"Parece mentira como Catalunya ha aceptado el 155. Si
no hubiera sido por la decisión de la juez Lamela de encarcelar a ocho
consejeros y los Jordis todo hubiera sido como
una balsa de aceite. La decisión judicial torpedeó la estrategia de
Mariano Rajoy.
Estoy seguro de que, en la Moncloa, no querían que las
diligencias judiciales acabaran en prisión preventiva. Incluso en
España, la política va por un lado y la justicia por otro.
¡Porque se había llegado a especular con un Maidan a
la catalana!. El espíritu de Dencàs recorría los pasillos del Parlament:
¡Catalanes, en pie! Al final, todo quedó en nada. Una vez más hay que
recordar, a modo de homenaje, las palabras proféticas de Sisa: “con la primera hostia, todo el mundo a casa".
Los Mossos, en efecto, se han apresurado a descolgar
el retrato oficial del expresidente Puigdemont. Ha sido como aquel rito
medieval: A rey muerto, rey puesto. Y eso que
eran el gran dolor de cabeza del Ministerio del Interior porque, quieras
o no, son 17.000 agentes con pistola al cinto.
Algunos altos cargos se han ido en silencio tras su
cese. El expresidente del Consell Assessor per a la Transició Nacional,
Carles Viver Pi-Sunyer. El exdirector del Centre d’Estudis de Temes
Contemporanis y antes de El Born, Quim Torra. El exdelegado de la
Generalitat en Bruselas, Amadeu Altafaj. Y eso que ahora está el
expresidente en la capital belga.
Ya habrá tiempo de contarlo. Ellos también nos han
llevado hasta aquí. Tenía que ser pan comido. El mencionado Quim Torra
-amigo mío o ex amigo a estas alturas: tanto me da visto como han dejado
el país- publicó un libro el año pasado que llevaba el explícito título
de "Los últimos cien metros" (Angle Editorial). Ahora se debe vender a
precio de saldo.
Yo, la verdad, me esperaba un poco de resistencia. Que
alguien se atrincherara en el despacho o se encadenara a la silla.
Después de todo han ejercido de verdaderos ideólogos del proceso. Sobre
todo mientras cobraban sueldo público. Ahora han enmudecido. Han acatado
el 155 como unos alumnos pillados en plena travesura.
En algunos casos tampoco se entiende. El director
general de la Policía, Pere Soler, se ha ido como si no hubiera pasado
nado. Mientras que su superior, el ex conseller Quim Forn, está en la
cárcel. Y su inferior, el mayor Trapero, tiene que hacer frente a
responsabilidades judiciales en la Audiencia Nacional.
El secretario general del Diplocat, Albert Royo, se
fue diciendo que "ahora quiero un poco de tranquilidad y luego ya
veremos". ¡Después de haber estado dando la tabarra al frente de este
organismo durante cuatro años! A mí, hace unos días, todavía me acusaba
de babear. ¡Un alto cargo de la Generalitat! Sin duda, muy dotado para
la diplomacia no estaba.
El problema es que hemos puesto hiperventilados
en lugares clave. El Diplocat, en teoría, nos tenía que abrir las
puertas de la Unión Europa. Nada, agua de borrajas. Como recordaba un
verdadero experto en relaciones internacionales, Jesús Maestro: ¡a la
hora de la verdad no nos ha reconocido ni Sudán del Sur!. (...)
Mientras que el resto continúa aferrado al cargo. No ha dimitido nadie. Y eso que ahora tienen que obedecer las órdenes del Estado opresor.
Pere Aragonés sigue al frente de la Secretaría de Economía. Todavía
recuerdo cuando era un joven líder de las JERC y denunciaba que España nos roba.
Tampoco Jordi Puigneró, el director del CTTI, una de
las piezas básicas del referéndum. Hasta hace poco iba sacando pecho en
twitter. O el secretario general de Territori, Ferran Falcó. Y eso que
ha visitado el exconseller Rull en prisión en señal de amistad y de
solidaridad. Pero tampoco ha dimitido.
Puestos a pedir dimisiones quizás pedir también la de
Vicent Sanchis, Saül Gordillo, Mònica Terribas, Ramon Pellicer, Lídia
Heredia, Xavier Graset, Ricard Ustrell, Kilian Sebrià y todos los demás.
También todos y cada uno de los presentadores del Telenotícies o del 324 o del 30 Minuts. Han puesto su imagen pública al servicio del proceso. En cierto modo han ayudado a engrasar la maquinaria.
Los más de 200.000 funcionarios de la Generalitat,
por otro lado, han obedecido sin rechistar. Y no dudo de que muchos de
ellos participaron en el referéndum o en la manifestación por los Jordis.
Al fin y al cabo la mayoría entraron en la Administración durante los
gobiernos de CiU. Después más de 55.000 con el tripartito.
Pero una cosa es manifestarse y la otra es que te
toquen la nómina. El mismo delegado del Gobierno en Catalunya, Enric
Millo, agradeció "de forma expresa" su buen comportamiento. "Todos los
departamentos están funcionando con total normalidad", añadió durante
una comparecencia el pasado 31 de octubre. Buenos muchachos.
De hecho, no se movilizaron en masa ni el día de la
huelga general. Tuvo más de un 30% de incidencia en la Enseñanza -a ver
si será verdad aquello del adoctrinamiento escolar-, pero en el resto de
consejerías osciló enre el 15 y el 35%. En el Departamento de Salud,
con el exconseller todavía en Bruselas, fue sólo del 15%.
En mi entorno personal y familiar -formado
básicamente por catalanistas o incluso abiertamente independentistas- ha
habido una sensación de alivio tras la aplicación del 155. Como cuando
apruebas el examen de conducir o la Selectividad: te sacas un peso de
encima.
La pregunta más habitual ha sido: ¿ya está? Y una
amiga, de Esquerra, soltó una frase que me llegó al alma: "casi me
alegro de que nos lo hayan aplicado". Como al día siguiente de 1714, los
catalanes hemos vuelto a abrir el puesto." (Xavier Rius, director de e-notícies, e-notícies, 16/11/17)
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