31/1/20

No es descartable un conflicto civil porque “las guerras civiles ahora son culturales o mediáticas pero si se vulnera el derecho de la mayoría podrían darse episodios de violencia”





"Carles Castro y yo convivimos durante muchos años en la antigua redacción de La Vanguardia en la calle Pelayo. Juraría que incluso éramos vecinos de mesa en aquella sección de política. Experto electoral de este diario -con una justa fama ganada a pulso-, ahora acaba de publicar “Cómo derrotar al independentismo en las urnas” (ED Libros).


La tesis del libro es que, como indica el título, se puede derrotar al soberanismo porque hay una bolsa de unos 400.000 electores que puede hacer inclinar la balanza. El talón de Aquiles, sin embargo, es que el hecho de que pierda la mayoría no significa necesariamente que el resto de partidos puedan ponerse de acuerdo para gobernar pero algo es algo.


En esta entrevista explica que “se puede desalojar al independentismo del poder” y considera que la hegemonía nacionalista -ahora indepe- se ha basado en parte en unos medios de comunicación públicos y privados. “Los medios de comunicación de la Generalitat alimentan al recelo respecto a España”, ha afirmado.


A pesar de eso considera que “el independentismo se ha desgastado estratégicamente con ofertas inviables que solo conducen al desastre” y que en consecuencia “no es tan sólido como parece". Por otra parte estima que “el PSC debería hacer autocrítica, ha jugado con la ambigüedad o se ha pasado de frenado y eso ha descolocado a su electorado”.


“El problema del independentismo no es Madrid, es con la mitad de Catalunya que no está de acuerdo con su opción”, insiste. No descarta, en este sentido, un conflicto civil porque “las guerras civiles ahora son culturales o mediáticas pero si se vulnera el derecho de la mayoría podrían darse episodios de violencia”.


En la obra ya recuerda los enfrentamientos entre La Biga y La Busca, los partidos medievales que desembocaron en la Guerra Civil catalana (1462-1472). “Una de las constantes de Catalunya es la división”.


A su juicio, se podría construir una alternativa electoral para seducir a estos 400.000 votantes pero para ello el “catalanismo tendría que hacer acto de contricción” y ofrecer liderazgos “potentes”.


También lamenta, finalmente, el papel de la burguesía catalana. “Tenemos una burguesía acomplejada que no se atreve a dar la cara, va dejando hacer hasta que la situación se complica”.     (e-notícies, 15/01/20)

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