"Félix Ovejero ha reunido en un único volumen (“La deriva reaccionaria
de la izquierda”, Página Indómita) distintos ensayos acerca de una
corriente izquierdista que, contrariamente a sus fuentes intelectuales,
se alinea en nuestros días con la religión y la identidad y exhibe una
actitud anticientífica.
Lo sorprendente es que esta izquierda dicte lo
que se debe decir y lo que conviene callar, a golpe de censura y previa
expedición de carnés moralistas. De ahí que el libro de Ovejero, hecho y
pensado desde la izquierda, sea oportuno, esclarecedor y necesario.
En pocas palabras, ¿qué entiende por izquierda reaccionaria?
Aquella
que abandona su compromiso con la razón, que es lo mismo que decir con
la emancipación, como recoge el famoso verso de la Internacional:
"atruena la razón en marcha". Ese compromiso de universalidad en sentido
fuerte se traduce en críticas a las religiones, las naciones
comunitarias y de confianza en la ciencia, por ejemplo.
El libro arranca con una defensa de la razón política que vale tanto para la izquierda como para la derecha.
En
realidad, por razón política entiendo la extensión de un modelo de
racionalidad práctica, que vale para la vida de cada cual, a la vida
compartida. A la hora de ordenar nuestra vida tenemos que valorar lo que
nos gusta y nos disgusta y modificarlo manejando la mejor cartografía
posible. Si eso se puede entroncar en la izquierda socialista es porque
en Marx hay un afán de racionalidad y de transformación del statu quo.
¿Pero se puede hablar aún de derecha e izquierda?
Si
tuviese que caracterizar la tradición liberal, diría que se funda en un
compromiso con la idea de libertad negativa, lo cual implica una mala
convivencia con la democracia. En cambio, la tradición socialista
reconoce un compromiso con un proyecto de autorrealización compartida.
Frente al liberalismo clásico, se puede recordar aquello de que el rico y
el pobre son libres de ir al Ritz, pero ambos no pueden realizar sus
deseos.
¿Eso no se parece al desprecio por las libertades formales de la célebre objeción de Lenin: “libertad, para qué”?
Libertad
significa no estar sometido a la disposición arbitraria de un poderoso y
es la ley quien nos asegura esa libertad. Esa idea, que viene de la
tradición republicana, la reconoce el socialismo. Pero se puede
compatibilizar con la idea de que la ley durante mucho tiempo no
transmitió un ideal de justicia sino que estuvo al servicio de las
clases poderosas.
Todo esto me recuerda a la distinción del 15M entre democracia real y democracia formal…
Eso
tiene una intuición razonable, que es la posibilidad de participación
real en las instituciones colectivas. Precisamente se honra el principio
democrático cuando se señala que hay que corregir esas desigualdades de
influencia que hacen que los poderosos puedan tener una caja de
resonancia superior a la de otras gentes. (...)
Hay una izquierda que desecha todos los frutos de esta sociedad porque son consecuencia del capitalismo.
Siempre recuerdo que Marx, en el Manifiesto Comunista,
se declara un entusiasta del capitalismo. Para Marx el capitalismo va
rompiendo barreras de identidad, desmontando religiones, extendiendo el
uso de la racionalidad... un efecto colateral de la expansión del
capitalismo ha sido la expansión de la civilización. (...)" (Entrevista a Félix Ovejero, CatalunyaPress, 31/12/18)
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