2/5/18

Cada vez hay más enfrentamientos en la calle y creo que solo es un inicio de lo que viene. No descarto que la violencia vaya a más...

"(...) -¿El «procés» es kafkiano»
 
-Sí, en el sentido de asombroso, caótico, inesperado, absurdo, angustioso. Y, al mismo tiempo, Kafka tiene un libro que se titula El proceso, en el que Joseph K. se enfrenta a un proceso aparentemente incomprensible y una inagotable fuente de sorpresas e incredulidad. Por eso titulo así el libro.

-¿Esto tiene arreglo a corto plazo?

-No. Habrá que ver hasta dónde llega la acción judicial, qué ocurre en Europa, pero no le veo solución a corto plazo. Cataluña es en estos momentos una sociedad fracturada por la mitad, y es una fractura a la que algunos han dedicado mucho tiempo, no es casual, sino que han trabajado para que no haya vuelta atrás.

 La Cataluña que se han cargado ya no se puede reconstruir en la España de las autonomías, que en parte también se han cargado. Hay que repensar lo que hemos hecho mal, los errores cometidos, entre ellos haber cedido excesivamente con algunas autonomías. 

El silencio y los pactos por la necesidad de los votos nacionalistas han hecho, por ejemplo, que el departamento de Educación de la Generalitat no reconozca determinadas leyes o que TV3 se haya convertido en un inmenso monstruo que no hay manera de controlar.

-Se apela mucho al diálogo como solución. ¿Cómo lo ve usted?

(...)  Hay una parte de los líderes independentistas que se han autodescartado de cualquier diálogo. No hay ninguna posibilidad con alguien como Puigdemont, vive en otro mundo ya. Con otros que parece que han aprendido la lección y son más sensatos, tipo Junqueras, podría haber alguna posibilidad.

-¿La estrategia de la huida esá dando resultado a Puigdemont?

-Es un tipo del que nadie esperaba nada, por eso lo eligieron presidente, y tiene una gran ventaja, que es independentista de toda la vida, no tiene que disimular como Artur Mas. Ha apostado por el todo o nada en un momento de radicalización del proceso que le ha resultado más útil que a Junqueras. Ha formado un equipo de personas que le tiene lealtad absoluta, dispuestas a ir hasta el final y que están por el cuanto peor mejor, si hay que cargárselo todo se lo cargarán.

-¿Ha habido violencia en el «procés»?

-Depende de lo que entendamos por violencia. Violencia física ha habido relativamente poca. Pero acoso y violencia moral y psicológica, mucha, y la sigue habiendo. Se ha intentado limitar la violencia tanto como se ha podido, aunque últimamente se les está escapando de las manos. 

La CUP se ha organizado y tiene la misma forma de actuar que Herri Batasuna, señala los objetivos, ya no para matarlos como hacía ETA pero sí para marcarlos diciendo, por ejemplo, dónde viven el juez Llarena o alguien el PSC o de Ciudadanos. Soy pesimista, creo que la violencia en Cataluña solo ha empezado.

 Los CDR son peligrosos. Cada vez hay más enfrentamientos en la calle y creo que solo es un inicio de lo que viene. No descarto que la violencia vaya a más. (...)

La transformación de Mas

Considera que el proceso se inicia en el 2003, con la llegada del tripartito al poder y la decisión de tocar el Estatuto, que «abre la caja de Pandora». Sin esos años que van del 2003 al 2012 «no se entiende lo que ha ocurrido». 

Recuerda que «Artur Mas nunca había sido ni catalanista ni nacionalista, se llamaba Arturo y de repente aterrizó en el Ayuntamiento de Barcelona, hizo una carrera en empresas próximas al poder, fue ascendiendo y, luego, de golpe en el 2012, de un día para otro, se hizo independentista».  (...)

-¿Cómo valora la aplicación el artículo 155 de la Constitución?

-Era la única solución. Dicho esto y asumido que la mayor parte de la culpa es de los independentistas, creo que el Gobierno español, los intelectuales, las empresas y la UE son en parte responsables de que se haya llegado al 155, porque han callado durante mucho tiempo. Muchos advertimos que eso no se iba a parar y no nos escucharon. 

El Gobierno no construyó un discurso alternativo, no actuó en Cataluña y tampoco la UE. Ha habido mucho silencio y ante los nacionalistas no puedes callar, porque siempre interpretan los silencios como debilidad. Por eso, a los independentistas les ha sorprendido tanto la aplicación del 155 y la firmeza de la Justicia, porque habían creído que estaban ante un Estado débil. A los nacionalismos hay que responderles."              

(Entrevista a Jordi Canal, profesor de la École des Hautes Études en Sciences Sociales, París, Enrique Clemente, La Voz de Galicia, 23/04/18)

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