"(...) Apunto (con toda la provisionalidad que convenga) algunas conjeturas que pueden explicar la “incomprensión”, abismal en algunos casos, de una buena parte de la izquierda española que sigue hablando de “presos políticos” para hablar de políticos presos” (¿Rodrigo Rato también es un preso político?); de “Estado español” para hablar de España; de que es condición indispensable para avanzar el indulto de los políticos .Cat encarcelados si hubiera condena; que hay que ponerse en su lugar; que las acciones del PP medio justifican sus acciones políticas, etc, etc.
Las conjeturas:
1. No es fácil cambiar de registro... sobre todo si no se está abierto a nuevos compases, si no se aquilatan e interpretan bien argumentos inusuales o poco frecuentes en la tradición.
2. Se recuerda, en demasía y sin espíritu crítico, las alianzas con fuerzas nacionalistas durante la lucha antifranquista. La situación hoy no tiene nada que ver.
3. Se sigue creyendo (o medio creyendo) en el mito de la “opresión estatal de los pueblos españoles”, de que “el pueblo catalán es un pueblo perseguido”, de que el catalán o el vasco no cuentan para nada, etc
4. Ibidem: no matizamos cuando usamos o vindicamos el “principio de autodeterminación” y llegamos a defender el ejercicio de ese principio para todos los pueblos del mundo sin excepción, sean cuales fueran las circunstancias. ¿Hay algo de colonial o semicolonial en la actual situación catalana?
5. No queremos entender, porque no nos esforzamos o porque confiamos acríticamente en explicaciones de algunos compañeros/as que consideramos colegas, que el asunto no va de dret a decidir o eufemismo afín, sino de poder, competencias, privilegios, más dinero, y en el límite, construcción de un muro-estado, sin importar ni un rábano las consecuencias de ello, además de encubrir corruptelas, manipulaciones y políticas austericidas.
6. Seguimos manteniendo un falso complejo de dominadores, algo así como si pensáramos que la izquierda no catalana (tampoco vasca o gallega), hubiera formado parte del entramado opresor del estado franquista, o que, por ejemplo, el pueblo andaluz, el extremeño o el castellano-leonés se hubieran beneficiado del fascismo español (del que olvidamos, para complementar, las numerosas complicidades catalanas. Ni Cambó ni Porcioles ni Samaranch tuvieron nada que ver con franquismo; nada de nada. Por eso les dedicamos avenidas, calles, estatuas y museos).
7. Hemos caído en el error de creer que contra la derecha pepera todo vale, toda alianza es positiva, que la derecha .Cat, ultra neoliberal donde las haya, es otra cosa, más moderna, más preparada, más guay, menos fachosa, más democrática, “más europea”. Nos olvidamos, acaso por pensar demasiado en el PP, de lo muy de derechas que es la derecha catalana, número 1 destacado en asuntos de neoliberalismo.
8. Hemos confiado en demasía en líderes de izquierda catalanes que, digan lo que digan cuando toca decirlo, son profundamente nacionalistas, secesionistas en muchos casos, con una fuertísima identidad nacional hipermarcada (nada que ver con los usuales valores de izquierda). La “conversión secesionista” de muchos de ellos, conmovidos hasta la lágrima al oír los discursos y proclamas de Carme Forcadell, es de manual aunque cueste interpretarla.
9. No hemos generado cultura republicana y federal, en todos los territorios españoles. En Cataluña nos ha dado miedo hablar en términos positivos de la II República española. Nos daba cosa, era demasiado español-ñol.
10. Hemos abandonado, como los nacionalistas, el término España [2]. Nos daba y nos da cosa usarlo, nos y se lo entregamos, sin lucha o como si no tuviera importancia, a la derecha y a la derechona. Corolario de ello: la derecha supremacista .Cat más feliz que un niño/a con juguetes y en día de fiesta. ¡Hablamos y hacemos como ellos!
11. No logramos pensar con nuestra propia cabeza y sin miedo a las inferencias y corolarios en este asunto. Nos parece que somos “demasiado españoles” si lo hacemos así. No somos capaces de pensar con coraje, nos dan miedo las coincidencias... ¡con la derecha!, aunque apenas tenemos reparos en coincidir con la derecha .cat (No siempre es así afortunadamente. Compromís, por ejemplo, no tuvo ningún problema en votar con Ciudadanos en contra del “cuponazo” vasco por razones no muy alejadas).
12. Nos alarmamos con razón (aunque no siempre: hemos exagerado mucho su importancia en muchas ocasiones) del ascenso del nacionalismo español y apenas decimos nada del nacionalismo catalán-pata-negra absolutamente hegemónico en muchos pueblos y localidades de .Cat. ¿Pensamos o que es mejor, más moderno, más progre, más humanista, más fraternal, más liberal, más guay del Paraguay? ¿Que el español es negro y el .Cat es amarillo tirando a rosado?
13. Dicho rápidamente: nos han comido el coco y nos lo siguen comiendo. Nos han contagiado ideológicamente durante años, sin apenas resistencia por nuestra parte, sin decir ni pío y siempre por la misma razón: no podemos coincidir nunca con la derecha española; lo español es franquista o neofranquista. Más incluso: muchos de nosotros hemos ayudado a que ese contagio tuviera éxito con muy poca resistencia (más meritoria si sabe si lo pensamos bien).
14. El sector nacionalista del PSUC, no sólo catalanista, dijeran lo que dijeran (la historia arroja luz sobre el pasado), jugó un papel decisivo, muy importante, en las políticas del partido a partir de finales de los sesenta. Hay muchos ejemplos (algunos de ellos no públicos hasta el momento) que ilustran lo que señalo.
La lista continúa, la lista puede continuar. No les aburro más. La cuestión: ¿vamos a seguir ubicados en posiciones tan alejadas de una tradición republicana española (y vasca, gallega y catalana a un tiempo) emancipadora, en absoluto opresora de pueblo, culturas y lenguas? (...)" (Salvador López Arnal, Rebelión, 13/10/18)
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