7/9/15

Los bancos trasladarían sus sedes fuera de Cataluña en caso de independencia. La única forma de acceder a la liquidez que el BCE facilita a buen precio es pertenecer a la zona euro

"Los bancos serían las empresas catalanas más perjudicadas por las consecuencias de una separación traumática de España. Para empezar, tendrían que cambiar su sede central a territorio español, dentro del espacio euro, del que Cataluña se habría separado, aunque fuera temporalmente.
El hecho de que no existan precedentes hace difícil determinar qué normas serían de aplicación en un supuesto de esas características, pero el tercer rescate griego, desde el punto de vista político, y los mecanismos del BCE para facilitar liquidez, desde el punto de vista financiero, permiten llegar a la conclusión de que serían los bancos los que tendrían más dificultades de adaptación.

La inmensa mayoría de las empresas del Ibex tienen su sede en Madrid. Pero no ocurre lo mismo con la banca: las tres entidades más importantes liquidan sus impuestos en otras ciudades: Santander, Bilbao y Barcelona.

En el caso catalán, Caixabank tiene su sede en Barcelona y el Banco Sabadell en la capital del Vallés. La ley establece que debe ser la junta de accionistas la que apruebe un cambio de sede si el paso implica también un cambio de ciudad o de comunidad autónoma.

Recientemente, el Partido Popular ha introducido una enmienda en la ley concursal que afecta a la ley de sociedades en la que agiliza esos trámites y evita, en el caso de urgencia, una aparatosa convocatoria extraordinaria de junta de accionistas.

El tema es vital para la liquidez de los bancos. Si la economía catalana supone aproximadamente el 20% del PIB español, cabe deducir que los recursos de los clientes de los bancos catalanes, muy extendidos en todo el territorio, pueden suponer un porcentaje parecido respecto del total. O sea, el 80%. Tanto en depósitos, dentro del balance; como en fondos de inversión y de pensiones, fuera de balance.

Retirada de depósitos

Es más que probable que una proporción de los ahorradores de fuera de Cataluña se dejara vencer por la tentación de retirar sus ahorros de un banco que ya no considerasen español. Una respuesta que sin duda sería atizada por los adversarios políticos de quienes defienden el derecho a decidir y mermaría la liquidez de esos bancos.

Además, ya no tendrían la posibilidad de apelar al BCE, porque no estarían bajo su paraguas.

Ese es un escenario que nadie se imagina, que todo el mundo --aunque no quiere hablar en publico-- da por imposible. Primero, porque consideran que nunca se llegará tan lejos; que habrá un pacto fiscal con reforma constitucional o sin ella. Y, segundo, porque están convencidos de que la eventualidad de una independencia sería contestada con un cambio de sede para seguir operando con normalidad; para seguir atendiendo a particulares y empresas tanto del resto de España como de Cataluña. (...)"                 (Joaquín Romero, Crónica Global, 27 de julio de 2015)

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