11/2/20

Jesús Rul deja al descubierto el adoctrinamiento escolar del secesionismo catalán

"El autor de esta obra – Nacionalismo catalán y adoctrinamiento escolar*-, presentada en Madrid por el catedrático de Derecho Constitucional Francesc de Carreras y cuya lectura considero imprescindible, es un experto en la materia, no solo a nivel de España, sino en el ámbito internacional.

 Licenciado en Filosofía y Letras y diplomado en Educación, está en posesión de un Máster en Supervisión y Evaluación de la Educación. Además de ejercer durante años la docencia en diversos destinos de la provincia de Barcelona, y de ostentar diversos cargos relacionaos con la evaluación y formación del profesorado, Jesús Rul fue durante años inspector de Educación de la Generalitat de Cataluña. Es decir que sabe muy bien de lo que habla, y lo expone no solo con formulaciones teóricas, sino con ejemplos vivos extraídos de su rica experiencia.  (...)

Los tres factores estructurales del adoctrinamiento

(...) En el plano conceptual, los tres factores estructurales del adoctrinamiento serían la “acción de influencia”, los “receptores” a quienes se dirige y el “efecto de la influencia”.
 
Para Rul, la “acción de influencia”, responde a una estrategia a corto y a largo plazo que “utiliza determinados resortes de poder de élites políticas, económicas, institucionales, mediáticas y personales” y se difunde “a través de agentes por todo el territorio, en los grupos sociales, en los medios de comunicación, o en lascelebraciones, imponiendo un “relato dogmático y emocional”, con cuyo fin asistimos a una “distorsión deliberada de los hechos y su significación más elemental, la negación, la falsedad y la burla”. 

La propaganda nacionalista se disemina “a través de las redes de influencia nacionalista desde las asociaciones de toda índole, municipios, comarcas, hasta llegar a los medios y grupos de interés internacionales”. Sus contenidos reflejan la transformación de determinados supuestos en “hechos”sin base real, con el fin de modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales. Es evidente que las opiniones de muchos se basan en este enfoque, en el que la “carga emocional” sustituye a los hechos objetivos y a la realidad.

¿Quiénes son los receptores de la influencia? Para el nacionalismo, los receptores son los alumnos desde la educación infantil a la universitaria, debido fundamentalmente a que las instituciones educativas son un espacio privilegiado donde verter estereotipos nacionalistas con “efectos cognitivos y carga emocional”, a través de la “fijación de ideas, las interpretaciones y valores discriminatorios como medio para inculcar prejuicios que condicionan la mente de muchos a la diversidad de estímulos sociopolíticos y culturales”.

La influencia nacionalista en la educación se ejerce sobre los primeros 20 años de 1.604.70 alumnos del sistema educativo, lo que equivale al 21,41% de la población de Cataluña y esto desde hace 40 años. Además de la acción sobre el alumnado, el discurso nacionalista influye también en las familias, los docentes y las asociaciones de padres. A esta intoxicación en la escuela viene a sumarse la propaganda a través de los medios de comunicación públicos y privados financiados, y, por lo tanto, sometidos a la influencia del nacionalismo.

El autor pasa después a referirse a los factores descriptivos del adoctrinamiento, tales como la realidad social, es decir, el espacio sociopolítico, cultural y económico de Cataluña y su expansión a los llamados “países catalanes” y a los grupos y medios internacionales; el fenómeno interpersonal, es decir, las estrategias y acciones con menores en espacios escolares, sociales, culturales, deportivos, lúdicos y mediáticos; la realidad institucional escolar, es decir, los estereotipos más o menos explícitos y acciones de directivos y docentes identificados con el ideario nacionalista; el proceso intencional, recurrente y gradualista de proyectar en los menores la ideología nacionalista e influir en su visión, actitud y conducta; los actores, es decir, la red de “controladores” y “controlados”y su capacidad de usar los ”medios de adoctrinamiento”y de producir impacto en otros; los fines, es decir, la capacidad de influir para conformar y/o transformar las actitudes y conducta de los menores como estrategia de control social nacionalista; y, por último, los medios, es decir, los contenidos y los recursos públicos y privados para hacer efectivos e imponer la influencia y el control social de la ideología nacionalista.

Posteriormente, el autor analiza los fines y características del adoctrinamiento: estímulos, respuestas y aprendizaje, y dentro de este apartado aborda los mecanismos cognitivos de ajuate personal a los influjos. El siguiente subcapítulo trata de las “estrategias y acciones de control social”, pero será en el titulado “Estrategia de control social del nacionalismo catalán” cuando el autor combina las formulaciones conceptuales con ejemplos concretos referentes al nacionalismo catalán. 

Lo primero, una obviedad: el nacionalismo catalán conservador, representado por Convergencia i Unió (CIU) ostentó el poder político en Cataluña prácticamente desde la instauración de la democracia en España, en el marco de la Constitución de 1978, y de los Estatutos de Autonomía de 1979 y 2006, excepto entre 2003 y 2006, en que hubo un gobierno tripartito, compuesto por el CSC, ERC e ICV. 

