29/1/20

Presidentorra es como el marido abandonado que no acepta su situación y continúa gritando que está casado.

" Un adiós al estilo Woody Allen.

En las películas, al oficial que no ha cumplido con su deber o se ha comportado con cobardía se le arrancan los galones ante la tropa, formada en el patio de armas. Presidentorra, que reúne en una sola persona el no ejercer de presidente de todos los catalanes y el de encogerse cada vez que ha tenido ocasión, no debería dejar de ser diputado por el simple método de retirarle el acta . 

De eso nada. Debería subir a la tribuna y allí, con todos los diputados de pie y repique de tambores, un juez de paz -nada de altos magistrados, Presidentorra no merece tal honor- venido de quien sabe qué pueblo remoto, le arrancaría el lazo amarillo de la pechera. 

Eso sí que sería justicia. También le podría quitar las gafas, tirarlas al suelo y pisarlas, que también lo he visto en alguna otra película, ésta no de militares sino de Woody Allen, y tiene su gracia. Quizás me ha venido Allen en la cabeza para que sus personajes patéticos, ridículos, siempre cobardes e inútiles, me recuerdan Presidentorra.

 La pataleta de no querer renunciar a ser diputado cuando formalmente ya ha dejado de serlo explica mucho del carácter de este hombre que no servía ni para vender seguros y se encontró al frente de un gobierno. En lugar de marchar con honor, que mira, no es que esto cambiara la opinión que los catalanes tenemos de él pero al menos nos ahorraría pasar la vergüenza ajena de verlo hacer el ridículo una vez más, se comporta de la única manera que sabe: negando la realidad. 

Presidentorra es como el marido abandonado que no acepta su situación y continúa gritando que está casado. Su ex mujer ha cambiado la cerradura del piso, se ha vuelto a casar, tiene dos hijos con su nuevo esposo, no recuerda ni la cara que tenía, hace cinco años que ha quemado todos sus recuerdos, le ha sacado todo el que ha podido con el divorcio, pregona siempre que tiene ocasión -y cuando no tiene, la buscaba entre los amigos comunes que en la cama era un desastre, y ha puesto su nombre a la mascota de la nueva familia: un cobaya . Pero él continúa explicando a quien lo quiere escuchar -sólo TV3- que aún está legítimamente casado.

Y hace bien. Si desde un inicio el proceso iba de negar la realidad y hacer reír al personal, es bueno que termine de la misma manera en la figura del presidente que ayudó a enterrarlo. Puro Allen."                (Albert Soler, Diari de Girona, 27/01/20)

No hay comentarios: