"(...) Que junto a los partidos de ámbito estrictamente subestatal o
nacionalista existan también partidos de carácter estatal y que éstos
tengan una presencia significativa en todas las subunidades es uno de
los requisitos para que, a la larga, el propio federalismo no lleve al
Estado multinacional a la disgregación. (...)
La razón es sencilla: la implantación territorialmente generalizada
de partidos de ámbito estatal, por un lado, integra el escenario
político propio de las nacionalidades subestatales en el más amplio del
Estado, haciéndole participar en una dinámica centrípeta.
Y, por otro,
estos partidos enriquecen el juego político incorporando a él otros
cleavages distintos de los estrictamente propios del eje nacional, sean
los socioeconómicos del eje izquierda/derecha sean otros de tipo
religioso o confesional. No es casualidad, desde luego, que Suiza posea
un sistema de partidos que es común a todos los cantones, mientras que
en un sistema al borde del colapso como Bélgica no exista ni un solo
partido de ámbito superior a las subunidades valona o flamenca.
Aunque imperfectamente (nunca la realidad cumple con los tipos
ideales), España es un caso de federación multinacional de inspiración
remedial, es decir, un Estado anteriormente muy centralizado que adoptó
(al constituirse en democracia) una estructura de tipo federal para
encauzar las tensiones disgregadoras provocadas por la existencia de
varias nacionalidades pujantes en su territorio/población (federalism to
keep togheter).
Y en lo que se refiere al sistema de partidos
políticos, éste cumplió de inicio lo positivo del federalismo: pues
junto a fuertes (incluso hegemónicos) partidos nacionalistas, han
existido y actuado en las subunidades políticas partidos de ámbito y
dirección estatal (tanto de izquierda como conservadores) con una
presencia relevante.
(...) en el sector que podemos calificar de izquierda se está marcando
desde hace unos años en los respectivos partidos una tendencia acusada a
organizarse confederadamente, de manera que van apareciendo partidos
políticos de ámbito estrictamente subnacional que se dicen federados en
uno de ámbito estatal pero que en realidad se sitúan en relación de
igualdad (por mucho que “fraterna”) con la dirección estatal
correspondiente.
Es importante tener en cuenta que en la política
española el uso del término federal es muy ambiguo, y no distingue
adecuadamente del muy distinto concepto y realidad confederal. Así, en
el caso de Izquierda Unida que fue el primero, a la confederación de
partidos subestatales por sí mismos soberanos se la siguió calificando
alegremente como federalismo.
Podemos parece seguir el mismo camino práctico del confederalismo;
varios partidos, movimientos o mareas de ámbito subnacional se reclaman
como estructuras políticas autónomas y soberanas en sus decisiones, por
mucho que vagamente asociadas en el correspondiente partido de ámbito
formalmente estatal.
Aunque Podemos no plantea la cuestión territorial
como eje fundamental de su política, acepta ya de entrada y en su propia
manera de constituirse el confederalismo más absoluto. Previsiblemente,
ello repercutirá en una actuación cada vez más particular y diferente
en cada ámbito territorial, retórica amorosa aparte.
Y llega ahora la crisis de los socialistas, y con ella aparece
pujante la pulsión soberanista en el socialismo catalán (y menos
estridente en el vasco): porque eso es actuar políticamente con
obediencia exclusiva al propio comité de dirección del PSC.
Reclamar la
soberanía del propio partido catalán a la hora de tomar decisiones, con
independencia de su contenido, excede de la mecánica federal para caer
de lleno en la confederal, aunque la retórica fraternalista busque
emborronarlo.
Ahora bien, si la izquierda española, en sus diversas versiones,
consuma esta deriva hacia la confederalización de sus respectivos
partidos se estará instalando en España un fenómeno nuevo que puede
tener indirectamente importantes consecuencias para la conservación del
Estado. Pues ya solo el partido conservador —y uno de centro con muy
irregular implantación en las subunidades— mantendrán una presencia
centrípeta en la dinámica política de las naciones que plantean desafíos
graves a la permanencia del Estado." (José María Ruiz Soroa, El País, 07/12/16)
No hay comentarios:
Publicar un comentario