"(...) Hay que recordar que, en Cataluña, en referéndum, se había aprobado
un Estatuto, que fue llevado al Tribunal Constitucional y de allí salió
otra cosa, que no está refrendada por el pueblo. Aquí una de dos: o se
vota lo que decidió el Tribunal Constitucional o se anula y se vuelve a
lo que se votó.
La letra de la sentencia, dejando a un lado la música,
era bastante clara y, en el fondo, no insensata. Consistía en decir que
este Estatuto reformaba leyes orgánicas y que no era el vehículo
adecuado para ello.
Entonces, lo que toca es cambiar estas leyes
reguladoras. Elaborar una alternativa, revisando la ley de financiación,
etc. que puede ir en la línea del Estatuto o ser una cosa distinta. Y
esto requiere un referéndum en Cataluña, para sancionarlo.
¿Un referéndum, en cualquier caso, bastante diferente del que hablan los nacionalistas?
Los separatistas insisten que solamente puede haber un referéndum,
que es preguntando a la gente ¿Usted quiere ser español, o no? A la
vista de lo ocurrido en Inglaterra con el Brexit, sabemos que un
referéndum no puede ser punto de partida, sino de llegada. El referéndum
se ha de haber negociado, acordado, contar con una mayoría en las
instituciones, que son quienes deben decir a la gente lo que proponen,
que implica y cuánto cuesta.
Otra cosa es que se pudiera plantear un
referéndum de separación, en el que las autoridades españolas podrían
evolucionar en el sentido canadiense. Es decir, no nos gusta, ni
queremos separación, pero si la gran mayoría de la población quiere que
esto se vote, habrá que votarlo, fijando previamente las condiciones. No
solamente numéricas, sino ambientales.
Condiciones que pasan, digamos, por una normalización
democrática, igualdad de oportunidades para las distintas opciones,
voluntad de querer arreglar las cosas…
En Cataluña, hoy, no se puede hacer un referéndum. Hay no solamente
polarización social, sino una industria masiva de producción
propagandística a favor de la separación. Frente a esto, las voces que
defienden en Cataluña otras soluciones están absolutamente minorizadas.
Esto les viene bien a los independentistas y a las posiciones duras
desde España, porque fingen que es un debate binario entre separatistas y
centralistas, sofocando las otras voces, que yo creo son mayoritarias:
un autogobierno saludable, flexible, federal… Nos han silenciado a
quienes no compartimos esa opinión.
Revertir la campaña de hegemonía
comunicacional que ha habido en Cataluña en los últimos años, requiere
tiempo e igualdad de medios. Sin esto no se puede ni empezar a hablar de
referéndum.
¿La gente en España tiene algo que decir sobre todo esto?
Todo esto requiere que haya una opinión pública favorable en España.
Creo que la hay una diferencia en esa opinión entre la ciudadanía y lo
que expresan las fuerzas políticas. La ciudadanía está claramente por
delante. Hace 40 años era al revés. Hoy en España la gente está
tranquila, orgullosa, es ambiciosa.
Hay una tarea inmensa de cómo dar
voz a la ciudadanía. Se ha producido, obviamente, una mejora tras la
llega de los socialistas al Gobierno. Pero la derecha española tampoco
es la que habíamos conocido. Es otra cosa. A largo plazo, soy optimista,
y a medio todo depende de la evolución del mapa político español y
catalán.
En España hay dos partidos más y en Cataluña un desorden
inmenso, porque el campo de juego ha girado. Hasta que los jugadores no
se recombinen y sepan hacia donde chutar, la cosa es un desmadre. Esto
es malo, porque el sistema de partidos es el cerebro de la sociedad. (...)" (
(Entrevista a Joan Botella, Catedrático de ciencia política, en la Universidad Autónoma de
Barcelona. Especializado en estudios electorales y actitudes políticas.
Autor de diversas publicaciones, entre ellas Democracy in Contemporary Spain (Yale Univ. Press, 2004). Es Presidente de Federalistes d’Esquerres. Peru Erroteta, El Triangle, 05/01/19)
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