Un lamentable escapismo que ha privado a la sociedad vizcaína y vasca de un referente ético y ha impedido que las gradas de San Mamés dieran unas necesarias lecciones de respeto a las nuevas generaciones. La violencia terrorista no es exclusiva de la política, pertenece al ámbito de la moral. Y cada silencio que no se guardaba, mientras el resto de campos de España honraba a los muertos de una barbarie de raíz vasca, era un preocupante rasgo de sumisión… ha sucedido con las fiestas, festivales y competiciones deportivas, celebradas por encima de crímenes y víctimas, y ocurre con la vida diaria, donde se encapsula la violencia, el chantaje y la agresión para hacer posible una rara normalidad: la de la alta 'calidad de vida' de Euskadi.. (…)
La sombra de la violencia lo contamina todo, incluido el fútbol, y contra ella no puede haber 'espacios liberados' ni zonas de impunidad. San Mamés, por fin, empieza a dejar de serlo.” (El Correo, Editorial, 11-03-2008)
“Algún dispositivo moral falla cuando, en un país donde se mata por motivos políticos desde hace medio siglo, hay que esperar cincuenta años y ochocientos y pico muertos para que en un estadio se intente guardar un minuto de silencio en solidaridad con una víctima de ETA. (…)
"No hay que mezclar fútbol y política", fue la excusa en 1998 para no condenar en silencio los asesinatos en Sevilla del concejal del PP Alberto Jiménez-Becerril y su esposa. Al presidente que la opuso se le olvidaba que en 1978, antes de un Athletic-Atlético de Madrid, se había hecho con el dirigente de ETA José Miguel Beñarán, Argala, y que en 1984, en un Athletic-Real Sociedad, ambos equipos saltaron al campo portando una ikurriña con crespón negro debido al asesinato del dirigente de HB Santiago Brouard.
Al final, apenas hubo silencio y el minuto no duró más allá de dieciséis segundos. Pero nunca la mayoría que calló resultó más digna y la minoría que berreó quedó mejor retratada.” (EMILIO ALFARO: Dieciséis segundos de decencia. El País, ed. Galicia, Deportes, 11/03/2008, p. 67)
“Además, mis antiguos colegas del departamento de mi antigua universidad que organiza el homenaje a mi antiguo amigo, el catedrático fallecido, me han tranquilizado. No me retiran la invitación porque me consideren persona no grata, sino tan sólo porque soy una persona molesta. Conflictiva. La prueba es que habría tenido que acudir al homenaje acompañado de dos o tres funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía.
Trescientos kilómetros al norte de donde vivo -es decir, donde estuvo mi casa-, no se puede guardar un minuto de silencio en un estadio de fútbol, como homenaje póstumo a un concejal asesinado por ETA, porque medio estadio abronca al otro medio, a los silenciosos, y vitorea a los asesinos. Medio estadio lleno de personas ni molestas ni conflictivas. El conflicto les es impuesto desde el Estado, como repetirán hoy sus líderes políticos en las celebraciones del Día de
Trescientos kilómetros al norte de donde está mi casa, en el sitio donde estuvo mi casa, vive una mayoría de gente silenciosa, acobardada, proterva, embrutecida, dañina y además estéril en todos los sentidos de la palabra. Ni siquiera se reproduce. Y yo me planteo hoy qué relaciones quiero tener en el futuro con esa gente y con sus instituciones y con su universidad, y me sorprendo diciéndome que ninguna, salvo esta bendita distancia de trescientos kilómetros.” (Jon Juarista: Distancia. Fuente: Bastaya.org, 23-03-08. Publicado en ABC, el domingo 23 de marzo de 2008)
“Día 13 septiembre de 1980. Acaban de asesinar a mi padre, teniente coronel farmacéutico. Una semana después juega el Athletic en San Mamés. Días antes, me personé, acompañado por uno de mis hermanos, en las oficinas del club para 'pedir' un minuto de silencio. En la calle, porque tenían «mucha prisa y vamos a cerrar», nos lo niegan rotundamente. No quieren mezclar «política con deporte». Respondo que mi padre no era un hombre político, los militares acatan sus decretos, pero, aunque así fuese, condenar un crimen nunca se puede interpretar como un hecho político, estamos hablando de un asesinato, de dignidad humana, de moral, de decencia...
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