluña tiene que ser Cataluña, todos los recién llegados también deben ser vicenses y catalanes". Y señaló que "aquellos que no quieran sentirse de aquí, no tendrán cabida". De no ser así, añadió, "el país no saldrá adelante". (e-noticìes, 13/01/2011)

Si Vic tiene que ser Vic y Cataluña tiene que ser Cataluña, los [inmigrantes] que han venido tienen que ser vicenses y catalanes.

Ya sé que es muy complicado, ya sé que es muy difícil, pero les tenemos que obligar, no se lo tenemos que pedir, les tenemos que obligar. Tenemos que poner orden, tenemos que regular, tenemos que decidir a quién tenemos y les tenemos que obligar a ser de aquí. Y decir muy claramente que el que no quiera ser de aquí, no estará bien, no cabe aquí.

El que no es de aquí, no cabrá aquí, este no cabrá, pero el que se convierta en catalán y se convierta en vicense, este sí cabrá, porque si no, no sacaremos adelante nuestro país”, con estas palabras definía este miércoles su posición frente a la inmigración el alcalde de Vic (Barcelona), Josep Maria Vila d’Abadal. (...)

En una conferencia sobre el futuro de la ciudad pronunciada en Vic, el dirigente de CiU ha planteado que “el reto es este: ¿qué hacemos?. Podemos hacer una cosa muy sencilla, rechazar, que se formen guetos, intentar que se marchen, intentarlo porque no hay ninguna ley que te lo permita hacer, no la hay en toda Europa, no hay nadie que lo haga.

O intentar que esto no salga adelante, quejarnos y enfadarnos. O podemos intentar que esta gente se convierta en catalanes. Cosa muy difícil, cosa muy difícil. Pero no hay otra solución”. (lavozdebarcelona.com, 13/01/2011)

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Catalán, quizá, como quien esto escribe que nació en Manlleu (distante de Vic 7Km) y que estuvo empadronado algún año en Vic?:

¡Ah de la casa!

Acostumbro a anteponer la Razón al Sentimiento. A diferencia del nacionalista parcelario, me escudo en la Razón para salvaguardar lo que es mío: la Libertad. Mío no es el código lingüístico en el que por lo común me comunico, ni siquiera es mi patria un territorio determinado por más que haya nacido sobre él y en estos precisos momentos en él madure. Quizá por tan saludable inclinación doctrinal jamás colgó del balcón de mi casa bandera alguna, ¿y del suyo? Si alguien advierte sombra alguna de Nacionalismo en mi proceder es tanta como admite la concordancia con el mismo rigor argumental que me espolea a preferir Catalunya a la Tribu. Por consiguiente, es razonable que me sienta más español que catalán y prosiguiendo en este orden de razonamientos, más europeo que español, pero más cosmopolita que europeo. Es decir, que me tengo por lo que se da en llamar un internacionalista por antonomasia. No soy amigo de comulgar con nacionalistas al uso, mas no me duelen prendas si participamos de algún postulado. Antaño, mi abuelo materno fue recluido tres años en un campo de concentración franquista; hogaño, otros nacionalistas, desde instituciones públicas en Catalunya me conculcan derechos lingüísticos e ideológicos de modo totalitario; esto es, vulnerando el código legal vigente del que nos hemos dotado todos en Democracia. Rechazo de plano pasar de un extremo a otro; no obstante, entre mis preferencias no hallará doblar el espinazo o arar el mar. Por lo tanto, colaboro codo con codo con señalado partido político o deposito mi papeleta de voto en democrática urna aunque no comparta el ideario completo a pies juntillas. Vaya, que como me sé insignificante sólo trato de inclinar mínimamente la balanza programática de quienes nos gobiernan desde nuestras administraciones oficiales. Después de 43 años por estos parajes y algunos menos en uso de razón, aún no he tropezado con lengua o patria alguna que engendre seres humanos de sublime virtud. En último extremo, no soy individuo que ande arreglando discordancias a pedradas, conque de usted, que reside en suntuosa morada ideológica, sólo deseo apaciblemente que no me mire de través y santas pascuas.

Sin otro particular, un cordial saludo, el infrascrito
Eduardo González Palomar