"El prestigio de las instituciones catalanas ha recibido un golpe
definitivo cuando cuatro ciudadanos particulares han colgado una
pancarta en el balcón del Palau de la Generalitat sin que, por cierto,
los Mossos lo impidieran.
A saber: el excantante Lluís Llach; el exdiputado de la CUP y
tertuliano habitual Antonio Baños; la actriz Sílvia Bel; y la maestra
Teresa Casals, de la entidad Som Escola, que de paso dice mucho sobre la neutralidad política de la escuela catalana.
Es un sitio solemne: desde ahí Macià proclamó la República en 1931.
Companys el estado catalán en 1934. Tarradellas pronunció el famoso
discurso del “Ja sóc aquí” tras 38 años de exilio. Y Pujol dio lecciones
de ética tras el estallido del caso Banca Catalana. “En adelante -dijo-
de ética y moral hablaremos nosotros". Incluso Josep Lluís Nuñez llegó a
celebrar, en compañía del citado Pujol, alguna liga del Barça.
Por eso si cuatro particulares pueden colgar una pancarta en la sede
oficial del gobierno catalán el resto puede hacer lo mismo a partir de
ahora. ¿Qué impide colgar otra con el lema “¡Viva la Guardia Civil!” por
ejemplo?. O “¡155, ya!”. Personalmente me conformaría con una que
dijera: "Sanchis, dimisión".
Algún restaurador avispado podría pedir precio -en el caso de que
hubieran pagado- para poner una de “Bodas, bautizos y comuniones”
mientras que una panda de amigos podría organizar una despedida de
soltero con este mensaje: “Juan se casa. Dádle el pésame”. Ya puestos
que lo alquilen a Apple, Netflix o Huawei para un anuncio de los suyos.
Al menos reduciríamos el déficit fiscal crónico de la Generalitat.
Porque, de hecho, la degradación de las instituciones catalanas tuvo
una etapa significativa el día anterior con la aprobación de la
resolución sobre la "legitimidad" de la desobediencia justo antes de que
Torra obedeciera. O los gritos de “libertad, libertad” de una veintena
de diputados a favor de los CDR detenidos en el hemiciclo del Parlament. (...)
Por supuesto hay quer otorgar a los CDR mencionados toda la
presunción de inocencia que haga falta. Es más, ya he dicho más de una
vez en mi canal de youtube
que preferiría que todo fuera un “montaje policial” como dice la CUP
que no la posibilidad de que unos independentistas hayan decidido cruzar
la línea roja de la violencia. En el argot indepe, la “lucha armada”.
Pero lo que hicieron estos diputados -con el presidenteTorra a la
cabeza, que también coreó y aplaudió- fue cuestionar la decisión de un
juez que ha visto indicios de delito -y muy graves- contra los
detenidos. Por eso los ha mandado a prisión preventiva.
Yo se lo pregunté al republicano Ernest Maragall -nunca le oi la
palabra independencia durante los 30 años que fue socialista- en la
rueda de prensa posterior si era “normal” y me dijo que “no era la
primera vez”. Mientras que el propio portavoz parlamentario del partido,
Sergi Sabrià, aseguró en tono pitorreo que quizá me equivocaba sólo con
el “volumen”.
Aunque quizás la degradación de las instituciones catalanas empezó
mucho antes. Recuerdo que cuando Ernest Benach fue elegido president del
Parlament en el 2003 -y reelegido en el 2005- tuve dificultades para
encontrar en su biografía oficial una actividad laboral al margen de la
política.
Al final sólo hallé dos líneas y relacionadas con la función pública
de la Generalitat: “En 1979 empezó a trabajar en la Dirección General de
Transportes de la Generalitat y al cabo de unos años pasó a la
Dirección General de Juventud”. Lo curioso es que no decía en calidad de
qué.
Eso sí, para rellenar el currículum, había cinco líneas de actividad excursionista y castellera: “jeje del Agrupament Escolta la Mulassa de Reus del 1981 a 1986 y de Escoltes Catalans de 1992 a 1993; presidente de 1991 a 1996 y cap de colla de 1994 a 1996 dels Xiquets de Reus; y miembro -aquí al menos había tarea intelectual- de la sección de Pedadogía del Centro de Lectura de Reus”.
O Núria de Gispert, que apareció en la contraportada de El País
fotografiada, a su edad, de hada madrina cosa que estoy seguro no
hubieran hecho ninguno de sus predecesores en el cargo, algunos de ellos
de Unió: Barrera, Coll i Alentorn, Xicoy, Reventós y Rigol.
La evolución posterior de Núria de Gispet en twitter -a la jefa de la
oposición la invitó un día a “volver a Cádiz” -no sé si antes o después
de haber ganado las elecciones con el voto de más de un millón de
catalanes- confirma que el disfraz no era la excepción sino un indicio
serio de una evolución posterior preocupante.
Ahora ha entrado en el ostracismo -como otros de su geneación-
después de que la propia cámara aprobara su reprobación. Récord nunca
alcanzado anteriormente. Otra figura que se ha llevado el vendaval del
proceso. Habrá más." (Xavier Rius, director de e-notícies, 01/10/19)
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