Según la primera acepción, las naciones pueden convivir dentro de un mismo organismo estatal (y a veces dentro de una misma ciudad, como en Nueva York) pero según la segunda exigen hegemonía institucional inequívoca en su territorio. Lo malo de ese término aplicado a Cataluña es que unas veces se toma en el primer sentido y otras en el segundo, según conviene. Me temo que la sentencia del TC no despeja la duda confinando la nación en el preámbulo del Estatut, donde no será jurídicamente efectiva pero sí significativamente problemática. (...)
Habrá problemas, ya que no faltan partidos interesados en agudizar lo ambiguo hasta hacerlo insoportable y excluyente. Lo que sin duda no es cierto es que se imposibilite el autogobierno de los catalanes, que lo tienen garantizado como el resto y con el resto de los ciudadanos españoles. Lo vedado -y solo relativamente- es autogobernarse como si fuesen ciudadanos de otro Estado. (...)
¿qué diremos del referéndum del Estatuto, en el que tomó parte solo un tercio del electorado y que sin embargo se considera la voz del "pueblo" catalán? Otro juego de palabras es la afirmación visionaria de Zapatero suponiendo que este Estatuto (o cualquier otro, tanto da) culminará la "descentralización" de España. Como bien le ha recordado Artur Mas, persistirá la descentralización y hasta el descuartizamiento a plazos del Estado mientras los nacionalistas que gestionan y se benefician del proceso sigan siendo imprescindibles, gracias a nuestra ley electoral, para formar mayorías parlamentarias.
También mienten los que manejan las palabras mayores, los nombres sagrados: Cataluña frente a España. No hay tal gigantomaquia. Quienes andan a la greña son los catalanes nacionalistas, que se nutren de antiespañolismo militante y sacan combustible tanto de lo que obtienen como de lo que se les niega, y el resto de sus conciudadanos, que también tienen su corazoncito pero saben que están como nunca y que hay cosas más serias en que pensar." (FERNANDO SAVATER: El nombre de las cosas. El País, ed. Galicia, cultura, 06/07/2010, p. 37 )
(traductor gallego-español)
"Así ben, a culpa non é toda do TC. O momento político convulso no que se aprobou ese estatuto foi letal para ese texto articulado. É inservíbel, en termos de lexitimidade. Son tempos de decisións. O consenso catalán polo Estatuto foi unha farsa, os únicos que fixeron fronte común (real) polo Estatuto foron os medios de comunicación. E por iso as manifestacións destes días serán ou federalistas, ou independentistas, ou contra España (a secas). Pero o Estatuto (e o consenso) son (e eran) papel mollado." (Vieiros, Silvio Falcón: O falso consenso catalán. Vieiros, 05/07/2010)
Comentarios:
#1 hai 2 dias Raimundo
Ouseña, que só o 35% dos catalans votaron 'si' ao Nou Estatut... ouseña, 'toda Cataluña votou o Nou Estatut'... pois vaia...
O 35% dos catalans queren impor un recorte do diñeiro que ven a Galicia... porque 'toda Cataluña o quere'... pois vaia...
As cousas do nacionalismo dos ricos... o fascista padano, o fascista do Santa Cruz boliviano... o fascista...
Moi bo artigo. Raimundo, vai descapulhar macacos a unha illa.
E se o Obama denuncia nos tribunais a lei de Arizona, votada pola maioria da súa camara, e apoiada maioritariamente pola poboación... pois os de Arizona poden sair tamén a rúa coa misma parcarta... "Nos os de Arizona, queremos decidir"
¿E logo, non? ¿Cal é a diferenza?
Por certo, ¿na illa de Salvora? Se mo pagan... ala vou... pos ti os macacos..."
La respuesta está en el 61% de catalanes que considera que la resolución del Tribunal Constitucional es un agravio para Cataluña, frente al 55% que no comparte ese planteamiento en el resto de España.
Hay divorcio en la opinión y la percepción de los ciudadanos de Cataluña y del resto de España, según la encuesta de Metroscopia para EL PAÍS. Como la hay entre la posición de los gobiernos de España y de Cataluña, pero en ningún caso los encuestados sostienen que haya riesgo de ruptura tras la sentencia. El "España se rompe" parece no calar, porque el 51% de los catalanes asegura que el fallo no aleja a Cataluña del resto del Estado y el 58% de los ciudadanos españoles comparte esa opinión. Solo lo cree el 79% de los votantes de ERC.
