15/4/08

Las élites catalanistas dicen: "¡Sacrifiquemos Barcelona al interés superior de Cataluña! ¡Dios lo quierre!" Y pasa lo que pasa.. se queda sin agua

“Barcelona se asfixia como consecuencia de años de malas políticas de la Generalitat y el Ayuntamiento.

Annus horribilis de Barcelona. La ciudad española con mayor proyección internacional… aparece, de repente, a los ojos del mundo como una ciudad sedienta, parcialmente a oscuras, caótica en sus comunicaciones, conflictiva, cuestionada, insegura ante su futuro. (…)

La llegada de la democracia y el nuevo poder autonómico tuvo un efecto inesperado. Las nuevas élites políticas nacionalistas vieron en la Gran Barcelona un obstáculo para la construcción de la identidad nacional catalana. Un contrapoder para el nuevo poder de la Generalitat. Por eso Jordi Pujol suprimió la Corporación Metropolitana en 1987. De aquellos polvos, estos lodos.

El nuevo poder autonómico avivó, además, intereses territoriales contra Barcelona. La norma electoral, en la medida en que favorece la representación política del territorio, ayudó. La procedencia geográfica de los miembros de los gobiernos de la Generalitat es un reflejo. Las políticas de infraestructuras otro. Barcelona quedó desatendida. El minitrasvase del Ebro del año 1981 destinado a apagar la sed de Tarragona se quedó a una escasa docena de kilómetros de la tubería que llega a Barcelona. Hasta hoy ningún partido se ha atrevido a defender ese pequeño enlace. Todo por el miedo a perder un diputado territorial. Es un ejemplo. Hay otros.

Además, a Barcelona le han perjudicado las falsas ideas de la izquierda socialista y verde sobre el crecimiento, las infraestructuras y el medio ambiente. La creencia de que se puede mejorar el bienestar y el crecimiento sin impactar en el medio ambiente. Que para asegurar las necesidades de Barcelona no hacían falta nuevas infraestructuras, sino que bastaba con mejorar la eficiencia en el uso del agua, la electricidad, o la movilidad. Este pensamiento posiblemente estuvo influido por la perdida de impulso y de población que sufrió Barcelona en los ochenta. Pero cuando volvió el crecimiento y la población volvió a aumentar, esas falsas ideas bloquearon la acción.

Por otro lado, el uso corporativo de la lengua ha obstaculizado la capacidad de Barcelona para atraer talento, un capital tan necesario como las infraestructuras. No hablo del modelo de política lingüística, tan válido y discutible como cualquier otro pero que no ha generado problemas sociales significativos. No hay exclusión social por motivo de lengua. Lo que ha habido es una utilización de la lengua por parte de las nuevas élites políticas y burocráticas para reducir la competencia y reservarse el acceso a los puestos de trabajo de la Administración, que es el gran empleador de Cataluña: escuelas, universidades, sanidad, seguridad social, cárceles, etc. Es ese objetivo corporativo, y no el de la defensa de la lengua catalana -garantizada a través del sistema educativo-, lo que explica los reglamentos lingüísticos restrictivos de acceso a empleos públicos.

Esto ha creado una imagen antipática del catalán. Pero aún más importante es el corsé que eso significa para la llegada de nuevo talento, necesario para el éxito de Barcelona. Imaginen qué sería del Barça si tuviese que renunciar a traer a los mejores jugadores del resto de España y del mundo porque no tienen el nivel C de catalán. O, sencillamente, si éstos no quisieran venir por ese temor. Sería ilustrativo conocer a cuántos ejecutivos consiguen retener las empresas catalanas cuando absorben a otras del resto de España por el temor infundado a la lengua. O cuántos dejan de venir a nuestras universidades, o se van de ellas. Éste es un corsé menos visible que el de las infraestructuras, pero de igual importancia.” (ANTÓN COSTAS: ¿Qué le pasa a Barcelona?. El País, ed. Galicia, Opinión, 13/04/2008, p. 43)

Si se acepta que el talento exterior no llega a Barcelona porque se utiliza la lengua para copar los empleos de la Administración autonómica por una élite ¿Cómo se puede negar, entonces, que el charnego (el que nunca pertenecerá a esa élite) también se halla discriminado?

Si se acepta que la lengua se utiliza para preservar privilegios de la clase alta catalana frente a los de fuera ¿Cómo no se va a utilizar para discriminar a los de dentro, a los charnegos? Si se usa corporativamente para defender a una élite nacionalista frente a todos los competidores, siempre serán más peligrosos los de dentro que los de fuera. Angelismos no, por favor... incompetencia y mala leche, simplemente.

Como se puede ver...

El agua que pierden las acequias del Ebro abastecerá Barcelona. (…)

Pese a que ayer todo fueron buenas caras, el Gobierno catalán ha tenido una difícil papeleta. Su opción de trasvasar agua del Segre de forma temporal ha sido arrinconada por el Gobierno central y la solución finalmente adoptada nunca fue considerada una opción real por la Generalitat. Además, ha sido una empresa privada, Aguas de Barcelona, la que ha tenido que aportar la solución para que la tubería hasta Barcelona pueda estar lista en seis meses y no en 21 como decía el Gobierno catalán.” (El País, ed. Galicia, España, 16/04/2008, p. 15)

1 comentario:

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