Entre 2015 y 2017, el gobierno de “Junts pel Sí”, en que se produjo una unión del nacionalismo de derechas y del nacionalismo de izquierdas, junto con la CUP, partido independentista de extrema izquierda, representó el mayor desafío al orden constitucional español, al impulsar el proceso secesionista de ruptura con España.

Nacionalización de Cataluña al margen de España
 
Como señala Rul, el vasto proyecto estratégico de nacionalización de Cataluña al margen de España y el “Programa 2000” fue urdido por CIU desde los años noventa del pasado siglo. Se compone de siete objetivos generales de carácter ideológico, y con una serie de actividades fundamentales y de ocho planes sectoriales de intervención con objetivos específicos y actividades fundamentales para su desarrollo.

Entre los siete objetivos generales, bajo el epígrafe de “pensamiento”, cabe destacar los relativos a formar la “personalidad catalana”; divulgar la historia, la personalidad y el “hecho diferencial catalán”; definir a Cataluña (Países catalanes) como nación dentro de Europa; afirmar el memorial de agravios de Cataluña (con relación a España); y reforzar la individualidad de los catalanes en una Cataluña fuerte.

En lo que respecta a los sectores o áreas de intervención del nacionalismo catalanista, Rul se centra en la relativa a la educación, en la que los objetivos consisten, entre otros, en impulsar el “sentimiento nacional catalán” a profesores, alumnos y padres; garantizar el conocimiento de la historia, la geografía y las costumbres de Cataluña; potenciar el uso del catalán y educar en valores humanos “catalanes y universales”.

En cuanto a las actividades fundamentales, se trata, sobre todo, de exigir el conocimiento de la lengua, la historia, y la geografía de Cataluña y de los “países catalanes”a todos los profesores y alumnos, y de reorganizar el cuerpo de inspectores para que vigilen el cumplimiento de la normativa sobre catalanización de la enseñanza.

El relato nacionalista, asegura Rul, ha conseguido imponerse a lo largo de los últimos 40 años, pero especialmente entre 2010 y 2012 hasta la actualidad, periodo en el que el nacionalismo catalán afianzó su poder, utilizando todos los medios de las instituciones y recursos españoles que controlan a través de la Generalitat. 

A esta situación han contribuido también asociaciones afines, subvencionadas con dinero público y privado, como la ANC (Asamblea Nacional Catalana) y Omnium Cultural, dedicadas a inducir a funcionarios docentes y alumnos a emprender acciones de apoyo al proceso secesionista en universidades, escuelas y centros de enseñanza secundaria, y a utilizar los medios públicos y privados, para imponer un relato acorde con la secesión, en el que no dudan en recurrir al victimismo.   (...)

Convergencia y su estrategia de expansión nacionalista

Desde 1980 hasta 2003, y, luego, desde 2010 hasta la actualidad, la historia del catalanismo tuvo por protagonista al partido Convergencia Democrática de Catalunya (CDC), partido nacionalista conservador, coaligado con el democristiano Unión Democrática de Catalunya, para constituir ambas agrupaciones políticas la coalición CIU, hasta su disolución en 2015.

Fue CDC el partido que empezó su estrategia de expansión nacionalista para el control sociocultural y económico, gracias a su consolidación en el poder autonómico, para lo cual se valió de dos estrategias complementarias: por un lado, el dominio institucional interno, que lleva aparejado el control sociopolítico, mediático, cultural y educativo, y, por otro, aprovechando lo dispuesto en el artículo 148.2 de la Constitución, la reivindicación permanente de competencias estatales, a cambio de facilitar las mayorías parlamentarias en las Cortes españolas.

En este sentido, tenía razón Jordi Pujol, líder de la coalición CIU, al afirmar que siempre había favorecido la “gobernanza de España”, ya fuera la del PP o la del PSOE. Pero, claro, siempre pasando a uno y a otro partido la correspondiente “factura”. En el largo periodo de poder nacionalista en Cataluña, sin realmente oposición y con la actitud pasiva de los dos grandes partidos estatales, el “catalanismo integrador” se fue transformando, primero, en “nacionalismo doctrinario”, y, a partir de los años 90 del siglo XX, con el relato del “irredentismo” en contra de España, en “nacionalismo separatista”.

Rul dedica unas líneas a las elecciones de 2003, en las que, a pesar de haber sido CIU la coalición más votada, gobernó durante dos legislaturas, entre 2003-2006 y 2006-2010, el tripartitocompuesto por el PSC, ERC e ICV, cuyo nuevo Estatuto de autonomía fue rechazado en 2010 por el Tribunal Constitucional, para el que algunos artículos desbordaban el marco constitucional. No obstante, la Comunidad Autónoma de Cataluña es el órgano de gobierno no estatal con mayor poder competencial, superior en algunos casos a muchos estados federales.

Pese a ello, el proceso independentista, fomentado por los líderes de CDC y ERC, a los que vino a sumarse posteriormente la Candidatura de Unidad Popular (CUP), grupúsculo anarquizante, en aquel entonces extraparlamentario, pero que hoy dispone no solo de parlamentarios regionales en el Parlament de Catalunya, sino también, después de las últimas elecciones legislativas de noviembre de 2019, de parlamentarios en las Cortes de la nación, prosiguió su labor consistente sobre todo en sostener que el autonomismo está ya superado, y que la única vía es la de la independencia.

