25/10/18

¿Y por qué a la izquierda española le resulta tan difícil entender la situación política en .Cat? Nos han comido el coco y nos lo siguen comiendo. Nos han contagiado ideológicamente durante años, sin apenas resistencia por nuestra parte. Más incluso: muchos de nosotros hemos ayudado a que ese contagio tuviera éxito con muy poca resistencia. El sector nacionalista del PSUC, no sólo catalanista, dijeran lo que dijeran (la historia arroja luz sobre el pasado), jugó un papel decisivo, muy importante...

"(...) Apunto   (con   toda   la   provisionalidad   que   convenga)   algunas   conjeturas   que   pueden   explicar   la “incomprensión”, abismal en algunos casos, de una buena parte de la izquierda española que sigue hablando de “presos políticos” para hablar de políticos presos” (¿Rodrigo Rato también es un preso político?);   de   “Estado   español”   para   hablar   de   España;   de   que   es   condición   indispensable   para avanzar el indulto de los políticos .Cat encarcelados si hubiera condena; que hay que ponerse en su lugar; que las acciones del PP medio justifican sus acciones políticas,  etc, etc. 

Las conjeturas: 

1. No es fácil cambiar de registro... sobre todo si no se está abierto a nuevos compases, si no se aquilatan e interpretan bien argumentos inusuales o poco frecuentes en la tradición.  

2. Se recuerda, en demasía y sin espíritu crítico, las alianzas con fuerzas nacionalistas durante la lucha antifranquista. La situación hoy no tiene nada que ver. 

3.   Se   sigue   creyendo   (o   medio   creyendo)   en   el   mito   de   la   “opresión   estatal   de   los   pueblos españoles”, de que “el pueblo catalán es un pueblo perseguido”, de que el catalán o el vasco no cuentan para nada, etc 

4.   Ibidem:   no   matizamos   cuando   usamos   o   vindicamos   el   “principio   de   autodeterminación”   y llegamos a defender el ejercicio de ese principio para todos los pueblos del mundo sin excepción, sean cuales fueran las circunstancias. ¿Hay algo de colonial o semicolonial en la actual situación catalana?

5.   No   queremos   entender,   porque   no   nos   esforzamos   o   porque   confiamos   acríticamente   en explicaciones de algunos compañeros/as que consideramos colegas, que el asunto no va de dret a decidir   o   eufemismo   afín,   sino   de   poder,   competencias,   privilegios,   más   dinero,   y   en   el   límite, construcción de un muro-estado, sin importar ni un rábano las consecuencias de ello, además de encubrir corruptelas, manipulaciones y políticas austericidas. 

6. Seguimos manteniendo un falso complejo de dominadores, algo así como si pensáramos que la izquierda no catalana (tampoco vasca o gallega), hubiera formado parte del entramado opresor del estado franquista, o que, por ejemplo, el pueblo andaluz, el extremeño o el castellano-leonés se hubieran beneficiado del fascismo español (del que olvidamos, para complementar, las numerosas complicidades   catalanas.   Ni   Cambó   ni   Porcioles   ni   Samaranch   tuvieron   nada   que   ver   con franquismo; nada de nada. Por eso les dedicamos avenidas, calles, estatuas y museos). 

7. Hemos caído en el error de creer que contra la derecha pepera todo vale, toda alianza es positiva, que la derecha .Cat, ultra neoliberal donde las haya, es otra cosa, más moderna, más preparada, más guay,   menos   fachosa,   más   democrática,   “más   europea”.   Nos   olvidamos,   acaso   por   pensar demasiado en el PP, de lo muy de derechas  que es  la derecha catalana, número 1 destacado en asuntos de neoliberalismo. 

8. Hemos confiado en demasía en líderes de izquierda catalanes que, digan lo que digan cuando toca decirlo,   son   profundamente   nacionalistas,   secesionistas   en   muchos   casos,   con   una   fuertísima identidad   nacional   hipermarcada   (nada   que   ver   con   los   usuales   valores   de   izquierda).   La “conversión secesionista” de muchos de ellos, conmovidos hasta la lágrima al oír los discursos y proclamas de Carme Forcadell, es de manual aunque cueste interpretarla. 

9. No hemos generado cultura republicana y federal, en todos los territorios españoles. En Cataluña nos ha dado miedo hablar en términos positivos de la II República española. Nos daba cosa, era demasiado español-ñol. 

10. Hemos abandonado, como los nacionalistas, el término España [2]. Nos daba y nos da cosa usarlo, nos   y se lo entregamos, sin lucha o como si no tuviera importancia, a la derecha y a la derechona. Corolario de ello: la derecha supremacista .Cat más feliz que un niño/a con juguetes y en día de fiesta. ¡Hablamos y hacemos como ellos!  

11. No logramos pensar con nuestra propia cabeza y sin miedo a las inferencias y corolarios en este asunto.  Nos   parece  que  somos  “demasiado  españoles”  si  lo  hacemos   así.  No  somos   capaces  de pensar con coraje, nos dan miedo las coincidencias... ¡con la derecha!, aunque apenas  tenemos reparos   en   coincidir   con   la   derecha   .cat   (No   siempre   es   así   afortunadamente.   Compromís,   por ejemplo, no tuvo ningún problema en votar con Ciudadanos en contra del “cuponazo” vasco por razones no muy alejadas). 

12.  Nos   alarmamos  con  razón   (aunque  no  siempre:  hemos   exagerado   mucho  su  importancia  en muchas ocasiones) del ascenso del nacionalismo español y apenas decimos nada del nacionalismo catalán-pata-negra absolutamente hegemónico en muchos pueblos y localidades de .Cat. ¿Pensamos o que es mejor, más moderno, más progre, más humanista, más fraternal, más liberal, más guay del Paraguay? ¿Que el español es negro y el .Cat es amarillo tirando a rosado? 

13. Dicho rápidamente: nos han comido el coco y nos lo siguen comiendo. Nos han contagiado ideológicamente durante años, sin apenas resistencia por nuestra parte, sin decir ni pío y siempre por la misma razón: no podemos coincidir nunca con la derecha española; lo español es franquista o neofranquista. Más incluso: muchos de nosotros hemos ayudado a que ese contagio tuviera éxito con muy poca resistencia (más meritoria si sabe si lo pensamos bien). 

14. El sector nacionalista del PSUC, no sólo catalanista, dijeran lo que dijeran (la historia arroja luz sobre el pasado), jugó un papel decisivo, muy importante, en las políticas del partido a partir de finales de los sesenta. Hay muchos ejemplos (algunos de ellos no públicos hasta el momento) que ilustran lo que señalo. 

La lista continúa, la lista puede continuar. No les aburro más. La cuestión: ¿vamos a seguir ubicados en posiciones tan alejadas de una tradición republicana española (y vasca, gallega y catalana  a un tiempo) emancipadora, en absoluto opresora de pueblo, culturas y lenguas? (...)"                (Salvador López Arnal, Rebelión, 13/10/18)

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