“Según Wikipedia, “el patriotismo constitucional es un concepto ideológico formulado por Jürgen Habermas como respuesta a la necesidad de dotar de un contenido democrático a la identidad alemana en su reconstrucción posterior a la Segunda Guerra Mundial, tras haber quedado ‘contaminada’ por el nacionalismo extremista del nazismo. Según esta teoría, el concepto de ciudadanía descansa en un sentido de valores compartidos más que en una historia u origen étnico común. Es una parte central de las teorías del post-nacionalismo, y ha influido en el desarrollo de la Unión Europea. La divulgación del término en España, ha permitido su utilización desde muy distintos puntos de vista, originariamente desde la izquierda, y luego desde la derecha.
Particularmente se ha utilizado para reivindicar la identidad unitaria española (desvinculándola del nacionalismo extremista del franquismo) frente a los nacionalismos periféricos”. ¿Qué sustancias habría que mezclar en el matraz filosófico para asegurarse de que nos encontramos ante un fenómeno político llamado nuevo patriotismo español y cuáles son sus rasgos? (…)
Lo resume con perfecta textura el periódico que ha sido durante años modelo de excelencia: “Fue un equipo y un país… finalmente unidos en uno (…) Y fue el mayor momento futbolístico de España en toda una generación”. Así describió “The New York Times” la victoria de España en la Eurocopa. Vale, no cabe deducir de ahí la certeza de que ha echado raíces un nuevo patriotismo, pero esa caracterización de “finalmente unidos en uno” (aunque la sintaxis no sea un prodigio) dice algo más de lo que dice. Al día siguiente del triunfo en Viena, la BBC difundió una información en la que se leía que “algunos contemplarán esta conquista como un estímulo para la unidad nacional, dadas las antiguas divisiones regionales de España” y que vascos y catalanes “no van de pronto a abandonar sus posiciones políticas sobre la base de un gol de Fernando Torres”. (…)
Javier Marías escribió un artículo en “El País” titulado ‘Lo contrario de lo que hemos sido’, donde se leía que “pese al cutrerío montado por la cadena Cuatro en la plaza de Colón, lo que creo que prevalece es una sensación de desconcierto e incredulidad. (…) ¿Somos en verdad ‘nosotros’?, es la pregunta incrédula que nos sobrevuela. (…)
Mientras en un artículo titulo “Diccionario eurocopero”, el columnista Ignacio Camacho otorga al término “La Roja” la siguiente entrada: “Reciente denominación colectiva de la selección española, en la que algunos quisquillosos pretenden ver una desnacionalización semántica pese a que se trata de una extrapolación del códido de color nacional de otros países (la ‘azzurra’, ‘les bleus’, ‘la amarelha’, etcétera)”, el novelista Juan Manuel de Prada celebraba en una Tercera de ABC las virtudes del abrazo. Bajo el título de ‘Al calor de los goles de España’ decía que “esa alegría de los goles de España, que a hombres y mujeres vuelve más intrépidos y fogosos aunque no nos guste el fútbol, que a su calor nos torna de repente españoles sin premeditación, españoles de entraña y certeza, es la que en estas jornadas nos ha cambiado a todos la cara” (ALFONSO ARMADA: Otra España. Atisbos de un nuevo patriotismo. ABC.es, 04/07/2008)
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