15/11/16

Trump la emprende contra los mexicanos... y los nacionalistas catalanes contra los andaluces

"«El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual.

 Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. […] Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. E introduciría su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad».

Esta es, literalmente transcrita, la opinión que Jordi Pujol dejó escrita en un libro sobre los andaluces, propio, sin necesidad de que nadie le preguntara. 

Cuarenta años después sigue viva entre el independentismo de estos días esa simiente xenófoba y faltona sembrada por el gran padre del movimiento separatista, el gurú que marcó el designio de la fuerza catalanista mientras iba y venía a los bancos de Andorra. 

No hay sino escuchar a la consejera de Asuntos Sociales de la Generalitat, Dolors Bassa, acusando esta semana a Andalucía de llenar Cataluña de jóvenes drogadictos, esos niños del pegamento que al parecer ensombrecen la rectitud y probidad de los catalanes de pura cepa y ensucian la Rambla de las Flores.

Del «España nos roba» hemos pasado al «España no droga», en el tirabuzón más ofensivo que se ha escuchado últimamente a orillas del Llobregat. Y mira que el catálogo es amplio y afrentoso. Recuerden a Durán Lleida clamando desde su balcón cinco estrellas del hotel Palace contra «los andaluces que cobran del PER por pasarse el día en la barra del bar».

 O a Francesc Homs (no confundir con el nacionalista homónimo al que apodaban «Homs, el listo») afirmando sobre Andalucía que «mientras Cataluña hacía la revolución industrial, otros pastoreaban cabras».

O a Artur Mas diciendo que «a los niños andaluces no se les entiende cuando hablan». Como vemos, son legión los políticos nacionalistas que han ido vertiendo insultos a Andalucía a lo largo de los años.

 Según los «cruzados», ahora esa España «cleptómana» e «inculta» les manda yonkis, como antes «Franco llenaba trenes de gente a ver si nos diluía», en palabras recordadas por Montserrat Carulla, candidata de la lista separatista en las últimas autonómicas.

Un desprecio tan ofensivo como aquella campaña de las Juventudes de Convergencia promoviendo aquel infame «Apadrina a un niño extremeño» o como aquel Joan Puigdercós que, siendo líder del ERC, afirmó que «en Andalucía no paga impuestos ni Dios».

 Visto el tremendo ademán xenófobo y clasista de la facción separatista se entiende a la perfección que desde su aburrida cesantía política Artur Más haya recibido, con el mismo entusiasmo que la ultra Marine Le Pen, la victoria de Donald Trump en las Presidenciales de Estados Unidos. 

Unos la emprenden contra los mexicanos y otros contra los andaluces, metáfora en carne y hueso de esa «malvada España». Como a este batallón le dé por adoptar miserables no va a dar abasto."             (ÁLVARO MARTÍNEZ – ABC – 13/11/16, en Fundación para la Libertad)

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