9/1/15

"Si no tenemos mayoría en la calle, si que la podemos tener el Parlament de Catalunya"

"(...) La ecuación es muy sencilla: "si no tenemos mayoría en la calle, si que la podemos tener el Parlament de Catalunya". Y a partir de aquí lo que antes se nos vendía como "la voluntad del pueblo de Cataluña", ahora se está introduciendo el mensaje de que si Rajoy y otros Presidentes de Gobierno, ostentan el poder con una cuarta parte de los votos del electorado ¿por qué Cataluna no puede ser independiente, con la suma de diputados que representen un porcentaje similar del electorado en el Parlament de Cataluya?

 La respuesta a este silogismo es muy sencilla: un Presidente está legitimado democráticamente para gobernar con una cuarta parte de los votos de su electorado, si ha ganado las elecciones, mientras que no se puede proclamar la independencia de un país, con esos porcentajes minoritarios.

A partir de estas consideraciones, el objetivo ahora ya no es el referéndum, sino la declaración unilateral de independencia (DUI) derivada de unas elecciones plebiscitarias. 

La DUI consiste, como su propio nombre indica, en una declaración de independencia, en sesión solemne en el Parlament de Catalunya, mediante una votación en la que PPC, C,s y PSC votarán en contra, y en la fase de aplausos por la aprobación, optarán -supongo- por abandonar el hemiciclo, como ha ocurrido en situaciones similares.

La DUI es un taburete que tiene tres patas: una es la propia independencia política, otra es la proclamación de la República Catalana, y la tercera, es la posible aprobación simultánea de la Constitución catalana, para blindar legalmente el proceso, ya que si esto ocurre, el tan cacareado apelativo "anticonstitucional" repetido desde Madrid, dejaría de tener sentido. 

La Constitución de la República catalana ya esta redactada hace meses por el Juez Santiago Vidal, y por tanto, a diferencia de la Constitución española, que requirió un proceso previo de elaboración y de consenso; basta una simple votación parlamentaria para que sea aprobada.

Si llegamos a este punto, el Estado español sólo dispone de dos instrumentos legales para revertir la situación, y para recuperar su soberanía en Cataluña. Nos referimos a la suspensión de la autonomía, prevista en el artículo 155 de la Constitución, y a la proclamación de los estados de Excepción o de Sitio, establecidos en artículo 116 de la Constitución.

 Una vez proclamada la independencia y la República, la suspensión de la autonomía deja de ser un instrumento válido, porque es un artículo previsto en su concepción, como su propio nombre indica, para suspender autonomías, pero no para suspender repúblicas. 

Por lo que respecta a la promulgación de los estados de Excepción o de Sitio, si bien constituyen medidas excepcionales, nos parece quizá un medio drástico, impopular y algo chocante en un país perteneciente la Unión Europea, y más propio de regímenes dictatoriales, que no tienen inconveniente de sacar los tanques a la calle.

Cuando se proclamó la República española en el mes de abril de 1931, se buscó un instrumento para proteger a la propia República, de las tentativas de regresión monárquica.

 Así nació la Ley de Defensa de la Republica, que ante una amenaza contra el Gobierno o las autoridades republicanas, permitía suspender las garantías constitucionales, y confería el poder cautelarmente al entonces Ministerio de Gobernación -hoy de Interior- evitando con ello la actuación no siempre fiable, para los intereses del Estado, de los Tribunales de justicia.

Creo que el Gobierno de España, conjuntamente con el apoyo del PSOE y de otros partidos políticos del Congreso de los Diputados, debería de elaborar una "Ley de Defensa de las Libertades Publicas de los Españoles".

 Ya que cualquier intentona secesionista iniciada desde Cataluña o desde Euskadi, dirigida unilateralmente por grupos parlametarios nacionalistas, privaría al pueblo catalán y al pueblo vasco, de sus derechos y de sus libertades públicas, que derivan de su ciudadanía española y de su pertenencia a la Unión Europea."              (Juan Carlos Segura, Crónica Global, Jueves, 8 de enero de 2015)

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