"El autor de esta obra – Nacionalismo catalán y adoctrinamiento
escolar*-, presentada en Madrid por el catedrático de Derecho
Constitucional Francesc de Carreras y cuya lectura considero
imprescindible, es un experto en la materia, no solo a nivel de España,
sino en el ámbito internacional.
Licenciado en Filosofía y Letras y diplomado en Educación, está en
posesión de un Máster en Supervisión y Evaluación de la Educación.
Además de ejercer durante años la docencia en diversos destinos de la
provincia de Barcelona, y de ostentar diversos cargos relacionaos con la
evaluación y formación del profesorado, Jesús Rul fue durante años
inspector de Educación de la Generalitat de Cataluña. Es decir que sabe
muy bien de lo que habla, y lo expone no solo con formulaciones
teóricas, sino con ejemplos vivos extraídos de su rica experiencia. (...)
Los tres factores estructurales del adoctrinamiento
(...) En el plano conceptual, los tres factores estructurales del
adoctrinamiento serían la “acción de influencia”, los “receptores” a
quienes se dirige y el “efecto de la influencia”.
Para Rul, la “acción de influencia”, responde a una estrategia a
corto y a largo plazo que “utiliza determinados resortes de poder de
élites políticas, económicas, institucionales, mediáticas y personales” y
se difunde “a través de agentes por todo el territorio, en los grupos
sociales, en los medios de comunicación, o en lascelebraciones,
imponiendo un “relato dogmático y emocional”, con cuyo fin asistimos a
una “distorsión deliberada de los hechos y su significación más
elemental, la negación, la falsedad y la burla”.
La propaganda
nacionalista se disemina “a través de las redes de influencia
nacionalista desde las asociaciones de toda índole, municipios,
comarcas, hasta llegar a los medios y grupos de interés
internacionales”. Sus contenidos reflejan la transformación de
determinados supuestos en “hechos”sin base real, con el fin de modelar
la opinión pública e influir en las actitudes sociales. Es evidente que
las opiniones de muchos se basan en este enfoque, en el que la “carga
emocional” sustituye a los hechos objetivos y a la realidad.
¿Quiénes son los receptores de la influencia? Para el nacionalismo,
los receptores son los alumnos desde la educación infantil a la
universitaria, debido fundamentalmente a que las instituciones
educativas son un espacio privilegiado donde verter estereotipos
nacionalistas con “efectos cognitivos y carga emocional”, a través de la
“fijación de ideas, las interpretaciones y valores discriminatorios
como medio para inculcar prejuicios que condicionan la mente de muchos a
la diversidad de estímulos sociopolíticos y culturales”.
La influencia nacionalista en la educación se ejerce sobre los
primeros 20 años de 1.604.70 alumnos del sistema educativo, lo que
equivale al 21,41% de la población de Cataluña y esto desde hace 40
años. Además de la acción sobre el alumnado, el discurso nacionalista
influye también en las familias, los docentes y las asociaciones de
padres. A esta intoxicación en la escuela viene a sumarse la propaganda a
través de los medios de comunicación públicos y privados financiados,
y, por lo tanto, sometidos a la influencia del nacionalismo.
El autor pasa después a referirse a los factores descriptivos del
adoctrinamiento, tales como la realidad social, es decir, el espacio
sociopolítico, cultural y económico de Cataluña y su expansión a los
llamados “países catalanes” y a los grupos y medios internacionales; el
fenómeno interpersonal, es decir, las estrategias y acciones con menores
en espacios escolares, sociales, culturales, deportivos, lúdicos y
mediáticos; la realidad institucional escolar, es decir, los
estereotipos más o menos explícitos y acciones de directivos y docentes
identificados con el ideario nacionalista; el proceso intencional,
recurrente y gradualista de proyectar en los menores la ideología
nacionalista e influir en su visión, actitud y conducta; los actores, es
decir, la red de “controladores” y “controlados”y su capacidad de usar
los ”medios de adoctrinamiento”y de producir impacto en otros; los
fines, es decir, la capacidad de influir para conformar y/o transformar
las actitudes y conducta de los menores como estrategia de control
social nacionalista; y, por último, los medios, es decir, los contenidos
y los recursos públicos y privados para hacer efectivos e imponer la
influencia y el control social de la ideología nacionalista.
