(...) la CUP había anunciado tras la Asamblea de Esparraguera
la determinación de “librarse” de dicho acuerdo, lo cual cuestiona la
viabilidad de la hoja de ruta secesionista aprobada en la declaración de
desconexión del 9 de noviembre del año pasado.
No obstante, llama la atención las circunstancias que han envuelto la
negociación de los Presupuestos. Como apuntaron diversas fuerzas
políticas, resulta extraño que la coalición gubernamental tramitase su
aprobación parlamentaria sin haberlos consensuado previamente con sus
únicos socios factibles.
Aquí se plantean dos hipótesis: o bien
esperaban que la presión política y mediática obligase a la CUP a
plegarse y apoyarlos con el único argumento de salvar el procés;
un objetivo que estuvo a punto de alcanzarse a la vista del ajustado
resultado de 29 a 26 a favor y en contra de mantener la enmienda a la
totalidad; o bien, al menos desde Convergència, se buscaba
deliberadamente el rechazo para disponer de un pretexto para reconducir
la aventura secesionista que ha supuesto la ruptura con sus socios
históricos de Unió y su constante declive electoral, justamente cuando
todas las encuestas señalan otra caída en los comicios del 26J.
A favor de este segundo supuesto está la sorprendente propuesta de
Francesc Homs, cabeza de lista de Convergència al Congreso de los
Diputados, de constituir una comisión parlamentaria sobre Catalunya,
cuando en las pasadas elecciones el mensaje convergente fue que
únicamente iban al parlamento español para negociar la independencia.
Tampoco ayudó a facilitar el apoyo de la CUP a las cuentas de la
Generalitat la actuación de los Mossos d’Esquadra en el Banc Expropiat
del barrio barcelonés de Gracia. De esta manera el poderoso aparato
mediático convergente se esforzará en convertir a la CUP en el chivo
expiatorio del fracaso del proceso secesionista.
Un objetivo que se verá
facilitado por las contradicciones internas de la izquierda
independentista entre su tendencia a apoyar a JxSí en el eje nacional y
su oposición a la coalición de CDC y ERC en el eje social. Así, su
espacio político puede verse extremadamente reducido, pues un sector de
sus electores puede emigrar a ERC y otro a En Comú Podem, según sus
preferencias en el eje nacional o social.
La enmienda a la totalidad de la CUP, unida a la del resto de
formaciones del arco parlamentario, cuestiona la viabilidad de la hoja
de ruta independentista. En primer lugar, porque a nadie se le escapa la
contradicción que supone que se pretenda conducir al país hacia la
independencia cuando ni siquiera se es capaz de aprobar los
Presupuestos, como reconoció este fin de semana Artur Mas.
En segundo
término, porque sin éstos quedan sin consignación económica algunas
partidas esenciales para el desarrollo del proceso independentista como,
por ejemplo, la destinada a la conselleria de Asuntos Exteriores cuyo titular es Raül Romeva, cabeza de lista impostado de JxSí y exeurodiputado de ICV.
Este escenario político favorece extraordinariamente las expectativas
de ERC de consolidarse como la fuerza política hegemónica del
movimiento independentista. En efecto, tanto Convergència como la CUP,
ubicadas en las polaridades ideológicas de las fuerzas que apoyan la
secesión, están arrostrando el mayor desgaste de las tribulaciones y
contradicciones del procés.
Los constantes desencuentros entre
ambas formaciones refuerzan la posición de centralidad de Esquerra que
se ajusta mucho mejor a las aspiraciones de las clases medias catalanas,
verdaderos soportes del nuevo independentismo de masas, que ni
comparten el conservadurismo en materia social de CDC ni el radicalismo
anticapitalista de la CUP. De este modo, casi sin despeinarse, ERC está
consiguiendo esta centralidad hegemónica que en la Catalunya autonómica
ocupó la Convergència de Jordi Pujol. (...)
A diferencia de Escocia, donde el independentismo está unificado en
un solo partido de orientación socialdemócrata, aquí el movimiento
secesionista está atravesado por el abismo ideológico que separa a CDC
de la CUP que, excepto en la cuestión de independencia, defienden
modelos de país diametralmente opuestos.
La decisión de la CUP ha puesto sobre el tapete la profundidad de
estas contradicciones. El ejecutivo catalán intentará salir de mal paso
prorrogando los Presupuestos. En principio, quedan 15 meses de los 18
previstos de una legislatura calificada de transición hacia la
independencia
. Está por ver si el gobierno de la Generalitat podrá
agotar ese plazo o se verá abocado a adelantar las elecciones
dependiendo del resultado de la moción de confianza a la que Carles
Puigdemont se someterá el próximo mes de septiembre que volverá a estar
en manos de la izquierda independentista, que será sometida de nuevo a
una intensa presión." (Antonio Santamaría, El Viejo Topo, 09/16/06)
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