"La disidencia política en Cataluña tiene un elevado precio. En las últimas semanas, la subdelegada del Gobierno en Lleida, Inma Manso (PP), está siendo víctima de una campaña de acoso por parte de miembros del colectivo antisistema en la Universidad de Lleida (UdL), donde imparte clases de la asignatura Gestión del Conocimiento.
Un grupo antisistema --entre los que hay alumnos de la universidad y personas ajenas al centro-- mantiene okupado el despacho del rector, Roberto Fernández, desde el pasado 17 de mayo. Los okupas
exigen la expulsión de la profesora asociada por desaprobar las
políticas que aplica el Gobierno central --especialmente en la crisis de
los refugiados--, y reclaman la dimisión del propio rector por defender
a Manso.
La campaña ha incluido todo tipo de boicots y escraches contra la
profesora, a la que también han amenazado e insultado. Incluso se han
producido agresiones contra diversos periodistas que cubrían el
encierro. Los alborotadores consideran que esas acciones forman parte de
su ejercicio del derecho de libertad de expresión. (...)
El día 19 de abril, una quincena de personas --entre ellas, algunos
alumnos-- irrumpió en la clase de la subdelegada del Gobierno al grito
de "fuera fascistas de la universidad", y varias de ellas se encararon
con los estudiantes presentes y con la profesora, amenazando con
agredirla. Manso se vio obligada a huir y, con la ayuda del personal de
la universidad, consiguió refugiarse en el despacho del rector, mientras
los acosadores bloqueaban la salida.
El rector intentó dialogar con
ellos pero, ante la actitud violenta de los manifestantes, reculó, y la
profesora solo pudo abandonar el centro escoltada por los Mossos
d'Esquadra.
Tras estos hechos, la profesora, de acuerdo con el rectorado, decidió
solicitar protección. Desde el día 25 de abril, Manso empezó a acudir a
clase con una escolta proporcionada por los Mossos d'Esquadra, mientras
los acosadores la esperaban para increparla.
El rector envía mediadores
A principios de mayo, se intensificaron las movilizaciones contra
Manso. Grupos de manifestantes repartieron panfletos y colgaron carteles
y pancartas contra la profesora, contra el rector y contra la presencia
de policía en la universidad.
Paralelamente, el rector, el vicerrector y la decana de la Facultad
de Letras trataron de negociar con los acosadores, con quienes se
reunieron en diversas ocasiones. También nombraron a dos profesores como
mediadores. Pero todos los intentos de diálogo fracasaron.
Carga contra los Mossos
El 17 de mayo, durante una concentración convocada por la asamblea de
letras, los manifestantes --alrededor de 20 personas-- decidieron
dirigirse al aula donde está dando clase Manso y, en los pasillos,
cargaron contra la línea policial en defensa de la profesora formada por
varios Mossos d'Esquadra. Unos incidentes que terminaron con la
detención --durante unas horas-- de uno de los asaltantes.
La respuesta de los antisistema fue okupar el despacho del rector, donde un grupo de ellos sigue atrincherado desde entonces.
Agresión a periodistas
El jueves pasado, varios okupas agredieron a los periodistas
de TV3 que acudieron a cubrir el intento de negociación por parte de
profesores de la universidad. Los acosadores echaron a los periodistas
de la sala entre empujones y amenazas. Entre los protagonistas del
ataque se encontraba el rapero Pablo Hasél, condenado en 2014 a dos años de prisión por un delito de enaltecimiento del terrorismo. (...)
Aunque hasta ahora se ha descartado instar a las fuerzas de seguridad a que desalojen a los okupas, el lunes está convocado un consejo de gobierno extraordinario de la universidad en el que se decidirá qué medidas tomar.
En todo este tiempo, Manso --que lleva diez años dando clase en esa
universidad y que imparte una asignatura que nada tiene que ver con la
política-- ha minimizado sus declaraciones públicas sobre esta cuestión.
Se ha limitado a calificar los hechos de "lamentables" y "muy graves", a
la vez que ha apelado a resolver la situación con "tranquilidad".
Mientras tanto, sigue acudiendo escoltada a su trabajo como docente." (Alejandro Tercero, Crónica Global, 04/06/16)
"(...) Hace unas semanas una profesora de laUnivesidad de Lleida veía cómo sus clases eran interrumpidas por un grupo deautodenominados estudiantes que la increpaban con el grito de “fascista”.
Por desgracia no es algo que nos sorprenda ya. En otras Universidades y en otros ámbitos hemos ya vivido esto: personas que deciden quién puede colocar una carpa en la vía pública y quién no, quién puede dar clase y quién no, qué actos son admisibles y cuáles no.
Cuando alguien se aparta de su dictado el método para conseguir la efectiva expulsión del espacio público es el griterío, si es necesario con megáfonos incluidos, la coacción mediante la ocupación de aulas o seminarios con personas que impiden el normal desenvolvimiento de las actividades o la presencia física directa rodeando a la víctima.
¿Cuándo hemos decidido que nuestro
espacio público es de quienes se agrupan, amenazan, chillan o insultan? (...)" (El jardín de las hipótesis inconclusas)
"(...) Hace unas semanas una profesora de laUnivesidad de Lleida veía cómo sus clases eran interrumpidas por un grupo deautodenominados estudiantes que la increpaban con el grito de “fascista”.
Por desgracia no es algo que nos sorprenda ya. En otras Universidades y en otros ámbitos hemos ya vivido esto: personas que deciden quién puede colocar una carpa en la vía pública y quién no, quién puede dar clase y quién no, qué actos son admisibles y cuáles no.
Cuando alguien se aparta de su dictado el método para conseguir la efectiva expulsión del espacio público es el griterío, si es necesario con megáfonos incluidos, la coacción mediante la ocupación de aulas o seminarios con personas que impiden el normal desenvolvimiento de las actividades o la presencia física directa rodeando a la víctima.
Por desgracia, es una experiencia
compartida. Ayer (el 17 de mayo) sufría acoso de nuevo la profesora Manso en la Universidad deLleida, hace unos meses un seminario sobre el TTIP en la UAB tuvo que ser
suspendido porque un grupo de estudiantes consideraron que no debía celebrarse
y ocuparon la sala en la que se desarrollaba. Tan solo hace unas semanas una
carpa de SCC en la UAB fue atacada por intolerantes que deciden quién tiene
derecho a hablar y quién no.
No podemos consentir que la violencia y
la coacción se adueñen de nuestra sociedad. Debería causarnos escalofríos ser
testigos de cómo por nuestros campus campean grupos que se creen en el derecho
de decidir lo que hacemos y no podemos hacer.
En una huelga reciente era
estremecedor ver cómo los profesores entregaban correos electrónicos impresos a
quienes guardaban las barricadas para que los encapuchados les dejaran ir a esa
o aquella reunión justificada mediante el correo que mostraban.
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