Posteriormente, el autor analiza los fines y características del
adoctrinamiento: estímulos, respuestas y aprendizaje, y dentro de este
apartado aborda los mecanismos cognitivos de ajuate personal a los
influjos. El siguiente subcapítulo trata de las “estrategias y acciones
de control social”, pero será en el titulado “Estrategia de control
social del nacionalismo catalán” cuando el autor combina las
formulaciones conceptuales con ejemplos concretos referentes al
nacionalismo catalán.
Lo primero, una obviedad: el nacionalismo catalán
conservador, representado por Convergencia i Unió (CIU) ostentó el poder
político en Cataluña prácticamente desde la instauración de la
democracia en España, en el marco de la Constitución de 1978, y de los
Estatutos de Autonomía de 1979 y 2006, excepto entre 2003 y 2006, en que
hubo un gobierno tripartito, compuesto por el CSC, ERC e ICV.
Entre
2015 y 2017, el gobierno de “Junts pel Sí”, en que se produjo una unión
del nacionalismo de derechas y del nacionalismo de izquierdas, junto con
la CUP, partido independentista de extrema izquierda, representó el
mayor desafío al orden constitucional español, al impulsar el proceso
secesionista de ruptura con España.
Nacionalización de Cataluña al margen de España
Como señala Rul, el vasto proyecto estratégico de nacionalización de
Cataluña al margen de España y el “Programa 2000” fue urdido por CIU
desde los años noventa del pasado siglo. Se compone de siete objetivos
generales de carácter ideológico, y con una serie de actividades
fundamentales y de ocho planes sectoriales de intervención con objetivos
específicos y actividades fundamentales para su desarrollo.
Entre los siete objetivos generales, bajo el epígrafe de
“pensamiento”, cabe destacar los relativos a formar la “personalidad
catalana”; divulgar la historia, la personalidad y el “hecho diferencial
catalán”; definir a Cataluña (Países catalanes) como nación dentro de
Europa; afirmar el memorial de agravios de Cataluña (con relación a
España); y reforzar la individualidad de los catalanes en una Cataluña
fuerte.
En lo que respecta a los sectores o áreas de intervención del
nacionalismo catalanista, Rul se centra en la relativa a la educación,
en la que los objetivos consisten, entre otros, en impulsar el
“sentimiento nacional catalán” a profesores, alumnos y padres;
garantizar el conocimiento de la historia, la geografía y las costumbres
de Cataluña; potenciar el uso del catalán y educar en valores humanos
“catalanes y universales”.
En cuanto a las actividades fundamentales, se trata, sobre todo, de
exigir el conocimiento de la lengua, la historia, y la geografía de
Cataluña y de los “países catalanes”a todos los profesores y alumnos, y
de reorganizar el cuerpo de inspectores para que vigilen el cumplimiento
de la normativa sobre catalanización de la enseñanza.
El relato nacionalista, asegura Rul, ha conseguido imponerse a lo
largo de los últimos 40 años, pero especialmente entre 2010 y 2012 hasta
la actualidad, periodo en el que el nacionalismo catalán afianzó su
poder, utilizando todos los medios de las instituciones y recursos
españoles que controlan a través de la Generalitat.
A esta situación han
contribuido también asociaciones afines, subvencionadas con dinero
público y privado, como la ANC (Asamblea Nacional Catalana) y Omnium
Cultural, dedicadas a inducir a funcionarios docentes y alumnos a
emprender acciones de apoyo al proceso secesionista en universidades,
escuelas y centros de enseñanza secundaria, y a utilizar los medios
públicos y privados, para imponer un relato acorde con la secesión, en
el que no dudan en recurrir al victimismo. (...)
