19/10/16

Gray: los nacionalismos son “religiones políticas” contemporáneas, basadas en “mitos laicos” que “reproducen la forma narrativa del género apocalíptico cristiano”

"(...) El nacional-independentismo constituye un ejemplo paradigmático de lo que el pensador británico John Gray denomina “religiones políticas” contemporáneas, basadas en “mitos laicos” que “reproducen la forma narrativa del género apocalíptico cristiano” y que no son más que “modos de aceptar aquello que es imposible saber”. 

Así, el nacionalismo, en la medida en que renuncia a un conocimiento mínimamente ecuánime de la realidad, sólo puede ser un acto de fe en una comunidad imaginada como blanco de una conspiración planetaria -esencialmente española- cuyo objetivo es acabar con dicha comunidad.

 “Lo único que nos podría y nos podrá salvar -del intento de España de ‘residualizar’ (sic) a los catalanes- sería y será el pensamiento y la actitud independentistas”, decía en marzo del 2012 uno de los padres de la criatura, Jordi Pujol

Y esa es precisamente la base apocalíptica del relato independentista que su sucesor, Artur Mas, propala a los cuatro vientos, sin ir más lejos en su último mensaje de fin de año: “El Estado nos quiere divididos porque sabe que así somos más vulnerables”.

Señala Gray que “los espejismos colectivos de persecución sirven para fortalecer una frágil sensación de acción propia”, observación que me parece perfectamente aplicable al caso que nos ocupa, pues la acción de gobierno de la Generalitat en estos últimos dos años ha estado definitivamente marcada por el victimismo y el ensimismamiento. 

Pero lo cierto es que esa pretendida autoafirmación reactiva conlleva necesariamente el alejamiento entre los catalanes que creen experimentarla y los que no vivimos nuestra catalanidad conforme a ese relato divisivo que, desgraciadamente, preside nuestra vida pública como una suerte de fe revelada.

De ahí la importancia de seguir poniendo en cuestión los dogmas de ese “credo secular” que es el independentismo, aun a riesgo de pasar a engrosar la ya de por sí abundante demonología del nacionalismo, lo cual, bien mirado, no dejaría de ser un honor comoquiera que ésta incluye en una sola lista negra a pensadores foráneos de la talla de Carr, Elliott, Kamen o, más recientemente, Jürgen Habermas, que se unen a demonios patrios como Félix de Azúa, Fernando Savater, Mario Vargas Llosa o cualquiera que cuestione el “relato”. 

La pregunta es clara: ¿hay alguien que se oponga al relato dominante que no sea un facha según el propio relato? Gray concluye que esos credos seculares “son más irracionales que ninguna fe tradicional, aunque sólo sea porque se esfuerzan mucho más por dar muestras de racionalidad”.  (...)

España -Cataluña incluida- es como es: esencialmente imperfecta, con sus grandezas y sus miserias. Por supuesto que es perfectible, pero sólo desde el realismo reformista y no a partir de relatos basados en sueños de liberación colectiva que hablan de países nuevos, que por alguna impenetrable razón nada tendrán que ver con los viejos, sueños que, al despertar, sólo pueden generar frustración."            (Nacho Martín, 21/01/15, artículo publicado en El País el 16 de enero del 2015)

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