La nueva vía iniciada consiste en proponer un referéndum negociado con el Estado. La maquinaria propagandística fomentó la proliferación de símbolos independentistas como la bandera estrellada (la famosa “estelada”), que inundó todos los espacios públicos y privados, y eslóganes como el del “derecho a decidir”. En las elecciones de 2012 CIU volvió de nuevo al gobierno, y fue entonces cuando el relato antiespañol adquirió mayor virulencia, con el eslogan “España nos roba”, para distraer la atención de la crisis económica y la corrupción.

 Los hechos que se sucedieron posteriormente revelan la peligrosa deriva del nacionalismo catalanista hacia el secesionismo: la consulta ilegal del 9 de noviembre de 2014, la condena del TSJC al presidente de la Generalitat a dos años de inhabilitación, las elecciones anticipadas de 2015, en las que “Junts pel Sí”, coalición formada por CDC y ERC, con el apoyo de diversas organizaciones independentistas, no obtuvo mayoría, pero sí el control parlamentario y el gobierno con el apoyo de la CUP, una vez atendida su exigencia de cambio de liderazgo.

A partir de este momento asistimos a un periodo de confrontación directa de la Generalitat contra España. Sin entrar aquí a detallar las diferentes acciones emprendidas por el movimiento secesionista catalán contra el Estado español, suficientemente conocidas de todos, limitémonos a señalar que, como consecuencia de la organización ilegal del “referéndum de autodeterminación” el 1 de octubre de 2017, el gobierno de España se vio obligado a aplicar el artículo 155 de la Constitución, que estuvo vigente del 28 de octubre de 2017 al 17 de mayo de 2018.

Rul dedica unas páginas a los medios de los que el nacionalismo catalán se sirve, tales como apelar, como motivo de legitimidad al mito de la “libertad”, de la liberación; recurrir a la propaganda y el libelo para deslegitimar la autoridad legítima con medias verdades o burlas, a través de medios de comunicación como TV3 y Cataluña Radio; financiar a personas y grupos en lucha abierta contra el poder legítimo, como los llamados “Comités de Defensa de la República” (CDR), que desarrollan acciones violentas de desobediencia civil; y crear prejuicios en la mente de las personas.

Frente al adoctrinamiento, una educación racional mediada

Frente al adoctrinamiento, Rul preconiza, como antítesis conceptual, la educación, pero vista ésta como desarrollo personal y de construcción crítica de saberes, una educación de tipo racional basada en los principios de la modernidad ilustrada, encaminada al desarrollo de la persona. Después de pasar revista a los diferentes enfoques de la educación- la educación personalista, la educación constructivista y la educación mediada, Rul opta por esta última, la cual no solo contribuye al desarrollo cognitivo (conocimiento), sino también a la conciencia personal (interiorización de vivencias: memoria y sentido moral).

Frente a este modelo, la educación “como construcción ideológica del individuo” es la propia de los nacionalismos, la impuesta en regímenes como el fascismo italiano y el nazismo alemán, a los que el autor dedica unas páginas. También la propia de otros nacionalismos como el catalán. La educación como “construcción ideológica del individuo”se propone al control mental y conductual de niños y jóvenes, no educa, sino adoctrina.

En el capítulo III, el autor hace un análisis del adoctrinamiento escolar en Cataluña, basado en hechos concretos, algunos alarmantes, propios de regímenes totalitarios, como las presiones de docentes a los alumnos para que dieran información sobre la conducta de sus padres el día del referéndum ilegal del 1 de octubre, o la discriminación de profesores a alumnos, hijos de policías nacionales o de guardias civiles. Estos comportamientos son contrarios a la neutralidad ideológica y la imparcialidad política que deben observar los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones.

Idioma, Historia y Geografía al servicio del adoctrinamiento

Otros dos instrumentos al servicio del adoctrinamiento son el idioma y el tratamiento histórico y geográfico casi exclusivamente de Cataluña, evitando las referencias a España. Respecto del idioma, pese a que el castellano o español es, junto con catalán, lengua cooficial en Cataluña, la inmersión lingüística obligatoria y la exclusión en la práctica del castellano del proceso de enseñanza-aprendizaje genera una situación de desventaja para los alumnos castellanohablantes.

En lo que se refiere al tratamiento histórico y geográfico, la visión que se da de Cataluña a través de los diferentes periodos históricos es totalmente sesgada, al tiempo que se omiten las referencias a España como realidad nacional, tanto desde el punto de vista sociopolítico como cultural. 

En vez de España se utiliza la expresión “Estado español”, y respecto de la geografía, se le da un tratamiento asimétrico, centrado sobre todo en la estructura geográfica de Cataluña, en detrimento de la geografía de España en general. En este sentido, se habla de Cataluña, comparándola con otros países europeos como Italia, Alemania o el Reino Unido, pero obviando a España, lo que lleva a contraponer los conceptos de España y Cataluña como si fueran dos países distintos. (...)"              (María Rosa de Madariaga, Crónica Popular, 23/11/19)

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