Convergencia y su estrategia de expansión nacionalista
Desde 1980 hasta 2003, y, luego, desde 2010 hasta la actualidad, la
historia del catalanismo tuvo por protagonista al partido Convergencia
Democrática de Catalunya (CDC), partido nacionalista conservador,
coaligado con el democristiano Unión Democrática de Catalunya, para
constituir ambas agrupaciones políticas la coalición CIU, hasta su
disolución en 2015.
Fue CDC el partido que empezó su estrategia de expansión nacionalista
para el control sociocultural y económico, gracias a su consolidación
en el poder autonómico, para lo cual se valió de dos estrategias
complementarias: por un lado, el dominio institucional interno, que
lleva aparejado el control sociopolítico, mediático, cultural y
educativo, y, por otro, aprovechando lo dispuesto en el artículo 148.2
de la Constitución, la reivindicación permanente de competencias
estatales, a cambio de facilitar las mayorías parlamentarias en las
Cortes españolas.
En este sentido, tenía razón Jordi Pujol, líder de la coalición CIU,
al afirmar que siempre había favorecido la “gobernanza de España”, ya
fuera la del PP o la del PSOE. Pero, claro, siempre pasando a uno y a
otro partido la correspondiente “factura”. En el largo periodo de poder
nacionalista en Cataluña, sin realmente oposición y con la actitud
pasiva de los dos grandes partidos estatales, el “catalanismo
integrador” se fue transformando, primero, en “nacionalismo
doctrinario”, y, a partir de los años 90 del siglo XX, con el relato del
“irredentismo” en contra de España, en “nacionalismo separatista”.
Rul dedica unas líneas a las elecciones de 2003, en las que, a pesar
de haber sido CIU la coalición más votada, gobernó durante dos
legislaturas, entre 2003-2006 y 2006-2010, el tripartitocompuesto por el
PSC, ERC e ICV, cuyo nuevo Estatuto de autonomía fue rechazado en 2010
por el Tribunal Constitucional, para el que algunos artículos
desbordaban el marco constitucional. No obstante, la Comunidad Autónoma
de Cataluña es el órgano de gobierno no estatal con mayor poder
competencial, superior en algunos casos a muchos estados federales.
Pese a ello, el proceso independentista, fomentado por los líderes de
CDC y ERC, a los que vino a sumarse posteriormente la Candidatura de
Unidad Popular (CUP), grupúsculo anarquizante, en aquel entonces
extraparlamentario, pero que hoy dispone no solo de parlamentarios
regionales en el Parlament de Catalunya, sino también, después de las
últimas elecciones legislativas de noviembre de 2019, de parlamentarios
en las Cortes de la nación, prosiguió su labor consistente sobre todo en
sostener que el autonomismo está ya superado, y que la única vía es la
de la independencia.
La nueva vía iniciada consiste en proponer un referéndum negociado
con el Estado. La maquinaria propagandística fomentó la proliferación de
símbolos independentistas como la bandera estrellada (la famosa
“estelada”), que inundó todos los espacios públicos y privados, y
eslóganes como el del “derecho a decidir”. En las elecciones de 2012 CIU
volvió de nuevo al gobierno, y fue entonces cuando el relato
antiespañol adquirió mayor virulencia, con el eslogan “España nos roba”,
para distraer la atención de la crisis económica y la corrupción.
Los
hechos que se sucedieron posteriormente revelan la peligrosa deriva del
nacionalismo catalanista hacia el secesionismo: la consulta ilegal del 9
de noviembre de 2014, la condena del TSJC al presidente de la
Generalitat a dos años de inhabilitación, las elecciones anticipadas de
2015, en las que “Junts pel Sí”, coalición formada por CDC y ERC, con el
apoyo de diversas organizaciones independentistas, no obtuvo mayoría,
pero sí el control parlamentario y el gobierno con el apoyo de la CUP,
una vez atendida su exigencia de cambio de liderazgo.
