"Siempre me ha sorprendido --y no para bien-- la admiración y el cariño que nuestros independentistas sienten por Arnaldo Otegi.
Personaje recurrente en los medios de agitación y propaganda del
régimen --recordemos la foto del sujeto abrazado a Mònica Terribas, cheerleader en jefe del prusés, con el permiso de Pilar Rahola--, cada vez que cae por Barcelona se le recibe como si fuese la reencarnación vasca de Gandhi (...)
Me temo que muchos indepes creen sinceramente que Otegi es un
hombre de paz y, prácticamente, un ser de luz. A otros nos parece un
cínico que, cuando vio que la vía del asesinato en serie no arrojaba los resultados esperados, se puso el disfraz de humanista y empezó a presentarse como la solución al problema (tras años de formar parte de ese problema). (...)
Hace unos días, esta lumbrera apareció en el programa de Ricard Ustrell Quatre gats y se superó a sí mismo al afirmar que se echa mucho de menos a gente como Ernest Lluch, hombre de natural dialogante.
Un periodista normal --es decir, que no cobre de TV3-- podría haberle preguntado: “Y entonces, ¿por qué lo asesinásteis, si no tú en persona, sí tus amigos de la capucha?”. Pero Ustrell, consciente del terreno que pisa y de hallarse ante un santo laico para los procesistas, no dijo ni mú pese a la cínica desfachatez del terrorista jubilado.
Nuevo ejemplo de blanqueo de un personaje siniestro, de un farsante que no es quién dice ser. Y dudo mucho que sea el último. La reconversión de una falsa televisión pública en un canal privado para suscriptores fanatizados es cada día más urgente." (Ramón de España, Crónica Global, 07/03/19)
Es más, la actitud del que entrevistaba al terrorista
por boca de sus amos procesistas ni siquiera puede calificarse de
bajeza. Es pura estupidez de quien ni sabe ni quiere saber como se
acciona un gatillo o un detonador. Es la nada intelectual y moral, es un
vacío que las facultades de periodismo vomitan a diario sin el menor
rubor (...)" (Miquel Giménez, Vox Populi, 05/03/19)
"(...) Arnaldo Otegui, terrorista, es entrevistado en TV3. Le preguntan acerca de si consideraba a Ernest Lluch
persona dialogante.
El etarra dice que sí, y ahí se queda la cosa. El
entrevistador no ahonda en la contradicción que supone, si Otegui le
considera dialogante, que ETA le
descerrajase un tiro en la nuca.
Todo es superficial, horriblemente
superficial. El infierno está hecho de banalidad, de cosas pueriles, así
como el crimen tiene ribetes de ordinariez suprema, de pueblerino
irascible, de cateto con ínfulas. Lo más vil del asesino es que ni
siquiera lo parece. De ahí la extremada perversidad de esa entrevista,
que nos muestra a un señor vulgar y que, lo que son las cosas, fue preso
político. Político. Como si ETA fuese algo más que una banda de
criminales.
Pueden deducir por ustedes mismos que, con esas premisas, la
entrevista quedó muy blanqueadita, muy limpita, muy digerible de cara a
los que no tienen ni idea de lo que sucedió en este país durante muchos
años. ¿Para qué contrastar informaciones, si TV3 ya nos lo explica todo?, dicen los que consumen esa poderosa droga que es la televisión del régimen.
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