"(...) Así pues lo que hizo El Valido en Eslovenia y el ex consejero Comín
en Bélgica cuando anunció que el tramo final de la independencia sería
"dramático" y se pagaría "un precio alto e injusto", no es introducir la
violencia, sino los muertos.
Y aún se debe afinar algo más: no matanzas
sarajevas, por así decirlo, sino una cosa más razonable y asumible. Una
cosa eslovena. Eslovenia y Cataluña siempre se han tenido un cierto faible
mutuo, no en vano Liubliana se da un cierto aire a la propia Barcelona y
no en vano, tampoco, ambas comunidades tienen una excelente opinión de
sí mismas y, en especial, de sus autosonrisas.
El Valido venía a
plantear lo que en catalán se llama un capmàs, un tanto alzado: 60 muertos. Una cifra modesta, atendiendo a la dimensión histórica del objetivo. Una matanza con seny.
Deduje al leerle que, en su fanatismo, se dirigía a las masas que hace
un año desertaron de la plausibilidad del reto: bueno, la verdad es que
60 muertos entre dos millones, es un 0,003 de probabilidad estadística.
Y
eso sin contar que algunos bien podrían estar en el otro bando, con lo
que aún se relativiza más el riesgo. Las cuentas de El Valido incluían
una previsión relacionada: que con 60 muertos bastaría. Y es en este bastaría, más que en los muertos, donde está la clave de bóveda de su llamada al sacrificio.
Hace muchos años Ángel Colom,
un histórico del nacionalismo y de la agitación callejera, dijo con
énfasis que "la independencia de Cataluña no valía ni un solo muerto".
En más de cinco años de Proceso no se lo he vuelto oír a ninguno de los
insurrectos." (Arcadi Espada, El Mundo, 11/12/18)
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