La encuesta explica cómo los partidos catalanes, salvo el PP, se han subido a la ola de la opinión mayoritaria entre sus ciudadanos, contraria a la sentencia. En vísperas de las elecciones autonómicas de otoño, todas las formaciones catalanas buscan la forma de canalizar y rentabilizar ese sentimiento ciudadano, con la única excepción del partido que recurrió el Estatuto, el PP. El victimismo es rentable.
En el resto de España, el sentimiento mayoritario, según la encuesta, está más en línea de la opinión expresada por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, valorando de manera positiva la sentencia y apuntando al final de un proceso que terminó por ser el centro político de la pasada legislatura." (El País, 04/07/2010)
El programa sobre el recorte estatutario fracasa. Esto es la calle. Esto es la gente. Por suerte", escribe. "En un país, el Parlamento autonómico redacta un Estatut, el Parlamento nacional (Congreso y Senado) lo aprueba. Se vota. El Tribunal Constitucional lo retoca. Drama. No queremos que nos toquen nada. Ahora nos manifestaremos y un cuantos romperán el mobiliario urbano de los catalanes y la manifestación acabará a hostias", augura.
"Los independentistas de alta velocidad, contentos, y los españolistas irredentes, también contentos. Los otros, frustraditos, pero viendo el fútbol. Por cierto, una selección nacional llena de jugadores del Barça. Por suerte, la cotidianidad se impone. Que dure", concluye." (e-noticìes, 01/07/2010)
"Vicente Garrido, presidente del Consejo Jurídico Consultivo de la Comunidad Valenciana, en declaraciones a la prensa valorando el fallo de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña.Viene a Catalunya en un momento político muy cargado.
Estoy al tanto. No sé lo suficiente sobre los detalles del tema, pero entiendo que la resolución del Tribunal Constitucional ha creado un problema para parte del pueblo catalán. Mi esperanza es que la identidad catalana se pueda preservar durante años y al mismo tiempo se mantenga la unidad de España.¿Cree aceptable que un Tribunal Constitucional elimine lo que un pueblo ha votado y los parlamentos han aprobado?
En mi país las decisiones del Tribunal Supremo son definitivas. Y puede anular cualquier ley aprobada por el Congreso o cualquier decisión tomada por el presidente. En una democracia, el Supremo tiene la última palabra." (lavozdebarcelona.com, 01/07/2010)
“En cuanto al preámbulo, que es un tema polémico porque es el que contiene el término nación… bueno, pues lo único que hace el preámbulo es indicar que el Parlamento de Cataluña considera que Cataluña es una nación, lo cual es cierto y es un hecho descriptivo… desde esa perspectiva, no cabía considerarlo inconstitucional, en tanto en cuanto además, también, solamente tiene un carácter informador, no tiene eficacia jurídica directa; aunque también por esa regla de tres nos podríamos encontar y se podría abrir la puerta a que el Estatuto… qué sé yo, de Extremadura, dijera que Extremadura considera que es una república, y desde ese punto de vista tampoco pasaría nada… entonces, esta serie de manifestaciones en los preámbulos de los estatutos, pueden resultar, en ocasiones, un tanto estrambóticas”. (lavozdebarcelona.com, 29/06/2010)
"Anna Grau, periodista, en un apunte en su blog en el diario Cuarto Poder el 30 de junio de 2010.
‘[...] Mira que se podían hacer cosas. Relanzar la cultura catalana en el extranjero y en la misma España, donde hace mucha, mucha falta, que la cultura catalana sea asumida como propia. Relanzar el diálogo social. Buscar soluciones imaginativas a los retos de la inmigración y de la dependencia. Preguntarse por qué las multinacionales se instalan cada vez menos en Barcelona y más en Madrid.
Aprovechar las nuevas y casi infinitas posibilidades de complicidad entre gobiernos del mismo signo en España y en Cataluña para aprobar asignaturas pendientes como la financiación autonómica, sin necesidad de marcar paquete para volverse a casa envuelto en un halo de gloria… y con las manos vacías, que es lo que suele suceder.
Muchas cosas eran posibles que ni siquiera se intentaron. O lo intentó Maragall un rato hasta que su misma gente le puso la zancadilla. Eran tantos a pelearse y a diferenciarse, encima cuando te despistabas se iba Carod-Rovira a ver a ETA… un desastre, vamos, del que sólo se les ocurrió tratar de salir poniendo a todo el mundo en tensión patriótica. Vamos a hacer un Estatut.