A partir de este momento asistimos a un periodo de confrontación
directa de la Generalitat contra España. Sin entrar aquí a detallar las
diferentes acciones emprendidas por el movimiento secesionista catalán
contra el Estado español, suficientemente conocidas de todos,
limitémonos a señalar que, como consecuencia de la organización ilegal
del “referéndum de autodeterminación” el 1 de octubre de 2017, el
gobierno de España se vio obligado a aplicar el artículo 155 de la
Constitución, que estuvo vigente del 28 de octubre de 2017 al 17 de mayo
de 2018.
Rul dedica unas páginas a los medios de los que el nacionalismo
catalán se sirve, tales como apelar, como motivo de legitimidad al mito
de la “libertad”, de la liberación; recurrir a la propaganda y el libelo
para deslegitimar la autoridad legítima con medias verdades o burlas, a
través de medios de comunicación como TV3 y Cataluña Radio; financiar a
personas y grupos en lucha abierta contra el poder legítimo, como los
llamados “Comités de Defensa de la República” (CDR), que desarrollan
acciones violentas de desobediencia civil; y crear prejuicios en la
mente de las personas.
Frente al adoctrinamiento, una educación racional mediada
Frente al adoctrinamiento, Rul preconiza, como antítesis conceptual,
la educación, pero vista ésta como desarrollo personal y de construcción
crítica de saberes, una educación de tipo racional basada en los
principios de la modernidad ilustrada, encaminada al desarrollo de la
persona. Después de pasar revista a los diferentes enfoques de la
educación- la educación personalista, la educación constructivista y la
educación mediada, Rul opta por esta última, la cual no solo contribuye
al desarrollo cognitivo (conocimiento), sino también a la conciencia
personal (interiorización de vivencias: memoria y sentido moral).
Frente a este modelo, la educación “como construcción ideológica del
individuo” es la propia de los nacionalismos, la impuesta en regímenes
como el fascismo italiano y el nazismo alemán, a los que el autor dedica
unas páginas. También la propia de otros nacionalismos como el catalán.
La educación como “construcción ideológica del individuo”se propone al
control mental y conductual de niños y jóvenes, no educa, sino
adoctrina.
En el capítulo III, el autor hace un análisis del adoctrinamiento
escolar en Cataluña, basado en hechos concretos, algunos alarmantes,
propios de regímenes totalitarios, como las presiones de docentes a los
alumnos para que dieran información sobre la conducta de sus padres el
día del referéndum ilegal del 1 de octubre, o la discriminación de
profesores a alumnos, hijos de policías nacionales o de guardias
civiles. Estos comportamientos son contrarios a la neutralidad
ideológica y la imparcialidad política que deben observar los
funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones.
Idioma, Historia y Geografía al servicio del adoctrinamiento
Otros dos instrumentos al servicio del adoctrinamiento son el idioma y
el tratamiento histórico y geográfico casi exclusivamente de Cataluña,
evitando las referencias a España. Respecto del idioma, pese a que el
castellano o español es, junto con catalán, lengua cooficial en
Cataluña, la inmersión lingüística obligatoria y la exclusión en la
práctica del castellano del proceso de enseñanza-aprendizaje genera una
situación de desventaja para los alumnos castellanohablantes.
En lo que se refiere al tratamiento histórico y geográfico, la visión
que se da de Cataluña a través de los diferentes periodos históricos es
totalmente sesgada, al tiempo que se omiten las referencias a España
como realidad nacional, tanto desde el punto de vista sociopolítico como
cultural.
En vez de España se utiliza la expresión “Estado español”, y
respecto de la geografía, se le da un tratamiento asimétrico, centrado
sobre todo en la estructura geográfica de Cataluña, en detrimento de la
geografía de España en general. En este sentido, se habla de Cataluña,
comparándola con otros países europeos como Italia, Alemania o el Reino
Unido, pero obviando a España, lo que lleva a contraponer los conceptos
de España y Cataluña como si fueran dos países distintos. (...)" (María Rosa de Madariaga, Crónica Popular, 23/11/19)
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