11/3/08

Ocho segundos, son solo ocho segundos... de miseria... moral... en San Mamés

"La decisión de la directiva de Fernando García Macua de guardar un minuto de silencio en memoria de Isaías Carrasco, el último asesinado por ETA, corrige el censurable autismo que el Athletic ha mantenido durante décadas respecto al principal azote que sacude a la sociedad de la que forma parte: el terrorismo. Nunca hasta el domingo se había reprobado en San Mamés una acción criminal. Es cierto que el minuto se convirtió en 'instantes', como refleja el árbitro en el acta, y que el silencio fue quebrado por gritos intolerantes, pero esos ocho segundos hacen tanto por la dignidad de la entidad rojiblanca como su impecable trayectoria deportiva. (…)

Un lamentable escapismo que ha privado a la sociedad vizcaína y vasca de un referente ético y ha impedido que las gradas de San Mamés dieran unas necesarias lecciones de respeto a las nuevas generaciones. La violencia terrorista no es exclusiva de la política, pertenece al ámbito de la moral. Y cada silencio que no se guardaba, mientras el resto de campos de España honraba a los muertos de una barbarie de raíz vasca, era un preocupante rasgo de sumisión… ha sucedido con las fiestas, festivales y competiciones deportivas, celebradas por encima de crímenes y víctimas, y ocurre con la vida diaria, donde se encapsula la violencia, el chantaje y la agresión para hacer posible una rara normalidad: la de la alta 'calidad de vida' de Euskadi.. (…)

La sombra de la violencia lo contamina todo, incluido el fútbol, y contra ella no puede haber 'espacios liberados' ni zonas de impunidad. San Mamés, por fin, empieza a dejar de serlo.” (El Correo, Editorial, 11-03-2008)

Algún dispositivo moral falla cuando, en un país donde se mata por motivos políticos desde hace medio siglo, hay que esperar cincuenta años y ochocientos y pico muertos para que en un estadio se intente guardar un minuto de silencio en solidaridad con una víctima de ETA. (…)

"No hay que mezclar fútbol y política", fue la excusa en 1998 para no condenar en silencio los asesinatos en Sevilla del concejal del PP Alberto Jiménez-Becerril y su esposa. Al presidente que la opuso se le olvidaba que en 1978, antes de un Athletic-Atlético de Madrid, se había hecho con el dirigente de ETA José Miguel Beñarán, Argala, y que en 1984, en un Athletic-Real Sociedad, ambos equipos saltaron al campo portando una ikurriña con crespón negro debido al asesinato del dirigente de HB Santiago Brouard.

Llevar al césped la celebración del Aberri Eguna, el Día de la Patria de los nacionalistas, o la reivindicación de las selecciones nacionales de Euskadi, Cataluña y Galicia no era mezclar fútbol y política. (…)

Al final, apenas hubo silencio y el minuto no duró más allá de dieciséis segundos. Pero nunca la mayoría que calló resultó más digna y la minoría que berreó quedó mejor retratada.” (EMILIO ALFARO: Dieciséis segundos de decencia. El País, ed. Galicia, Deportes, 11/03/2008, p. 67)

“Además, mis antiguos colegas del departamento de mi antigua universidad que organiza el homenaje a mi antiguo amigo, el catedrático fallecido, me han tranquilizado. No me retiran la invitación porque me consideren persona no grata, sino tan sólo porque soy una persona molesta. Conflictiva. La prueba es que habría tenido que acudir al homenaje acompañado de dos o tres funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía.

Trescientos kilómetros al norte de donde vivo -es decir, donde estuvo mi casa-, no se puede guardar un minuto de silencio en un estadio de fútbol, como homenaje póstumo a un concejal asesinado por ETA, porque medio estadio abronca al otro medio, a los silenciosos, y vitorea a los asesinos. Medio estadio lleno de personas ni molestas ni conflictivas. El conflicto les es impuesto desde el Estado, como repetirán hoy sus líderes políticos en las celebraciones del Día de la Patria, Aberri Eguna en la jerga falsamente vernácula que aprenden los niños en las escuelas, trescientos kilómetros al norte de mi casa. El presidente del gobierno autónomo, del gobierno que manda en ese sitio donde estuvo mi casa, el presidente elegido por la mayoría de los ciudadanos de ese sitio donde tendrían que acompañarme a ver a mis padres dos o tres funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía, volverá hoy a plantear su propuesta para terminar con el conflicto. O sea, que la gente de ese sitio decida libremente qué relaciones quiere tener con el Estado que les impone el conflicto.

Trescientos kilómetros al norte de donde está mi casa, en el sitio donde estuvo mi casa, vive una mayoría de gente silenciosa, acobardada, proterva, embrutecida, dañina y además estéril en todos los sentidos de la palabra. Ni siquiera se reproduce. Y yo me planteo hoy qué relaciones quiero tener en el futuro con esa gente y con sus instituciones y con su universidad, y me sorprendo diciéndome que ninguna, salvo esta bendita distancia de trescientos kilómetros.” (Jon Juarista: Distancia. Fuente: Bastaya.org, 23-03-08. Publicado en ABC, el domingo 23 de marzo de 2008)

Día 13 septiembre de 1980. Acaban de asesinar a mi padre, teniente coronel farmacéutico. Una semana después juega el Athletic en San Mamés. Días antes, me personé, acompañado por uno de mis hermanos, en las oficinas del club para 'pedir' un minuto de silencio. En la calle, porque tenían «mucha prisa y vamos a cerrar», nos lo niegan rotundamente. No quieren mezclar «política con deporte». Respondo que mi padre no era un hombre político, los militares acatan sus decretos, pero, aunque así fuese, condenar un crimen nunca se puede interpretar como un hecho político, estamos hablando de un asesinato, de dignidad humana, de moral, de decencia...

«No, no, no. Esto ya está hablado y decidido». Insisto en que no pedimos ninguna declaración política, ni deportiva ni nada por el estilo, sólo y exclusivamente un minuto de silencio, por el honor del club, para una persona asesinada y socio del Athletic, porque al igual que yo, mi madre, tios, primos y casi toda mi familia éramos socios del Athletic. «No insistas chaval, porque no lo vamos a hacer». Iluso de mí, porfié una vez más: El club ya se ha posicionado «políticamente» (y lo sigue haciendo), tanto en Lezama como en San Mamés en infinidad de ocasiones, quemando unas banderas, exhibiendo otras, con pancartas, brazaletes, con el secuestro de Guzmán, con notas de prensa, incluso ya lo habían hecho entonces por etarras... Eso son «cosas aisladas y no volverá a pasar».

En el fondo estaba convencido de aquella respuesta para la que iba preparado. En sus narices, rompí los carnés de socio y los arrojé al suelo. Nunca más he vuelto a San Mamés.

Mi familia, mi apellido, ha dado al club páginas de oro, durante muchos años, siendo Juan Urquizu, tanto como jugador y después como entrenador, quien más tiempo seguido ha permanecido en su puesto y quien más títulos ha conseguido en propiedad. A día de hoy nadie le ha arrebatado ese récord. Y ese club, al que adorábamos, nos lo pagó con desprecio, cobardía y silencio. No han sido el de Uría y el de Zarra (por cierto un señor, que sí nos mostró su pesar) los dos únicos silencio”. (JOSÉ MARÍA URQUIZU: ¿Dos silencios?. ¡Basta Ya!, 31-03-08. Publicado en el Correo, el domingo 30 de marzo de 2008)

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