Entre todos hicieron lo que se le vendió a la gente como el paso del Estatut a pedales al Estatut 2.0. Como el definitivo arrinconamiento de todos los miedos y complejos. Por desgracia si te sentabas a leerlo la realidad era muy otra. Les había salido un texto kafkiano, un Estatut de Frankenstein. En las junturas se veían unos puntos muy negros y muy feos. Aquí decimos que Catalunya es una nació y que ay quien nos lo discuta. Allí que esto era broma porque sólo consta en el preámbulo, y que en el fondo ya sabemos que somos España, pero no nos gusta que nos lo recuerden. Más adelante que somos la primera y única autoridad en esto y en lo otro. Luego admitimos que eso habrá que retocarlo en el marco constitucional vigente. Etc’. (lavozdebarcelona.com, 30/06/2010)
Carlos Martínez Gorriarán, responsable de Acción Política y Programa de UPyD, en un apunte en su blog citando conclusiones del fallo de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto."Gregorio Peces-Barba, político, jurista, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid y padre de la Constitución, en un artículo publicado el 29 de junio de 2010 en El País.‘[...] Que el inmediato futuro político, jurídico y económico de España va a consistir en un enorme enredo político, jurídico y económico porque la falta de claridad del reparto de competencias institucionales, el abuso de la hermenéutica constitucional y el recurso al trapicheo interpartidario a todos los niveles para cerrar pactos de gobierno y aprobar leyes va a conducirnos a un caos a la italiana o a la belga (y quizás con finanzas públicas a la argentina).
Que la actuación del PP de Valencia exigiendo para su Estatuto todo lo que no haya declarado inconstitucional el TC para el de Cataluña demuestra que el PP tampoco tiene ni idea de lo que es el sentido de Estado, y que es un partido que también aloja en su seno la centrifugación nacionalista, tan nefasto como ese PSOE que ha jaleado la sentencia afirmando que ha derrotado el PP (algo tan bien traído como celebrar la crisis porque deja en mal lugar a los mercados financieros; además de sectarios, idiotas)’.(lavozdebarcelona.com, 30/06/2010)
‘Aunque todavía no podemos hacer una valoración jurídica profunda de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la reforma del Estatuto Catalán, sí podemos contribuir a la sensatez y al sosiego con estas líneas de urgencia.
El proceso es el resultado de una acumulación de despropósitos y de errores con responsables plurales, desde el Gobierno catalán y los partidos políticos catalanes, pasando por el secretario general del PSOE, señor Rodríguez Zapatero, cuando sostuvo con imprudente firmeza que lo que se aprobase en Cataluña, se aprobaría en Madrid, y siguiendo en todos los demás trámites por la totalidad de intervinientes políticos y parlamentarios. El último de esos despropósitos lo crean y desarrollan las autoridades y los medios de comunicación catalanes, cuando afirman, con notable exceso y desconocimiento doloso que el tribunal no está legitimado para resolver el asunto.
No tuvieron los políticos catalanes del tripartido y de la oposición la suficiente mesura para saber los límites constitucionales, y para auto controlarse, dejando que el tema llegase a extremos que cualquiera puede entender que superan con exceso los textos de la Carta Magna de 1978. Ponían así de relieve una falta de respeto, de afecto y de lealtad a la norma suprema y una utilización oportunista de sus competencias. La culpa in vigilando del Congreso de los Diputados y la irresponsable actitud del Sr. Zapatero, dando vía libre a los exceso, no pudo ser contrarrestada por el celo de Alfonso Guerra y por la Comisión de Constitucional que presidía.
Así llegó todo el problema al Tribunal Constitucional, como consecuencia de la irresponsabilidad de los restantes autores y así se convirtió en chivo expiatorio para desviar la atención sobre las culpas políticas que produjeron los males jurídicos que el Tribunal Constitucional ha zanjado con su sentencia. Ya llegará el momento de valorar con respeto y sentido crítico sus contenidos. Ahora sólo hay que felicitarse y agradecer a sus magistrados su sentido de la responsabilidad, con respeto, como últimos responsables que son de la constitucionalidad de las leyes’. (lavozdebarcelona.com, 30/06/2010)
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