"(...) Aunque la desobediencia de Quim Torra con el tema de la
pancarta fue tan estéril como cobarde, va a provocar su inhabilitación
como 'president' y el adelanto electoral.
Por ahora pierde solo su
condición de diputado en una controvertida decisión de la JEC que fue
leída por algunos como una injerencia política para descarrilar la
investidura de Pedro Sánchez, pero que el TS ha avalado con sólidos argumentos. (...)
Cuando Torra acusa a la JEC de actuar de forma
“sesgada, deliberada y parcial” para quitarle su acta de diputado, está
mintiendo. Quien le priva de ello, como afirma el TS, es una sentencia
condenatoria del TSJC que, aunque no sea firme, es ya ejecutiva según la
LOREG al tratarse de un delito contra la administración pública.
El
organismo electoral lo que hace es aplicar esa norma, pues Torra se
ha convertido en inelegible de forma sobrevenida. Es cierto que hay un
debate jurídico sobre si una sentencia penal todavía recurrible puede
conducir a la inhabilitación del condenado, pero la JEC se limita a
suspenderle de diputado sin apartarlo del cargo de 'president'. Si
finalmente el TS optara cuando estudie la cuestión de fondo por no
inhabilitarlo, podría recuperar el escaño. (...)
Torra anuncia ahora acciones contra la JEC por un
posible delito de coacciones. Es ridículo que alguien que defiende la
soberanía absoluta del Parlament, por encima de las leyes y los órganos
judiciales españoles, haya presentado un recurso cautelar ante el TS y,
cuando no le dan la razón, amenace y se niegue a cumplir la resolución. (...)" (Joaquim Coll, El Periódico, 26/01/20)
"(...) La descoyuntada vida política de Torra no llega a su fin con su pueril desobediencia a las autoridades judiciales superiores que le dijeron “retira esa p… pancarta pero ya”.
Ni con la humillación de ayer lunes,
cuando sus socios en el gobierno regional decidieron someterse al
dictat de ese poder judicial español al que dicen despreciar y negar,
pero al que cuando toca se someten, y le despojaron de su categoría de
diputado en el parlamento catalán.
Esto, desde luego, provocará rozaduras y a lo mejor hasta rupturas
entre las “famiglias” que gobiernan Cataluña y que se detestan
entrañablemente. Normal. Están en juego las próximas elecciones y el
subsiguiente reparto de miles de salarios y de “trapis”.
Ayer la decisión del Parlament de desposeer a Torra de su condición
de diputado (y, en consecuencia de President de la Generalitat) quedó demorada hasta nuevas deliberaciones; pero en cualquier caso es asunto de un par de meses que el Tribunal Supremo lo inhabilite también como presidente.
Ahora bien, que Torra ya no pueda ejercer de president no quiere decir que no lo haya sido. El ex vendedor de seguros de la firma Winthertur
ha sido, y seguirá siendo, “Molt honorable”, y por consiguiente tiene
derecho a una jubilación espléndida, a un personal a su servicio, con
chófer y secretarias incluidos, y dispondrá de una oficina en el Paseo
de Gracia a cargo de los presupuestos generales del Estado.
Como sus ilustres predecesores: el corrupto Pujol, el demenciado Maragall, el montillesco Montilla, el astuto Mas, y el fugado Puigdemont. ¡Qué tropa fantástica! Dan para una tertulia en el Ateneo.
Desde su oficina, Torra podrá seguir emitiendo esas soflamas que ya
desde el primer día le hicieron ser contemplado con asombro, esas
soflamas algo recalentadas que emitía desde las tribunas del diario Avui, o Ara,
o algún otro órgano del régimen de parecido prestigio político e
intelectual, y donde acusaba a los españoles de ser alimañas feroces, y
caníbales o poco menos. Ya desde el principio de su mandato algunos le
observaban como a un sujeto un poco exaltado, y otros como a un “dead man walking”, o sea un cadáver que camina sin saber que está muerto.
Acaso intente aferrarse a la presidencial poltrona, aunque sin voz ni
voto, humillado y ofendido, aunque sea degradando todavía más de lo que
ha hecho hasta ahora la institución, porque su “familia” no tiene un
sustituto presentable. Ni siquiera impresentable.
Por lo menos hasta el 23 de febrero, cuando acaba la inhabilitación de Artur Mas. Podemos estar seguros de que éste no nos fallará, éste siempre estará dispuesto a sacrificarse por Cataluña. Gran esperanza." (Ignacio Vidal-Folch, 28/01/20)
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