28/10/21

Xavier Rius, director de e-notícies: ¿Dónde están ahora los que me insultaban? ¿Diez años mareando la perdiz para acabar así? Pidiendo cuotas de catalán en Netflix y un “referéndum acordado” con el Estado que, como todo el mundo sabe, no se hará... Íbamos de machotes. Apartaos, que venimos. Esto será coser y cantar. La independencia estaba “a tocar”. A la vuelta de la esquina... por eso: ¿Dónde están ahora? Advertí en un lejano 2017 -y disculpen la autocita- que Catalunya se iría a la mierda...

 "Lo pregunto por cómo ha acabado el proceso: pidiendo cuotas de catalán en Netflix y un “referéndum acordado” con el Estado que, como todo el mundo sabe, no se hará.

¿Diez años mareando la perdiz para acabar así? ¿Se acuerdan? “Marxem”, “President, posi les urnes”, “hem passat pantalla”, proclamaban.

Íbamos de machotes. Apartaos, que venimos. Esto será coser y cantar. La independencia estaba “a tocar”. A la vuelta de la esquina.

Siempre dije que no se podía hacer un órdago al estado -y ganarlo- con menos de la mitad de los catalanes.

Por eso: ¿Dónde están ahora los que me insultaban por decir la verdad?

Y lo cierto es que empezaron a insultarme muy pronto. Durante años he coleccionado insultos. Los iba recopilando en una web como otros coleccionaban sellos o monedas cuando yo era joven.

Tengo incluso insultadores con pedigree: Sala i Martín, Tian Riba, el autobusero de la CUP, columnistas de El Nacional, dirigentes de ERC e incluso de CDC, exdiputados de Iniciativa, periodistas de TV3 como Xavier Valls.

Hasta que me harté. Recibía tantos y de tal calibre que no me daba tiempo a actualizarla.

Primero eran antisistema pero luego empezaron a ser profesionales liberales, profesores universitarios, empresarios e incluso médicos sin relación de parentesco.

Como un profesor de la UB, Àlex de Jaureguízar, que también era consejero nacional de CDC.Vaya nivelazo. Me quejé al entonces rector, Dídac Ramírez. Un usuario de twitteren también representa a su organización en las redes. Sea una universidad, una empresa, una administración, una tele pública o los Mossos.

Pero se me sacó de encima. Ya saben, la libertad de expresión. Como la reina Letizia. Al cabo de año y pico tuvo que expulsarlo por unos tuits homófobos a Miquel Iceta. Se hubiera ahorrado la polémica si me hubiera hecho caso.

 O Rafael Pous, un empresario (?) del Cercle Català de Negocis, que nos acusó de “guerra sucia”. Como si fuéramos los GAL.  Por algo que, por supuesto, era verdad. En una asamblea de la ANC en Tarragona alguien había gritado "¡charnegos al paredón!".

Tal y como ha derivado luego el proceso tampoco no me extraña. Le he perido la pista al susodicho. Tengo unas ganas de encontrármelo. Pero en la calle porque en las redes son más valientes.

 Lo único que han conseguido éstos del CCN, por cierto, ha sido colocar a Míriam Nogueras de portavoz de Junts en Madrid. El proceso como ascensor social.

Recibí incluso insutlos de colegas o excolegas. Una fotógrafa de La Vanguardia. O Jordi Grau, mandamás en El Punt-Avui. El otro día fui a un acto en Girona y me lo encontré. Me vinieron ganas de preguntar cómo está esto de la independencia.

Y, por supuersto de dirigentes de Esquerra. E incluso de alcaldes.

 Sin olvidar a Berlustinho, aquel amigo de Rufián que acabó enchufado en Salud. Con éste ya ajustaré cuentas otro día.

O aquel exjefe de protocolo de CDC. ¡Alex, las formas!

 Entre otros muchos. A mí me han insultado en las redes hasta una exmaestra de mis hijos, vecinos y la hermana del fontanero de toda la vida.

Tiempo habrá de hacer una recopilación con pelos, señales y apellidos.

Total para qué.

Advertí en un lejano 2017 -y disculpen la autocita- que Catalunya se iría a la mierda. No había que ser un genio para adivinarlo. Se veía venir.

Ahora alardean de que son el 51%. Sí pero han bajado 600.000 votos.

Dominan todavía los mecanismos de poder: la Generalitat, TV3, las subvenciones, los contratos, la publicidad institucional. El dinero, en definitiva.

Estamos instalados en un impasse letal: inestabilidad política, inseguridad jurídica, incertidumbre económica y bloqueo legislativo.

 Han aprobado un proyecto de ley en seis meses: el de ciencia. Y que conste que no soy partidario de valorar un gobierno por su número de leyes.

¿Pero cómo quieren atraer a científicos si son incapaces de hacer que las empresas vuelvan? ¿Les van a exigir el nivel C en sus investigaciones?

Aunque el problema es que la parálisis viene de lejos: de Mas, de Puigdemont, de Torra. Llevamos años perdiendo el tiempo.

En fin, ahora ya es evidente que el proceso no va a ningún lado.

Voy ahorrarles el resto de daños -políticos, económicos, sociales e incluso culturales- para no aburrirles. Lo dejo para el libro si nunca llego a terminarlo.

Los que tanto vociferaban han acabado rechazando la ampliación del aeropuerto y exigir catalán en Netflix para aprobar los Presupuestos.

¿Para esto valía la pena el proceso?"                (Xavier  Rius, director de e-notícies, 27/10/21)

No hay comentarios: